Frente Polisario: ‘El Rey Juan Carlos fue quien nos dejó en manos de Marruecos’ PDF Imprimir E-mail
Imperio - Sahara Occidental / Marruecos
Escrito por Alejandro Delmás   
Domingo, 18 de Noviembre de 2018 00:00

"Nos han tratado de aplastar en el suelo, como si fuéramos cucarachas. Pero no han podido. Aquí estamos y aquí seguimos, 43 años después"

“A nosotros, el pueblo saharaui, se nos ha atacado y se nos ha bombardeado con napalm, con aviones ‘Jaguar’, con armamentos de Marruecos, Francia, EE UU, Israel o España… de casi todos los países que a usted se le pueda ocurrir. Nos han tratado de aplastar en el suelo, como si fuéramos cucarachas. Pero no han podido. Aquí estamos y aquí seguimos, 43 años después de los Acuerdos de Madrid del 14 de Noviembre de 1975, cuando Franco estaba agonizante. Somos un pueblo de nómadas. Pero somos nobles y optimistas, y porque así lo creemos, sabemos que va a haber referéndum, el referendum que la ONU acordó en 1991. Marruecos y sus aliados pueden hacer lo que quieran, pero habrá ese referéndum: y lo ganaremos, será una gran victoria”.
Impecable en su vestimenta, la ‘Darra’a’, el ropaje tradicional de los hombres saharauis (‘mehlfa’ en versión femenina), así habla Mohamed Ahamed Malainin, en las profundidades del barrio madrileño de Legazpi. Malainin tiene 60 años (nacido en 1958) y su DNI es español. Su padre, saharaui, fue soldado en el Ejército español en el Sahara. Cuando, en 1973, estalló la hostilidad definitiva entre el Frente Polisario (‘Frente Por la Liberación del Sahara y Río de Oro’, fundado en 1973) y España, Malainin comprendió que tocaba tomar partido y se incorporó al Polisario para las acciones de guerrilla… que a partir de 1975 se convertirían en guerra abierta con el Ejército Real de Marruecos. En aquella guerra, Malainin recibió varias heridas; de las que conserva rastros visibles en manos y piernas.
 
Hoy, entre los viejos combatientes ‘polisarios’ que fueron al exilio y los saharauis que llegaron después a España, un halo de héroe mítico da escolta a Mohamed Ahamed Malainin. Este mismo sábado, 17-N, una gran manifestación de la República Saharaui, que arrancará a las 12:00 horas junto a la Estación de Atocha, en la Glorieta Carlos V de Madrid, hasta la Plaza Mayor, servirá como canto y, a la vez, herramienta de reivindicación del Estado de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD): reconocida hoy por 84 estados y ya miembro de la Unión Africana (UA) adonde también Marruecos ha retornado para que su presión se haga notar.

Mohamed Ahamed Malainin

 

Entre el 12 y el 14 de noviembre de 1975, en Madrid, se cerraron los Acuerdos Tripartitos que dejaban la inmensa mayoría del Sahara Occidental, el viejo Sahara español (a partir del desembarco en Tarfaya/1906) en manos de Marruecos y su monarquía alauita. Ya en 1958, Marruecos -siempre con la amenaza de la presión sobre Ceuta y Melilla- había dado un buen bocado, al arrancar de España, tras la guerra de Ifni, la zona Norte del territorio, con ciudades como Guelmim, Tarfaya (antigua Villa Bens) o Tan-Tan. En el otoño de1975, en aquellos días de agonía del General Franco, la Ley 40/1975 de descolonización del Sahara firmada por el Jefe del Estado en funciones, (todavía Príncipe de España), Juan Carlos I se convirtió en la norma legal necesaria para facultar al gobierno a llevar a cabo el proceso de descolonización.
 
La repartición definitiva del territorio entre Marruecos y Mauritania quedaría sellada en los acuerdos del 14 de abril de 1976, aunque el 16 de octubre de 1975, y a petición de la Asamblea General de la ONU (1974), el Tribunal Internacional de La Haya (TIJ) se había pronunciado en contra de los argumentos de Marruecos: en su resolución, el Tribunal citó expresamente la existencia de tribus ‘totalmente independientes’ en el Sahara Occidental, un territorio mayormente de nómadas y beduinos.
 
