La vigencia del pensamiento de Marx 200 años después Imprimir
Cultura - Pensamiento
Escrito por Carlos Berzosa   
Domingo, 07 de Octubre de 2018 00:00

El 5 de mayo de 1818 nació Karl Marx, un pensador de los más influyentes, tanto en el pensamiento teórico como práctico, que ha habido a los largo del siglo XIX y XX. En conmemoración de este 200 aniversario, se está celebrando entre el 2 y el 6 de octubre el Congreso Pensar con Marx hoy en la facultad de ciencias políticas y sociología de la Universidad Complutense.

A mí me correspondió intervenir, y agradezco mucho la invitación por ello, en una mesa redonda junto con Juan Pablo Mateo y Diego Guerrero, moderada por Jorge Fonseca, bajo el título Pensar con Marx el capitalismo del siglo XXI. Mi reflexión comenzó por tratar de señalar los principales rasgos del capitalismo hoy para tratar de saber si realmente Marx sigue siendo válido para la comprensión del funcionamiento del modo de producción capitalista. Resulta corriente leer a diverso autores que consideran a Marx como un autor que analizó el capitalismo del siglo XIX, por lo que le invalidan para la comprensión del actual, pues es muy diferente al de entonces. Es una forma de tratar de descalificar su vigencia y dejarlo, en todo caso, como una reliquia del pasado. No en vano, como dijera el destacado marxista Maurice Dobb, ninguna obra de la literatura económica ha intentado ser refutada más veces.

Sin embargo, entre el gran legado de Marx se encuentra un trabajo teórico de gran envergadura como es El Capital, aunque basado en el capitalismo británico de la época, traspasa las fronteras espaciales y temporales mientras, a pesar de los cambios habidos, se mantengan las bases fundamentales en los que se sustenta y este, a mi modo de ver, es el caso que nos ocupa. De hecho, la gran economista británica Joan Robinson, discípula de Keynes dijo: “Marshall representa la visión complaciente del capitalismo, Keynes tuvo que proponer reformas para que sobreviviera y Marx tratando de destruirlo explicó muy bien su funcionamiento”.

El sistema capitalista del siglo XXI se caracteriza por la globalización neoliberal hegemonizada por las finanzas. Todo este proceso está generando grandes desigualdades entre países y dentro de cada país entre las diferentes clases sociales. A su vez se observa una tendencia hacia la precarización de los trabajadores acompañado de una elevada concentración del poder económico. A la explotación le acompaña la sobre explotación y, como señala Harvey Guía de El Capital (Akal, 2014), una acumulación de la desposesión, como las privatizaciones, el derecho de acceso a la tierra, desahucios y recortes de derechos. 

Un instrumento básico para la comprensión de la realidad en su totalidad es el materialismo histórico, pues no solo sirve para la comprensión del pasado para entender el presente, sino que ofrece una visión global del conjunto social y las partes que la componen entre las que se dan unas interdependencias no siempre simétricas. Establece diferentes niveles como el de las fuerzas productivas, relaciones de producción y superestructura. Las fuerzas productivas en su desarrollo generan unas relaciones de producción concretas y éstas a su vez determinan la superestructura (político-jurídica e ideológica). Las relaciones no se establecen solamente en la dirección indicada sino también a la inversa, pues la superestructura sirve para mantener y reproducir las relaciones de producción y las fuerzas productivas se desarrollan dentro de las relaciones de producción. Las relaciones de producción que desempeñan un papel determinante son relaciones de clases sociales y ello lo identifica con el concepto de estructura económica.   

capitalDe este modo cabe decir que la globalización no es solamente la liberalización de los mercados de capitales, sobre todo del financiero, y el de mercancías, sino que es una globalización de las relaciones de producción, de forma que se configura un gran espacio económico mundial sustentado en la explotación y la desigualdad. No se trata solamente de una relación entre compradores y vendedores que actúan en condiciones de igualdad sino de relaciones sociales de producción de dominación y dependencia. La globalización actual es producto de la toma de decisiones que se hacen desde los gobiernos y organismos económicos internacionales (FMI, Banco Mundial y OMC), esto es desde la superestructura, que influyen decisivamente en las relaciones de producción, favoreciendo de este modo la tendencia hacia la concentración y centralización de capital, tal como lo expusiera Marx.

La acumulación de capital tal como la entiende Marx conduce a esa concentración, a los ciclos y crisis económicas y a la pervivencia del ejército industrial de reserva. Nada más actual que todo lo que ya expuso en El Capital. El proceso de acumulación global se concreta en la expansión internacional de las empresas multinacionales, bancos y fundamentalmente de las finanzas. La aparición de los oligopolios no elimina ni mucho menos la competencia, aunque revista diversas  formas, tal como Marx lo analizó y que constituye uno de los rasgos principales del capitalismo. El sistema de crédito desempeña un papel crucial en la centralización de capital y también para la expansión de la demanda que resulta necesaria para realizar la enorme cantidad de mercancías que produce el capitalismo fruto a su vez de la competencia. Marx apuntó consideraciones sugerentes pero dejó bastante inacabado este análisis. 

No se puede entender esta dinámica sin estudiar a Marx. No obstante, el capitalismo global de hoy se caracteriza por la expansión financiera que no tiene precedentes y que, por tanto, no pudo ser analizada por Marx. Pero están siendo autores que se consideran seguidores de Marx quienes lo están haciendo, como es el caso de Bellamy Foster y Magdoff en La Gran Crisis financiera (Fondo de Cultura Económica, 2009), Roberts en La larga depresión (Viejo Topo, 2016) y Lapavitsas Beneficios sin producción (Traficantes de sueños, 2016). Se vive en un mundo en el que predomina la especulación y el endeudamiento. Este hecho está alcanzando tal gravedad que el FMI ha dado un aviso del peligro que significa la elevada deuda y que puede traer consigo otra recesión. 

En suma, el análisis de Marx sigue siendo una condición necesaria para entender el capitalismo del siglo, pero no suficiente para lo que hay que acudir a marxistas que a partir de sus esquemas teóricos son capaces de estudiar aspectos que no pudo tener en cuenta, pues cada autor es hijo de su tiempo, u otros que dejó inacabados. También hay que recurrir a otras escuelas que como la poskeynesiana tiene muchas cosas que decir. Pero el viejo Marx no acaba de morir a pesar de tantos que se esfuerzan en matarlo, bien mandándolo al siglo XIX, bien tratando de refutarlo, o bien ignorándolo, que es muy propio de la academia de hoy.

 

Carlos Berzosa es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid
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