López Obrador se dirige por inercia a la presidencia de México Imprimir
Imperio - Latinoamérica
Escrito por Carlos Heras   
Jueves, 14 de Junio de 2018 05:07

Si alguno de los candidatos que siguen en la distancia a Andrés Manuel López Obrador en la campaña presidencial de México esperaba cambiar las cosas en el último de los tres debates electorales, anoche perdió su oportunidad. El tres veces candidato a la presidencia y exjefe de Gobierno de la Ciudad de México sabe que los debates no son su punto fuerte: habla despacio, se repite, agota su tiempo antes de poder expresar lo que quiere y a menudo le puede la soberbia. Sin embargo, ninguno de los tres encuentros organizados por el Instituto Nacional Electoral ha servido para que pierda puntos de intención de voto. Parece que, consciente de sus debilidades, busca sólo minimizar daños. Y resiste, ante la debilidad de sus rivales y el deseo de cambio en el país.

A día de hoy, López Obrador cuenta con una ventaja de al menos veinte puntos sobre su principal rival según los principales promedios de encuestas del país: Oraculus le otorga una intención de voto del 49%, 22 puntos sobre el aspirante de centro derecha Ricardo Anaya; Bloomberg le da 51%, a 26 puntos de distancia y el diario El País le calcula una intención de voto del 48%, veinte puntos arriba del segundo.

Aún a mayor distancia, hundido en torno al 20%, se encuentra José Antonio Meade, primer candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sin carné de la organización, exsecretario de Hacienda del actual Gobierno y también del de Felipe Calderón (2006-2012). Meade, que arrastra la losa del desprestigio del Gobierno actual y la asociación del PRI con la corrupción, podría quedarse con los peores resultados de la historia del partido, que gobernó México ininterrumpidamente desde su fundación en 1929 hasta 2000.

En México, donde medio país piensa que en 2006 López Obrador perdió las elecciones ante Felipe Calderón por un fraude electoral, casi nadie duda ya del resultado de los próximos comicios. Su margen de ventaja es demasiado amplio para dejar espacio a la sorpresa.

Las incógnitas son otras: cuál será la mayoría de la coalición del favorito –formada por su propio partido fundado en 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), los evangélicos ultraconservadores del Partido del Encuentro Social (PES) y los izquierdistas del Partido del Trabajo (PT)–; cuánto poder territorial será capaz de retener el PRI en unas elecciones en las que además del presidente se eligen alcaldías en 30 de los 32 estados del país y ocho gubernaturas; cuánto se expandirá territorialmente Morena o cómo condicionarán sus aliados conservadores la agenda de derechos civiles del partido.

Un debate sin ideas

El debate debía abordar los temas del desarrollo, la desigualdad, la educación, la salud y los recursos naturales del país, pero la discusión de ideas estuvo casi ausente y el cuerpo a cuerpo entre los candidatos fue protagonista de buena parte de las dos horas.

López Obrador repitió su mantra: el problema de México es la corrupción, es la principal causa de la pobreza y de la delincuencia. Preguntado por la financiación de los estímulos al mercado interno –que defendió incluso ante la eventualidad de un fracaso en las negociaciones en curso para renovar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá–, las mejoras en el sector de la salud o los apoyos a los jóvenes, el candidato de Morena insistió en que no quiere subir ningún impuesto. El dinero, argumentó, saldrá de combatir la corrupción y de un plan de austeridad en el gobierno. Tampoco es que el político haya desarrollado mucho su programa de corrupción: en muchas otras intervenciones públicas ha insistido en que, si el presidente es honrado, el gobierno lo será.

Los numerosos desencuentros del último debate entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade fueron un reflejo de las dificultades que han tenido las élites económicas para encontrar un candidato para batir a López Obrador, acusado de populista y contrario al mercado a pesar de lo mucho que ha moderado su discurso durante los últimos años.

Anaya dedicó buena parte de su tiempo a defenderse del escándalo más reciente, epílogo de un presunto caso de lavado de dinero a través de la venta de una nave industrial que le persigue desde comienzos de la campaña, por el que llegó a tener una denuncia de la Procuraduría General de la República (Fiscalía). Esta semana se difundió un vídeo en el que el hermano de uno de los empresarios que participó en la presunta trama, le explicaba a una supuesta empresaria argentina un esquema de financiación ilegal de la campaña a cambio de favores en caso de llegar al poder. El 11 de junio, 15 minutos antes de comenzar el debate en Yucatán, aparecía en la web casoanaya.com –de impulsores desconocidos– lo que parece ser una versión extendida del mismo vídeo.

