Consultas republicanas PDF Imprimir E-mail
III República - III República
Escrito por Espacio indepemdiente   
Domingo, 02 de Septiembre de 2018 04:42

Los pueblos libres no tienen reyes: soberanía y libre federación

La experiencia del ejercicio del derecho a decidir del 1 de Octubre en Cataluña, y las demandas de vascos y navarros por una consulta propia, así como la exigencia del parlamento mallorquín demandando referéndum sobre Monarquía o República, han generado una demanda parcializada de consultas populares en barrios y pueblos. Como se ha dicho, la República no implica solo el cambio en la Jefatura del Estado de un coronado y su familia por un presidente, es, sobre todo, la ocasión, histórica y política, de dar cumplida solución a los problemas políticos fundamentales de toda la sociedad.

La cuestión de las naciones oprimidas está ligada, histórica y políticamente, a la lucha por el socialismo, la democracia y la República desde el mismo nacimiento del movimiento obrero organizado. La aspiración republicana aparece unida, como la uña a la carne, a la lucha por la democracia en la sociedad; expresada en la aspiración a la Asamblea Constituyente soberana, como al libre ejercicio del derecho de separación y a la unión de los pueblos libres e iguales (federación). La Asamblea Constituyente soberana responde a la aspiración mayoritaria de amplios sectores de la sociedad de materializar en leyes las principales demandas sociales.

La crisis institucional del régimen del 78, que se concentra en particular sobre los poderes de hecho de la Monarquía en defensa de sus privilegios y negocios, depende menos de ella misma que de los movimientos de sus aliados internos y externos. Impidiendo soluciones democráticas y sociales sobre los problemas fundamentales, el gobierno del PP se convirtió en un verdadero callejón “legal” sin salida. La reacción oficial del españolismo más rancio contra el pronunciamiento republicano del 1º de Octubre en Cataluña fue la gota que desbordó el vaso. El gobierno del PSOE ha venido a tratar de reconducir la situación buscando renegociar sobre la nada con unos y otros, y ello cuando la libre expresión de la soberanía de los pueblos constituye el principal movimiento por la democracia política y la igualdad entre territorios.

Los artífices del continuismo franquista, puesto en boga en la Transición, pretenden de nuevo impedir la extensión del derecho a decidir de los pueblos, con aquello de que “deben ser todos los españoles los que decidan si están por la Monarquía o por la República”, cuando todas las leyes e instituciones obstaculizan la vía del libre plebiscito. Trampa que está siendo superada por los hechos. Ha sido la profundidad de la crisis política e institucional la que ha empujado a los pueblos a buscar una salida, a superar la Constitución del 78. De una parte, como rechazo a la opresión nacional contra vascos, catalanes, gallegos…, que es una de las bases de sustentación del régimen pactado del 78. De otra, como palanca por la movilización social sin alternativa política. Por ello, la demanda de libre plebiscito de las nacionalidades históricas es la que está abriendo el camino en general a   soluciones republicanas propias de pueblos libres y soberanos.

El franquismo, y su prolongación monárquica pactada, han agudizado hasta límites insospechados los problemas fundamentales de la sociedad. Los escándalos y la corrupción política que rodean a la Monarquía, y su sistema político clientelar de Constitución otorgada, no ofrecen salida democrática alguna. La institución fundamental del régimen del 78 no depende sino del sostén de terceros, de las cúpulas de los partidos y sindicatos oficiales que viven de la subvención y, por tanto, de la dependencia política de la “razón de Estado”, respondiendo en lo esencial al testamento de Franco del “atado y bien atado”, al ser los verdaderos artífices y sostenedores del tinglado continuista desde la muerte del dictador. Concierto nacional e internacional que se ha debilitado en profundidad por cuarenta y tres años de colaboración. Y esas profundas grietas del consenso de ayer son las que permiten que se visibilicen las demandas sociales, democráticas y nacionales de hoy.

