Hoy la palabra de moda es populismo. Todavía no he escuchado a ningún intelectual, periodista o analista del espíritu en puro estado de abstracción, que sepa lo que está diciendo cuando habla de populismo. No voy a empezar diciendo la obviedad, que la palabra populista la inventó la derecha clerical. Más precisamente el cura italiano Don Luigi Sturzo, fundador del Partido Popular, y de la expresión, la palabra popular/populista, como alternativa al comunismo, al socialismo y al liberalismo político. ¿Acaso las dictaduras militares católicas y de derechas en Hispanoamérica, África negra y Filipinas, no han sido dictaduras populistas? Esta posición ideológica debería darnos una idea de lo que estamos hablando.

Históricos dirigentes de la izquierda catalana firman un manifiesto titulado “Una esperanza es posible” en el que muestran su apoyo al proyecto de confluencia de los comunes, liderado por Xavier Domènech y Ada Colau, en el que participan fuerzas políticas como ICV, EUiA, Podem, Barcelona En Comú o Equo, además de personas independientes relacionadas con el activismo social, el mundo académico e intelectual y el sindicalismo. De esta forma, la izquierda tradicional se vuelca con este nuevo sujeto político que pretende construir una república catalana dentro de un estado plurinacional, apostando por el derecho a la autodeterminación de Cataluña y poniendo en el eje principal de su planteamiento político las políticas sociales, así como disputando la hegemonía al independentismo de ERC y al convergente.