El candidato ha culpado al presidente Enrique Peña Nieto de la guerra sucia contra él y la achacó a su propuesta de construir una fiscalía independiente que pueda encontrar responsabilidades penales incluso contra el mismo mandatario por casos de corrupción que se le atribuyen. El candidato del Por México al Frente –que incluye al PAN; a la izquierda del PRD que apoyó a López Obrador en sus dos intentos anteriores y a los progresistas del Movimiento Ciudadano– acusó a López Obrador de tener un pacto de impunidad con el actual presidente, ya que ha expresado que no va a ser su prioridad juzgar casos de corrupción del pasado. En uno de los momentos cómicos del debate, López Obrador contestó que ni siquiera a Anaya lo iba a meter en la cárcel.

El candidato del PRI protagonizó otro de los momentos más sonados cuando abrió su intervención sobre los derechos de las mujeres deseando suerte a la selección mexicana en el mundial de fútbol de Rusia. Meade atacó al abanderado de Morena presumiendo de haber sacado a dos millones de personas de la extrema pobreza durante su etapa al frente de la Secretaría –Ministerio– de Desarrollo Social, en un periodo en el que se ha criticado el cambio de sistema de cómputo, mientras que durante la gestión de AMLO en la Ciudad de México el número de pobres aumentó. El candidato izquierdista se permitió el lujo de responder preguntándose qué culpa tiene él de que sus dos contrincantes estén empatados abajo, con los treinta puntos que les saca él en las encuestas.

Por último, el único independiente en liza que queda tras la renuncia de Margarita Zavala –exsenadora del PAN y esposa del expresidente Calderón– por sus malas perspectivas, Jaime Rodríguez “El Bronco”, volvió a destacar por sus propuestas extravagantes. Si en el primer debate propuso literalmente cortarles la mano a los ladrones y corruptos, en esta ocasión sacó la idea de crear un censo de consumidores de drogas en el país. Los pronósticos le sitúan en torno al 3% del voto.

Las élites empresariales, entre la alerta y los acercamientos

A pesar de que AMLO está lejos de cualquier retórica de izquierda radical, no ha amainado la desconfianza de una parte de las clases medias y las élites empresariales, que han oscilado entre tomas de posición abiertas en su contra hasta un acercamiento reciente. Carlos Slim, el hombre más rico de México, intervino en la campaña durante el mes de abril con una rueda de prensa en la que, sin nombrar a López Obrador, le instaba a no dar marcha atrás en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, como en su momento reclamaba el líder de Morena.

Germán Larrea, presidente del grupo México y el segundo hombre más rico de país, envió una carta a sus empleados y accionistas hace dos semanas alertándoles del peligro del “modelo económico populista” ante las elecciones, y otros grupos empresariales enviaron misivas similares a finales del mes de mayo. Tras días tensos, en los que López Obrador respondió acusando a empresarios como Larrea de haberse beneficiado de un modelo corrupto, la cúpula empresarial y Morena parecen haber firmado la paz. Este fin de semana (9 y 10 de junio), el aspirante a presidente y el Consejo Mexicano de Negocios –la patronal de los grandes empresarios nacionales– se reunieron durante tres horas con un balance positivo para las dos partes. Una señal más de la inevitable victoria del viejo izquierdista.

La campaña más violenta

Mientras los candidatos presidenciales discuten sobre corrupción y modelo económico, el país vive la campaña con más violencia política de la historia reciente. El portal de información mexico.com contaba al menos 101 candidatos locales asesinados en lo que va de campaña y sólo 21 personas detenidas en relación con estos crímenes.

La violencia política se atribuye a las pugnas entre grupos de poder en territorios donde a menudo el crimen organizado está conectado con las autoridades locales. Es además un reflejo de la violencia de un país en crisis humanitaria, con más de 230.000 homicidios en los dos últimos sexenios y 35.000 personas desaparecidas en el mismo periodo.

Gane quien gane las elecciones del 1 de julio, al día siguiente se encontrará un país roto por la violencia, con 53 millones de pobres y con Donald Trump al otro lado del muro.

______________

Fuente: CTXT