Un referéndum oficial para votar sobre la permanencia o no de la Monarquía (qué esta blindada por ley) o la constitución de una República (que está obstaculizada por ley) exigiría el voto favorable de al menos las dos terceras partes del Congreso y del Senado, la disolución de las Cortes, y la convocatoria de elecciones generales, donde los nuevos electos deben volver a votar, al menos en la misma proporción, según el art.168 de la Constitución. Cambiar la forma de Gobierno, y en concreto el modelo de Jefatura del Estado, exigiría la reforma de la Constitución de la que hablaba el PSOE antes de llegar al gobierno a través de la moción de censura y, además, requeriría varios años de tramitación. Los problemas no pueden resolverse en abstracto: para ser resueltos con la participación mayoritaria deben situarse en un marco político e histórico determinado, y en un proceso político concreto. Por ello, necesitamos encontrar las expresiones políticas y las consignas adecuadas que ayuden al desarrollo concreto de la lucha de clases que superen el aislamiento de Cataluña.

Las reivindicaciones republicanas no solo no son ajenas a la lucha de la mayoría social de las nacionalidades históricas, sino que van de hecho por delante, como sucede hoy día con las demandas republicanas en Cataluña y País Vasco. Pero no son suficientes para extender el movimiento republicano a los demás territorios. La separación del Estado de la Monarquía aparece como la forma concreta que toma el proceso constituyente que se inició con el referéndum catalán de Octubre de 2017, expresando el hecho de que la cuestión de las nacionalidades es anterior al franquismo, y que el régimen de Franco y el de la Monarquía la han exacerbado. Condicionando, así, el movimiento por la República a respetar la voluntad de autogobierno de los pueblos.

Habida cuenta de las trampas establecidas para impedir el cambio político e institucional, y el papel de palanca de la cuestión nacional, los ritmos de ruptura con las instituciones y leyes del régimen no pueden sino ser desiguales porque a lo dicho se une la ausencia de acuerdos políticos y sindicales capaces de impulsar el movimiento por el cambio republicano, de ayudar a generalizar y entrelazar los procesos republicanos constituyentes.

Formas de reorganización desde abajo, como asambleas populares y republicanas, comités por la República …, son imprescindibles para impulsar la demanda de consultas republicanas. Una salida republicana, constituyente y convergente de los pueblos de España exige, en primer término, la ruptura de los electos que se reclaman demócratas y republicanos con las instituciones y leyes del régimen clientelar y corrupto. No se puede pretender soplar y sorber al mismo tiempo. Colaboración y ruptura con el régimen son procesos políticos incompatibles. La vía de un libre plebiscito republicano no puede prosperar sin generalizarse las acciones de ruptura con el régimen de aquellos electos que participan de las instituciones locales, autonómicas y estatales, o internacionales como el Parlamento Europeo, comenzando por promover resoluciones republicanas en todas las instituciones representativas, respaldadas en la movilización popular.

Senadores, diputados, alcaldes, concejales de partidos y coaliciones que se reclaman republicanos y de la izquierda deben soltar el lastre de las políticas de colaboración y de las dependencias monárquicas-clientelares de todo tipo. Rupturas que servirán no solo de ejemplo sino, y además, de guía política y de reorganización. Abriendo el camino del cambio republicano mediante el reagrupamiento de los movimientos incipientes por consultas populares mediante sufragio universal, igualitario, directo y secreto. Propiciando un acuerdo estatal republicano de fuerzas sindicales, políticas y sociales.

La exigencia democrática de poder decidir acerca de la separación o no del Estado de la Monarquía se constituye en la condición imprescindible para la libre federación. Se trata de la expresión necesaria del movimiento de la democracia desde abajo. No se trata de incitar a ningún pueblo a separase de otros pueblos con los que les une la lucha y aspiraciones en común, sino de establecer los procesos destituyentes-constituyentes de la libre separación de hoy y la libre unión de mañana, es decir, el ejercicio de la libre federación.

 

¡Acabar con la herencia franquista exige que los electos, y todas las fuerzas políticas y sindicales que se reclaman de la democracia, rompan con el régimen del 78!

¡Los pueblos libres no tienen reyes! ¡Repúblicas Constituyentes por la libre federación!

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Fuente:  El Espacio independiente