Países de mierda Imprimir
Imperio - Estados Unidos
Escrito por Koldo Campos Sagaseta   
Martes, 30 de Enero de 2018 06:12

Anduvo por los caminos. En las ciudades limpió escupideras y levantó paredes, en los campos apiló trigo y recogió fruta, excavó cobre en las minas, cargó fardos en los muelles, durmió bajo los puentes y en los graneros y cantó a toda hora y en todas partes, y nunca dejó de cantar.

Cuando días atrás el presidente estadounidense Donald Trump se refería a ciertos «países de mierda» de los que no quiere inmigrantes, también citaba a Noruega como ejemplo de aquellas naciones de quienes sí los aceptaría encantado.

Siempre por ayudar, le propongo dos noruegos a los que dar acogida. El primero es Johan Galtung, un sociólogo y matemático noruego, profesor de la Universidad Europea de la Paz y todo un experto en temas relacionados con la paz y los conflictos sociales.

El segundo noruego que propongo como candidato a ser acogido como inmigrante en los Estados Unidos de Trump es Anders Behring Breivik. Tal vez el mejor ejemplo del tipo de inmigrantes que Trump desea ya que no profesa religiones de mierda sino la católica; no es negro ni mestizo sino blanco de ojos azules; no estudió en ninguna madraza talibana sino en una cara universidad privada; tampoco come frijoles o enchiladas sino sopa de reno; no procede de ninguna favela sino de una hermosa granja noruega; no frecuentaba galleras sino el estadio de fútbol del FK Lyn del que era aficionado; no era miembro de ninguna mara o cartel sino del Partido del Progreso noruego; y tampoco es un antisemita sino un ferviente defensor del Estado de Israel.

El único inconveniente que podría darse con estos dos candidatos a emigrar a Estados Unidos es que Johan Galtung, ni antes ni ahora (ya tiene 87 años), parece interesado en emigrar al país a cuyo gobierno acusa de ser el principal terrorista del mundo. Lo dejó claro durante un seminario sobre terrorismo celebrado en España en el 2004: «Estados Unidos, desde la segunda guerra mundial, ha realizado 70 intervenciones militares que han causado la muerte de entre 12 y 16 millones de personas, el 95% de las cuales eran civiles. Hitler ocasionó la muerte de 11 millones de personas. No hay duda de que el principal terrorista del mundo actual está en Washington».

Y en cuanto a Anders Behring, que sí podría estar decidido a obtener la ciudadanía estadounidense, el problema que tiene es que está en la cárcel por el asesinato en julio del 2011 de 8 personas en el centro de Oslo al hacer estallar una bomba y, horas más tarde, del asesinato a tiros de 69 jóvenes que participaban en un campamento de verano en la isla noruega de Utoya porque no le agradaban ni los musulmanes, ni los comunistas, ni los inmigrantes.

Por si acaso hubiera espacio para citar un tercer ejemplo, ningún inmigrante escandinavo me seduce tanto como Joel Emmanuel Hägglund. Los inconvenientes en su caso, lamentablemente, son insalvables y no tanto porque fuera sueco, que tampoco creo capaz a Trump de apreciar la diferencia, sino porque a Joe Hill, que ese fue el nombre con el que pasaría a la historia, lo fusilaron en 1914 en los Estados Unidos.

En el tercer tomo de "Memoria del Fuego" de Eduardo Galeano, el autor uruguayo recoge la entrañable semblanza de este otro escandinavo que fue uno de los precursores de esa música que años más tarde se etiquetaría como canción-protesta y que, además de músico, también fue poeta y sindicalista. De él escribe Galeano: «Lo condenan por cantar baladas rojas que toman el pelo a Dios, despabilan al obrero y maldicen el dinero. La sentencia no dice que Joe Hill es un trovador proletario, y para colmo extranjero, que atenta contra el buen orden de los negocios. La sentencia habla de asalto y crimen. No hay pruebas. Los testigos cambian de versión cada vez que declaran y los abogados actúan como si fueran fiscales, pero estos detalles carecen de importancia para los jueces y para todos los que toman las decisiones en Salt Lake City. Joe Hill será atado a una silla y le pegarán un círculo de cartulina sobre el corazón para que haga blanco el pelotón de fusilamiento. Joe Hill vino de Suecia. En los Estados Unidos anduvo por los caminos. En las ciudades limpió escupideras y levantó paredes, en los campos apiló trigo y recogió fruta, excavó cobre en las minas, cargó fardos en los muelles, durmió bajo los puentes y en los graneros y cantó a toda hora y en todas partes, y nunca dejó de cantar. Cantando se despide de sus camaradas y les dice que se va a Marte a perturbar la paz social».

 

En la imagen superior, Joe Hill

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Fuente: Naiz