Pero, también bajo presión de su potente vecino del Norte -y del propio Polisario-, Mauritania se retiró en 1979 de la Zona Sur del Sahara (del Cruce de El Aaiún a La Güera), que le había sido concedida por los Acuerdos de Madrid: también pasó a control de Hasán II, aunque en 2016, el Ejército de Liberación Popular del Sahara Occidental instaló un puesto militar en La Güera-Guerguerat que se retiró a instancias de la ONU tras las quejas marroquíes. Eventualmente, la ruta hasta La Güera se sigue controlando por unidades del Polisario.

Mohamed Ahamed Malainin junto a Alejandro Delmás Infante, autor de la entrevista.

En palabras de Malainin, que se expresa en ‘hasanía’, la lengua del Sahara -tenemos traductor en la cita…-, así como en español y francés… “Creemos que Franco, con todo lo que fue, no hubiera permitido que nuestro territorio cayese en manos de Marruecos. Por encima de todo, Franco no quería a Hasán en el Sahara. Para nosotros, la ‘Marcha Verde‘ de Marruecos, en 1975 – (350.000 personas enviadas por Hasán II, todas provistas de ejemplares del Corán, al entonces territorio español)– es la ‘Marcha Negra’, porque además incorporaron ese color arriba de nuestra bandera, que ya lo cambiaremos de sitio con el verde. Esto sucedió como sucedió porque Juan Carlos I siempre fue un gran amigo de Hasán II y además, Marruecos siempre amenazaba con Ceuta y Melilla. Juan Carlos nos dejó en manos de Marruecos. Nos han contado que, en plena agonía, una de las últimas cosas que se le escuchó decir a Franco, ya cuando se moría, fue que se llamara a uno de sus generales africanistas -no hemos podido saber el nombre- para que pusiera a Marruecos en su sitio”.
“Nosotros no hablamos de Transición, aunque en España yo diría que esta es la misma ‘Transición’ desde 1936”, sonríe Malainin, que marca el territorio y las diferencias: “Creímos en España y le dimos nuestra confianza, casi desde que los españoles desembarcaron en Tarfaya, allá por 1906… hasta las cosas y los acuerdos que pasaron entre 1956 y 58”, continúa Malainin. “Había estas cuatro premisas: 1) España mantenía el derecho de proteger al pueblo saharaui. 2) España asumía el derecho y el deber de la enseñanza del pueblo saharaui. 3) Debían respetarse las costumbres y condiciones tradicionales. Y 4) España debía respetar y aceptar cualquier referéndum que fuera pedido a instancias de la Yema’a, nuestra Asamblea de Notables. Estas condiciones se respetaron básicamente hasta 1956. Cuando, en 1958, Tarfaya, Guelmim y Tan-Tan ya pasaron a ser marroquíes, ahí se perdió la confianza, empezaron los enfrentamientos y en 1968, a los dos años del primer censo de 1966, ya estaba claro que se abría la vía a la independencia, por parte del Movimiento Nacional para la Liberación Saharaui (‘de Saguia Al Hamra y Río de Oro’)… el MNLS: y bueno, ya sabe lo que pasó en 1970, con la represión de la revuelta de El Aaiún por fuerzas de la Legión española, que causaron varias decenas de muertos y heridos en el barrio de Zemla, con cientos de detenidos. Todo, porque se les tiraron piedras. Ahí, Sidi Brahim Bassiri, nuestro mártir líder del MLNS, fue apresado, desapareció y nunca más se le ha vuelto a ver; nunca se supo si ejecutado por tropas españolas en la frontera, o deportado a Marruecos. Ahí ya no se podía hacer nada, ya se había roto toda confianza…”
El 10 de mayo de 1973 se constituyó oficialmente el Frente Polisario: que, de inmediato, desde el 20-5-1973 (ataque al puesto policial de Janguet Quesat), comenzó una guerra típicamente de guerrillas (minas, ataques relámpago de ‘gopear y huir’, etc) contra las tropas españolas en el Sahara, con episodios como las refriegas de Uad Arraid y Edchera (Aicara), este último ya en marzo de 1974. Ahí, los saharauis sufrieron la recordada baja mortal de Bachir Lahlaui.
El Polisario pasó a tener base en Tinduf, donde recibía apoyo logístico de Argelia – “siempre se han portado muy bien con nosotros”– y de la Libia del Coronel Muammar el Gadafi. “Pero, en su mayoría, las armas, el material, los vehículos… nos venían de los cuarteles españoles que se iban abandonando y de los soldados saharauis de las Tropas Nómadas que ya se iban viniendo con nosotros. El vehículo que más usábamos, el vehículo típico del Polisario, era aquel viejo Land-Rover 109 – con la capota quitada– que nos había venido de cualquier agrupación española”, recuerda vívidamente Mohamed Ahamed Malainin.
 
