Una encuesta por sorpresa sobre República o Monarquía Imprimir
III República - III República
Escrito por Domingo Sanz   
Jueves, 06 de Septiembre de 2018 02:59

Hoy le contaré la llamada telefónica que acabo de recibir.

-¿Diga?

-Buenos días, soy Juan S. C. alumno de la Facultad de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Me gustaría llamarle por su nombre.

-Me llamo Domingo. ¿Qué desea? Tengo un poco de prisa (mentira cochina).

-Le explico. Solo serán cinco minutos aunque, si lo desea, le puedo llamar en otro momento.

-Vamos al grano.

-En nuestro curso, y bajo la dirección del profesor Andrade, catedrático de Sociología Aplicada, hemos creado el grupo de trabajo “La Fuerza de la Demoscopia”, ya sabe, lo de las encuestas. Durante esta primera semana de septiembre estamos llevando a cabo el mayor sondeo de opinión de todos los realizados en España hasta la fecha, incluidos los del CIS, sobre la coyuntura política, pues cumplimentaremos 200.000 cuestionarios, con lo que la ley de los grandes números se cumplirá a rajatabla. Le adelanto que no le voy a preguntar a qué partido ha votado en las últimas elecciones, ni a qué partido votará en las próximas, ni la valoración que le merecen los líderes políticos. No trabajamos para Metroscopia ni para otras empresas parecidas, pero disponemos de la autorización administrativa para realizar esta encuesta, como puede comprobar en nuestra página web.

-De acuerdo, siga. Le advierto que ya ha consumido un minuto y solo sabe de mí el número de teléfono.

-Y su nombre, señor Domingo. Solo le haré tres preguntas. Le ruego que me conteste con lo primero que le venga a la cabeza. Precisamente, en la rapidez y espontaneidad está el valor de este estudio. ¿Preparado?

-Preparado. Dispare la primera.

-Antes necesito saber en qué año nació usted y en qué provincia reside. Solo pueden participar personas mayores de edad. Además, porque publicaremos los resultados por tramos de edad y territorios.

-En 1951 y vivo en Mallorca.

-Gracias. Comenzamos. Le voy a leer una frase y me tiene que decir si cree que corresponde a la verdad. Para contestar debe puntuar de 0 a 10, eligiendo el 0 si, en su opinión, la frase es totalmente falsa, y 10 si cree que la frase es totalmente cierta. Dice lo siguiente:

“Muchos catalanes quieren decidir mediante un referéndum si siguen perteneciendo a España, o si se constituyen en república independiente”.

-Esa frase, textualmente así, es verdad. Aunque la mayoría de los políticos de España no lo acepte, es lo que vienen diciendo todas las encuestas que se hacen en Catalunya. Ponga un diez.

-De acuerdo. Vamos con la segunda pregunta, que es más discutible que la primera.

“Muchos catalanes que quieren que Catalunya sea independiente podrían cambiar de opinión si España fuera una república en lugar de una monarquía”.

-Déjeme pensar un instante. Mejor repita, por favor.

-De acuerdo. “Muchos catalanes que quieren que Catalunya sea independiente podrían cambiar de opinión si España fuera una república en lugar de una monarquía”.

-Parece lógico, pero quizás no sean tantos como “muchos”. Ponga un siete.

-Anotado. Vamos con la última. Se trata de una pregunta en la que no tiene que puntuar, sino elegir entre dos opciones distintas, según la que usted prefiera. ¿Preparado?

-Dispuesto.

-Supongamos que en las negociaciones entre el Gobierno central y la Generalitat de Catalunya se ha llegado a un momento en el que hay que tomar una decisión definitiva y sobre la mesa solo hay dos alternativas posibles. Como el asunto es de tal envergadura que se necesita que todos los españoles se pronuncien, se acuerda convocar en toda España un referéndum en el que cada votante tendrá que elegir una de las siguientes papeletas:

Papeleta A. España sigue siendo una Monarquía, pero Catalunya se declara un estado independiente a todos los efectos.

Papeleta B. España se convierte en una República y Catalunya sigue formando parte de España.

Supongo que se da usted cuenta que, de esta forma, sea cual sea el resultado, cualquiera de las dos partes salva una parte de su honor, aunque también tenga que sacrificar alguna de sus pretensiones.

-Juan, me permite pensar durante 30 segundos la respuesta.

-Sí, pero a condición de que los cinco minutos para terminar la encuesta puedan ser cinco minutos y medio.

