Virtud y realidad republicana PDF Imprimir E-mail
III República - III República
Escrito por Ateneo Republicano de Asturias   
Martes, 06 de Julio de 2010 17:11

En este reino, reina, a más del titular del reino, el vicio cívico: desigualdad, insolidaridad, robo, defraudación, cohecho, son las señales de identidad de grupos, personas y sociedades. Ni las más pías organizaciones, ahí esta la Conferencia de los Obispos, nido de víboras preparadas para asaltar al Estado, se libran de esta trágica identidad.

Son ya muchos los libros que narran la forma y manera en que los edecanes regios labraron la fortuna personal de S.M.

Frente a la FORTUNA ACTUAL, don Gonzalo Puente Ojea, secretario de la embajada de España de Atenas, antes, cuando y después de la boda del aspirante al trono con la entonces princesa Sofía de Grecia, recuerda las apuros económicos del actual monarca, cuando no tenía por ningún título, ni fortuna familiar, o otros ingresos que los cuarenta mil duros que irregularmente le hacia llegar el general incubador del reino, don Francisco Franco Bahamonde, al parecer padre putativo de doña Carmen, del mismo apellido, que por gracia real ostenta el título, quizá hasta con grandeza, de duquesa de Franco…, reconociendo en ellas la virtudes del dictador y asesino.

De jugar con trenes eléctricos y pedir dinero a toda hora, a fortuna grande, pasando por capítulos tan chuscos y conocidos, de las cartas árabes con las que el amigo de una sola mano, pedía millones a los primos árabes…, para engrasar los dos carrillos, el político y el personal: la fortuna.

Si tal es la conducta económica y moral de la cabeza del Estado, ¿Qué puede extrañarnos que de ella abajo, todo el cuerpo social, cuello, pecho, espalda, cadera, pies y manos, del Presidente Autonómico al humilde concejal, emplee sus momentos libres y las oportunidades de sus conocimientos, en atesorar la posible “fortunita” personal, que ha de garantizar la independencia ideológica del interesado, y hasta residencial, cuando el “manitas” alcance el dichoso umbral de la tercera edad.

Al norte, al sur, al este y al oeste, la vida publica del reino de España “linda” (parece nombre de vaca) con la corrupción. Las islas, por afortunadas, no iban a ser menos.

Tampoco habían de quedar atrás ni la casta valencia, ni la señorial Barcelona.

Todo es lodo. Comisión. Obra. Camino. Puerto.

Ni un solo ciudadano puede sentirse orgulloso de pertenecer a semejante camada de lobos hambrientos. Ni la primera casa puede seguir colocando hijas/hijos, yernos en puestos inútiles, pero regiamente retribuidos, por el solo méritos de “ser vos quien sois”. Resulta un insulto a las generaciones jóvenes el que las infantas y "consuertes" perciban tremendos salarios y se lucren de influencias y proyectos.

Frente a tanta humillación, sólo queda la ilusión de la edad de oro. Nunca ha habido edad de oro, es cierto, pero es necesario seguir manteniendo su ilusión, para que lanzándola al futuro, la espera del mañana honrado pueda sernos soportable.

No se trata de cambiar cuatro leyes. Leyes sobran. Y muchas deben cambiarse también, las electorales y de partidos. Y la constitución para dar entrada a la soberanía popular.

Robar y matar está penado en todos los códigos. De los que, incluso, no están exentos los reyes. Se trata de cambiar el talante, el horizonte, la razón de estar en el, o al, servicio público.

Se trata de clamar por la virtud cívica. Por la dignidad. Por la cultura y el orgullo ciudadano.

Cuando despreciemos al rico constructor, que cementa su fortuna en la necesidad del techo de los más, y en el empleo de los peores materiales, y admiremos al sabio que ofrece su saber y su ejemplo a la juventud: Habremos progresado. Cuando seamos capaces de lanzar desde todas las ventanas todos los televisores a la calle: Habremos progresado. Cuando seamos capaces de cerrar, con leyes justas, la entrada y paso por el país a los berlusconis del mundo entero: Habremos progresado. Cuando seamos capaces de arrancar del pecho de los españoles la cruz del temor, y de nuestros cuellos, el yugo de la conformidad ignorante: Habremos progresado.

Cuando dejemos de entender y aceptar que un futbolista, o un tenista, o un golfista, seguramente golfos los tres, ganen decenas de millones, y un científico cien mil euros al año: Habremos progresado.

Cuando hayamos asumido que no hay más soberano que el pueblo libre, instruido, y menos instruido: Habremos dado un poaso importante para alcanzar la condición honorífica de ser ciudadanos de la República Ideal.

Por ahora la República es un Ideal, frente a la corrupción real: pronto, si somos capaces de ser libres y responsables de nuestros actos y omisiones, la República, con paz y sin patrones borbones, será espléndida realidad.

Cuando acaba este año fatal, en que la juventud ha perdido su trabajo, mientras la Casa ganó en pluriempleo, es el momento de lanzar un entusiasta Sursum Corda, y brindar porque el próximo año 2010 sea el año de la Tercera República real…

Por la Tercera República.

A los sones de la música de Riego,

                                                       ¡¡¡Viva la República!!!.



Ateneo Republicano de Asturias