El futuro se llama Federalismo Imprimir
III República - Federalismo
Escrito por Joan Josep Nuet / UCR   
Lunes, 03 de Junio de 2013 00:00

El Estado Español no es un proyecto de convivencia sencillo, y tampoco lo es el proyecto de construcción europeo. Por ello hay que huir como gato escaldado del hervor de planteamientos salvadores y milagrosos que plantean sin matices actos de unidad o de separación haciéndonos creer que por si solos y en base a decisiones firmes, conseguirán imponer su criterio.

Usar como brújula primero, la mejora de las condiciones de vida de la inmensa mayoría desposeída masivamente por la crisis provocada por la rapiña neoliberal, y en segundo lugar los principios democráticos avalados por Naciones Unidas que proclaman el derecho de autodeterminación de los pueblos que así lo desean.

Dicho esto hablemos de futuro y de interés de la inmensa mayoría, creo sinceramente que los proyectos comunes tienen un mayor potencial  positivo que los planteamientos de confrontación que se alimentan mutuamente.

No creo en la autarquía ni creo que España sea el PP y el PSOE o sus bancos, igual que Europa no es la Sra. Merkel ni la banca alemana. Los pueblos de la Península Ibérica y del Continente Europeo son mejores que sus dirigentes y pueden desarrollar proyectos de convivencia común que sean armónicos con la plurinacionalidad, la pluriculturalidad y el plurilingüismo y al mismo tiempo conformar estados sociales de pleno derecho.

Si hiciésemos una propuesta en ese sentido y fuese creíble su posibilidad  de erigirse en mayoritaria social y políticamente evitaríamos el choque de trenes y el nacionalismo excluyente reduciría su repercusión en la sociedad y en la política. A pero entonces ¿qué sería de una buena parte del discurso del PP y de CiU?, ¿ con que entretendrían a una parte de sus electorados?. Por eso PP y CiU son los primeros interesados en hinchar el globo y ya no sé si coordinan estratégicamente sus agendas, a veces lo parece.

El daño causado por la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Catalunya, refrendado en referéndum popular, solo es comparable a las campañas anti catalanas del PP y su proyecto re centralizador que huele a naftalina franquista. Solo es comparable a la supeditación del PSOE a esas políticas, incapaz de defender un criterio propio de izquierda democrática sin ceder ante la presión social y política de la derecha conservadora española.

El encaje constitucional de 1978 del Estado de las Autonomías ya no sirve y debe abrirse un nuevo periodo constituyente para redefinir un Nuevo Proyecto de Convivencia Común. Por supuesto no solo eso debe redefinirse, nuestra democracia y el estado social también están escrutados y con un nuevo modelo de estado constituyen las tres patas del cambio necesario. No recelemos de la democracia, de que el pueblo de Catalunya u otros decida democráticamente mediante una consulta su encaje en España y en Europa, si creamos un proyecto atractivo de convivencia quedaremos sorprendidos, tal vez, por la respuesta.

Ese proceso constituyente, por el que apostamos, no tiene nada que ver con las chapuceras modificaciones constitucionales pilotadas por el PP y por el PSOE, primero la fallida Constitución Europea, rechazada por los pueblos francés y holandés y en segundo lugar por la modificación "exprés" del artículo 135 de la Constitución Española que constitucionalizaba la austeridad y los recortes.

Estamos hablando de un proceso presidido por la participación democrática que de salida a la crítica indignada de nuestra ciudadanía ante una estafa masiva que ha anidado en nuestro débil sistema democrático y ha impuesto los intereses económicos oligárquicos a la política. Rescatando la política, rescataremos la democracia y reconstituiremos nuestro estado social sobre un nuevo modelo federal plurinacional y cooperativo.

No me sirve recelar del centralismo de Madrid y aceptar acríticamente el centralismo de Bruselas o Frankfurt, no me sirve no querer un proyecto común con otros pueblos ibéricos y si con otros pueblos europeos. ¿I si apostamos por conformar unos Estados Unidos de Europa?, ¿cómo evolucionaran los Estados?, ¿y las naciones europeas?, Hay demasiadas preguntas a las que no pueden responder ni el centralismo ni la independencia y a las que sí puede hacerlo el federalismo.

Las acusaciones mutuas de que no hay federalistas es España y de que el nacionalismo excluyente lidera los procesos en Catalunya son medias verdades interesadas pero el signo de los tiempos está cambiando y con una rapidez asombrosa. Son tiempos de cambio y el federalismo crecerá inexorablemente ya que al ser un punto de encuentro, un punto intermedio que suma y coordina las identidades y no las enfrenta entre si, obtendrá nuevos impulsos cuando como respuestas a la crisis despleguemos propuestas populares y democráticas para la inmensa mayoría. Son tiempos de audacia para no caer en manos de discursos populistas disgregadores, son nuevos tiempos para una nueva izquierda cargada de futuro que habla distintas y bellas lenguas.