-De acuerdo (no se le escapa ni una, pienso, y abro un paréntesis íntimo, durante el que casi siento la respiración de Juan, a la espera de mi “sentencia”).

Ignorante de que tengo que emitir una opinión importante y contra reloj que se sumará a otras 199.999, el conductor del autobús 581 me sigue llevando desde el Intercambiador de Príncipe Pío, cerca del río Manzanares en Madrid, hasta Brunete, el pueblo aquel de la batalla. A estas alturas de la encuesta, el paisaje son hectáreas de hierbas altas y secas adornadas de retamas verdes junto a la carretera y, más lejos, encinas que, a ratos, son tantas que consiguen ser la inmensa mayoría. Pero no puedo evitarlo. Estos queridos y odiados catalanes objeto de tantos chistes, sigo para mis adentros, se han adelantado con lo de la República en el momento de mayor debilidad del gobierno y de la Monarquía, pues se ha descubierto una corrupción exagerada, tanto en la hermana del rey actual y su marido el Urdangarín, como en su padre, que reinaba hasta hace poco. Y quién sabe si también Felipe VI, que ya tiene 50 años, pueda haber gozado en algún momento de ese placer insuperable y emocionante que consiste en robar blindado por una inmunidad de categoría “Constitucional”. Se han atrevido los catalanes con la palabra tabú, República, en el momento más oportuno, y ahora resulta casi imposible encontrar una solución pactada.

Con el encuestador aún a la espera, entra una cascada de avisos en pantalla. El primero dice que AGBAR, una de las empresas que huyó de Catalunya hace casi un año tras el discurso del rey y el decreto aquel de Rajoy, ha decidido regresar, cual hijo pródigo, y a pesar de que la tensión sigue siendo total. Pero ahora no es el registrador Mariano quien está en La Moncloa. Acto seguido, otra nos informa que se suspenden los traslados de 300 guardias civiles, obligándoles a permanecer en Catalunya. Al menos no envían nuevos, pero tampoco hay convocado otro referéndum. Y eso que el registrador se ha ido a registrar. Esto no hay quién lo entienda. El tercero nos cuenta que PP, PSOE y Ciudadanos deciden no investigar las sospechas de negocios sucios de Juan Carlos I. Por esta ya no paso, y decido contestar al estudiante.

-Apunta que prefiero república con Catalunya. Y a ver si conseguís que, después de la encuesta, se convoque ese referéndum.

-Muchas gracias por su colaboración. Le enviaremos un mensaje a este mismo número de teléfono cuando publiquemos los resultados.

Ahora que usted acaba de leer mi último viaje en transporte público le debo confesar que no todo es cierto, pero son tantas las amenazas que algunos políticos les regalan a otros cada día, para que las escuchemos, que media hora siendo conducido en silencio es tiempo suficiente para imaginar varios paraísos. Por eso le pediré a usted, que está leyendo, que elija lo que más le guste de esta historia, y si no existe, haga todo lo que pueda para conseguirlo, como si fuera un estudiante de Sociología con ganas de trascender.

Quizás son estos universitarios de ahora, a quienes se les presume ese descaro juvenil tan rompedor como necesario, los herederos de aquellos que, con sus constantes violaciones de la legalidad entonces vigente, contribuyeron decisivamente a debilitar la dictadura sin esperar a que muriera Franco. Es probable que hoy, con estrategias nuevas, como la de programar una demoscopia inteligente y sin condiciones obligadas por la mezcla inconfesable de intereses públicos y privados, sean capaces de sacar los colores a unos mandamases que, ni saben negociar ni quieren conocer lo que prefiere la sociedad.

Imagine usted, ya termino, que los estudiantes de Sociología realizan la encuesta, porque nadie se lo puede impedir, y más del 70% prefiere que Catalunya siga en España a cambio de que seamos una república nueva, cosa comprensible porque, quien más quien menos, sabe que aquí el rey es un factor que bloquea la solución del conflicto. ¿Cuantos minutos puede aguantar cualquier gobierno con esa patata caliente sobre la mesa y sin obrar en consecuencia? El anterior supo salir huyendo, y eso que no sabía nada de esto.

Hay que convencer a Pedro Sánchez, que es quien manda ahora. Si no hace caso terminará siendo derrotado porque, por salvar a un rey mortal siendo socialista, habrá hecho daño un reino real.

Si hace siglos París bien le valió una misa a un aspirante al reino de Francia, hoy bien nos puede valer Catalunya a cambio de una república nueva, con más motivo y, para muchos, con todo el gusto del mundo.

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Fuente:  Iniciativa Debate