Allende: cada año, en septiembre, huele a Chile. Allende, enseña de futuro Imprimir
Imperio - Latinoamérica
Escrito por José Luis Pitarch / UCR   
Miércoles, 11 de Septiembre de 2013 05:56

pitarch“La Historia es nuestra y la hacen los pueblos”, pronunció poco antes de morir (traicionado vilmente por unos milicos que tenían como gran héroe al genocida césar bajito Francisco Franco; ya vieron ustedes al canalla “Pinocho” en las exequias de aquél en Madrid, noviembre del 75), pronunció, decimos, ese hombre inmenso, consecuente hasta la muerte, que vivirá siempre, Salvador Guillermo Allende Gossens. Pues, aunque nos sentimos sus huérfanos cuarenta años, permanece inmensamente vivo en nuestro pensamiento y nuestra memoria, como referente profundo del ayer y del mañana, para esa gran parte del mundo que padece hambre y sed de justicia, para los pueblos de América Latina en especial. ¡Qué solos nos dejaste, Chicho, y qué acompañados por tu ejemplo y tu recuerdo que no envejecen!

 

Yo me atreví a escribir unos versos hace treinta años, en el 10º aniversario del inicuo pinochetazo del 11 de septiembre, siendo uno capitán y recluido en la Prisión Militar de Alcalá de Henares por mis escritos y conferencias democráticas (todavía pintaban en España muchos bastos, gran parte de altos mandos eran retrofranquistas antidemócratas). Tomo algunos de aquellos versos, permítanme (Nicky el Tramposo, sabrán, es el sayón Presidente USA verdugo de Allende; Víctor, el inolvidable cantante Jara, torturado largamente antes de asesinarle):

““Chile, cárdena lágrima de impiedades milicas,

almena enmohecida

de la “Seguridad” de Monroe, y de Nicky el Tramposo.

Espuelas contra el viento,

hormigones de sangre, quebradas las falanges

de Víctor, bordón de cada pueblo.

Cuervos de trinos raucos surcando La Moneda,

elefantes de azufre

en el alba que olía a primavera.

Compañero presidente, ¿preguntas por Augusto?:

calzó botas de Texas para frenar el viento.

Compañero presidente, ¿cuántos pechos obreros

detendrían un tanque?””

El foso de ignominia es aún enorme. Y seguimos maldiciendo al mayor traidor en uniforme que haber pueda, quien después asesinaría incluso a su antecesor Comandante en Jefe y avalador del propio Pinochet, el honorable general Prats, con la sucia complicidad de traidores compinches argentinos. Así, cada año en septiembre huele a Chile. Acabando el invierno, entre aroma de alhucemas y esperanza, y hedor de envilecimiento y muerte por aquel crimen. Mas ni crimen ni muerte detendrán los procesos sociales, dijo también “el Chicho”. Con Allende tuvieron sus primeros zapatos los campesinos, antes sólo con ojotas, aquella mezcla de sandalia y chancla.

Nunca más la impunidad, nunca más la apoteosis del sable. “No renunciaré. El pueblo me eligió”, respondió Allende, verdadero hombre de honor, ése del que carecían sus matadores falsarios fascistas, cuando le ofrecían un avión para irse de Chile. Prefirió morir, abrazándose a Zapata y a Sandino.

 

José Luis Pitarch                                               

Presidente de Unidad Cívica por la República