Entre 1974 y 1975, muchos próceres de la España tardofranquista, politicos y militares – Castiella, Solís Ruiz, López Rodó, Carro Martínez, Rodríguez de Viguri, Gómez Salazar…– intentaron reconducir la situación con un nuevo censo para renovar el de 1968, cifrado en unas 80.000 personas… pero fuertemente contestado, a partir de que los saharauis siempre apuntaban a todos los habitantes de Tarfaya, Tan-Tan, Guelmim, incluidos ya en Marruecos a partir de 1958. “Creemos que, en total, hoy cabe hablar de unos 180.000 saharauis, aunque resulta bastante difícil de precisar”, reflexionan Mohamed Ahamed Malainin… y sus acompañantes. España también apeló al títere PUNS, el ‘Partido de Unidad Nacional Saharaui’, cuyo líder, Jalihenna Uld Rachid acabó pasándose a Marruecos.

 

 

Añade el veterano héroe ‘polisario’: “Hasán II planeó la ‘Marcha Verde’ como una maniobra para distraer la atención y reforzar su poder justo después de los golpes de Estado y atentados de los generales Madbuh y Ufqir, este último en 1972. Era eso… o amenazar otra vez con Ceuta y Melilla, por eso se llegó a lo que se llegó”. Nadie ha desmentido que, para contentar al buen rey Hasán II, Sultán y Comendador de los Creyentes, EE UU financió la Marcha Verde con una cantidad estimada en torno a 20 millones de dólares, según fuentes militares españolas.
 
El 14 de noviembre de 1975 se firmaron en Madrid los acuerdos tripartitos España-Marruecos-Mauritania, a espaldas del Polisario, aunque en realidad la ONU nunca reconoció la soberanía marroquí y a día de hoy, con un último informe de enero de 2002, se sigue considerando a España como ‘administradora‘ del territorio: ‘Territorio no autónomo del Sahara Occidental’. Según el Derecho Internacional, los acuerdos de Madrid no son válidos. “A ver quién explica esto de que Marruecos y Mauritania decían que el Sahara era suyo, pero le cedían a España el control de la pesca y el 25% del resto de los recursos, como los fosfatos, desde 1976 hasta 2014, por un total de 38 años. Pero, en realidad, Marruecos también pensaba que tenía derecho al control de Mauritania, también eso…”, apuntan Malainin.
 
El 26 de febrero de 1976, las tropas españolas abandonaron El Aaiún. Al día siguiente, 27-2-1976, el Frente Polisario proclamó la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática, con Mohamed Abdelaziz como primer presidente… directo al exilio. Pero la guerra del Sahara continuó: ahora con el Polisario virando la línea de combate hacia Marruecos y Mauritania, incluso con cohetes tierra-aire: misiles SAM-6.
 
En 1979, Mauritania se retiró y dejó campo libre a Marruecos, que blindó los territorios ocupados con un muro de 2.700 kilómetros (‘El Muro de la Vergüenza’) hasta casi los límites con Argelia y la estrecha franja territorial, en pleno desierto (‘erg‘) de Argelia, reconocida al Polisario y a la RASD. Se trata de un muro erizado y defendido con decenas de soldados marroquíes, búnkers, zanjas, parapetos y campos de minas, de las que efectivos del Polisario han retirado como 2.500 unidades. Su mantenimiento se estima en tres millones de dólares al día.
En septiembre de 1991, la ONU consiguió el ‘alto el fuego’ y sellar un Plan de Arreglo – con intercambio de prisioneros, incluidos cientos de soldados marroquíes en poder del Polisario– que incluía la creación de un organismo o ente: la ‘Misión para la Organización de un Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO). Aquí se pretendía que el referéndum fuese de modo inmediato, para enero de 1992, bajo el censo español de 1974, pero Marruecos se negó a aceptar la lista censal de 1974 y trató de introducir 170 000 nuevos votantes sobre la base de que muchos saharauis no habían contado y habían huido porque habían sido ‘beduinos obligados a huir del colonialismo’. “Pero nuestros ‘sheikhs‘, los jeques, los jefes de las tribus y las unidades familiares de los pueblos no tienen problemas con las trampas con el censo: al final, los saharauis y la Yema’a siempre van a votar por el Sahara”, anticipa Malainin.

