Rabinovich y los hititas Imprimir
Cultura - Música
Escrito por Jaime Poncela.   
Sábado, 22 de Agosto de 2015 02:19

En 1980, mientras preparaba un examen de Historia Antigua, sentí que la vida, guerras y hazañas de los hititas y los hurritas en el Oriente antiguo se me estaban atragantando de tal manera que decidí salir de casa a tomar el aire aún a riesgo de suspender. Como tantas veces caminé desde Ceares hasta Begoña y me metí en Discoteca, la tienda en la que podía pasar horas y horas tratando de dar el mejor destino posible a mis escasos ahorros de melómano pobre. En el sitio de las casettes (que me perdonen quienes no hayan conocido tan entrañable tecnología) vi de pronto una de unos tipos llamados "Les Luthiers" que posaban para la portada en riguroso smoking y haciendo una extraña fila india de parejas enfrentadas que dejaban solo en un extremo y mirando al infinito a quien luego supe que era Gerardo Massana, fundador del "conjunto de instrumentos informales Les Luthiers" y que ya había muerto para aquella fecha.

 

La excentricidad del nombre del grupo, la originalidad la foto, así como el imprevisible contenido de las canciones que se anunciaban en el disco ("Voglio entrare per la finestra", "la bossa nostra" o "suite de los noticieros cinematográficos") fueron razones suficientes para que gastase mi escaso dinero en aquella joya que aún conservo y que, junto con todas las demás que vinieron después en soportes mucho más sofisticados, he devorado, aprendido de memoria, cantado, destrozado y parodiado con mi guitarra y recreado con amigos y enemigos en madrugadas de copas, música y risas que a veces parecen de otro siglo porque, realmente, ocurrieron en otro siglo.

Desde entonces hasta ahora, echen la cuenta, Les Luthiers han configurado en buena medida mi forma de entender la música, el humor, la ironía, el manejo del lenguaje y hasta de la vida en ciertas ocasiones. He envidiado y admirado a partes iguales el virtuosismo musical de sus componentes, el trabajo artesanal de encaje de letras, músicas y bromas, la vigencia sorprendente de sus espectáculos, la profesionalidad de cada uno de sus miembros y la inteligencia privilegiada de cada una de sus composiciones. Hay frases, gestos y canciones de Les Luthiers que forman parte del código secreto con el que durante muchos años nos hemos identificado entre nosotros los miembros de esta religión laica cada vez más extendida y de la que sigo siendo apóstol convencido. He dedicado muchas horas a reír y disfrutar de la elegancia armónica, tierna, caústica, y siempre pluscuamperfecta de Les Luthiers y, desde luego, a envidiar la vis cómica de Daniel Rabinovich y su capacidad para partir de risa a todo un auditorio con solo levantar un ceja o cambiar de orden una sílaba. Daniel Rabinovich murió hoy y yo lo he sentido como algo personal porque, como quien dice, nos conocemos desde aquella mañana de 1980 en la que los hititas y los hurritas me hicieron amigo de Les Luthiers y adicto a Rabinovich. Solo una vez hablé con él y creo que tendría que haberle dado las gracias por tantas cosas reídas con él que hoy me dan ganas de llorar por él.

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Fuente: Artículos de saldo / Jaime Poncela