Campamentos deTinduf  en Argelia.

 

En diciembre de 1999 (Hasán II murió en julio del 99), MINURSO remató un nuevo censo que publicó en enero de 2000: se contaban 86.412 saharauis con derecho a voto. Pero Marruecos introdujo de nuevo 131.038 apelaciones, de modo que el referéndum se volvió a paralizar.
Ni el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, ni su enviado especial, James Baker –autor de los dos ‘Planes Baker‘– pudieron conseguir que Marruecos rebajase un solo palmo de sus estrategias. Pero ningún país reconoce formalmente la anexión marroquí, como admite el Informe del Secretario General de la ONU sobre la situación relativa al Sahara Occidental, el 19 de abril de 2006, ‘ya que ello implicaría el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, cosa que estaba fuera de cualquier consideración, dado que ningún Estado miembro de las Naciones Unidas había reconocido dicha soberanía’. Eso, mientras Marruecos insiste en mantener una especie de ‘autonomía vigilada’, porque el Reino alauí considera a los ‘territorios saharianos’ como ‘parte esencial de la santa unidad del país’.
 
Durante la guerra hubo bombardeos con napalm y fósforo blanco, incluidas zonas urbanas. “Marruecos le compraba aviones, los ‘Jaguar’, y armas a Francia o Israel, la idea era aplastarnos”, apunta Malainin, para quien “en nuestro territorio, en el Aaiún por ejemplo, continúan las persecuciones, desapariciones y torturas. El hijo de una hermana mía que permaneció en El Aaiún, y que llevaba desaparecido 19 años, fue reconocido a principios de este años en un hospital… muerto. Se le reconoció, a pesar de todos los embustes, por identificaciones corporales, identificaciones tan claras como cicatrices personales. En 1999 desaparecieron allí 35 chicas, nunca más se ha vuelto a saber de ellas…”
 
En 2016 murió el presidente Mohamed Abdelaziz, quien en 2009 afirmó (en Murcia): “En 1999, a raíz del fallecimiento del Rey de Marruecos, Hasán II, la nueva autoridad se retractó de los compromisos adquiridos y se ha negado a celebrar el referéndum. Esto claramente es un retroceso en los compromisos del Estado marroquí adquiridos anteriormente. Para nosotros es preciso que cualquier proceso pueda desembocar en la independencia nacional de la República Árabe Saharaui Democrática, es la mejor solución posible, es dar la oportunidad al Pueblo Saharaui a decidir por la independencia o por otras opciones. Pero nosotros aunque se alargue o se acorte el tiempo de espera para la solución, vamos a lograr este objetivo. El hecho de que Marruecos se oponga ahora al referéndum, el hecho de que rechace la independencia del Sahara Occidental, no quiere decir que en un futuro no lo vaya a tener que aceptar; ya tenemos ejemplos en este sentido”.
 
Ahora, Brahim Gali ha sustituido a Abdelaziz como Presidente de la RASD y Secretario General del Frente Polisario.  Y aquí, en esta Idea de la Victoria del Sahara, se mantienen la Memoria y el Destino del mismo Sahara: esas ideas, ese Destino, se hallan, ven y palpan en los campamentos de Tinduf y sus jaimas, en el recuerdo de los que cayeron a pies del Muro de la Vergüenza, en las cicatrices del napalm, los desaparecidos y los torturados.
 
Orgulloso, Mohamed Ahamed Malainin, el hijo de aquel soldado de España en el Sahara, muestra su bandera –’Por un Sahara Libre’– y nos explica cómo el rojo de la bandera saharaui es “por la sangre de los mártires; y el negro que va arriba, que es el de Marruecos, será reemplazado ahí por el verde, el verde esperanza”. En realidad, aun quedan cientos, miles prisioneros de guerra –más bien, rehenes– en el Sahara Occidental. Y las heridas de Mohamed Ahamed Malainin, su Frente Polisario, y su República Árabe Saharaui son… heridas de guerra.

Fotos: Yahdih Brahim

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Fuente: Confidencial Andaluz