PSOE: el club de los poetas muertos Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Javier Fisac Seco / UCR   
Viernes, 08 de Noviembre de 2013 05:07

El PSOE nació republicano, laico, anticlerical y proletario. El franquismo fue monárquico, clerical, militarista y burgués. Durante la Dictadura sus dirigentes vivieron en el exilio o en las cárceles franquistas. Donde fueron exterminados lentamente y excomulgados por el papa Pío XII. En 1974 no llegaban ni a 5.000 los militantes, ancianos en su mayoría, pero en el exilio  estaba vivo, conservaba sus esencias ideológicas y proponía una alternativa republicana.


Hasta que surgió un club de jóvenes, formados, no en la tradición laica y republicana sino bajo el fantasma del nacionalcatolicismo, que rompieron con el exilio y su ideología. Y, apoyados, por el Departamento norteamericano de Estado, por el Estado Vaticano, vía Gil Robles y la socialdemocracia europea, especialmente por la alemana, quintacolumna del imperialismo norteamericano en Europa, organizaron la estructura del nuevo partido socialista, nacido como partido socialdemócrata.

El objetivo de este proyecto no era otro que, repitiendo la reorganización de la derecha y de la socialdemocracia por las fuerzas angloamericanas al finalizar la IIª Guerra Mundial, construir un partido socialdemocrático integrado en el Estado capitalista que actuara como muro de contención de la amenaza comunista durante el período de la “guerra fría”. El cambio en la forma de dominación del capitalismo de una Dictadura a una Democracia monárquica y parlamentaria, la “transición”, exigía de la existencia de este tipo de partido socialdemócrata.

El equipo que se encargo de esta transformación del PSOE republicano en monárquico estuvo encabezado por Felipe González, quien presume, hoy, de ser tan nacionalista como el franquismo y tan monárquico como la Iglesia. El modelo lo tenían en el programa de la socialdemocracia alemana de Bad Godesberg. Una garantía para el capitalismo y el clericalismo.

Sobre esta transformación ideológica, traición a las esencias republicanas, y la organización de un nuevo partido de base electoralista, desvinculado de las bases sociales y los movimientos sociales, se fue formando el partido necesario para estabilizar el Poder del capitalismo en España. Este partido se organizó ocupando todos los aparatos de la administración del Estado. De ahí que sus militantes sean miembros-funcionarios del Estado, se formen en el Estado, se mueran en el Estado y no tengan ni el más mínimo vínculo con el mundo proletario ni las bases populares. De ahí, también, su carencia de intelectuales progresistas, sustituidos por académicos de la Administración estatal universitaria.

No es necesario haber leído a Bakunin para saber que el Poder corrompe; ni haber leído a Trotsky a Mandel o a Djilas, cuyos libros “La nueva clase” o “Anatomía de una moral” recomiendo porque nos ayudarán a entender la situación de la izquierda hoy. No es necesario leerlos para saber que las organizaciones de izquierdas cuando son Estado están corrompidas. Y este es el mal de la socialdemocracia española, llamada PSOE más la sigla territorial de esas autonomías feudales, gobernadas por un sátrapa autonómico de ideología nacionalista y católica. Podemos empezar por Bono y añadir una interminable lista de sátrapas territoriales tan nacionalistas como Franco, tan monárquicos como el Rey y tan católicos como el Papa.

Lo que ocurre, a lo largo del desgaste por la crueldad del tiempo, es que estos partidos que son Estado se acaban descomponiendo por corrupción. Y la corrupción es el paso previo a la desintegración. Tenemos muchos ejemplos que lo confirman. Pasa con todas las dictaduras, pasó con los partidos comunistas del bloque soviético, que parecían petrificados, y pasó, incluso, ante mi propio asombro, con el Partido Comunista italiano. Aunque en este caso, en el francés y en el español su debilidad, que le llevó a la desintegración, fue producida por la mala interpretación de la alternativa “eurocomunista”.

El mayor enemigo del PSOE y sus satrapías está en su propia estructura organizativa. Al ser, en términos hegelianos,  un partido en sí mismo y para sí mismo, está viciado de arriba abajo y de abajo hacia arriba. Como todo partido autoritario, sino totalitario. De manera que es orgánicamente imposible que pueda renovarse desde dentro de sí mismo. Porque toda renovación amenaza su propia existencia, establecida sobre sus propios intereses personales económicos y de poder.

La única catarsis de regeneración posible pasa inevitablemente por su previa desintegración y reorganización desde y a partir de los movimientos sociales. Pero esta alternativa es, sencillamente imposible, porque el “aparato” bloquea, ensimismado, toda posibilidad de renovación de sí mismo desde fuera de sí mismo. En Cataluña tenemos el ejemplo del proceso de desintegración del socialismo, vinculado al nacionalismo español y a la monarquía.

Proceso que se desencadenó desde mucho antes de la situación actual cuando los socialistas catalanes renunciaron a reformas estructurales favorables a los ciudadanos y no al Estado pero que se ha acelerado a partir de un dato determinante: la presencia de unas fuerzas progresistas nacionalistas y republicanas que atraen el electorado que antes fue rutinariamente socialista y de izquierdas.

Lo que está ocurriendo en Cataluña es un ejemplo para las fuerzas progresistas españolas, los movimientos sociales y los intelectuales y republicanos. Si estas fuerzas son capaces de formar un bloque alternativo a la socialdemocracia y entienden, como lo ha entendido la Esquerra Republicana, que se puede controlar el Poder sin formar parte del Poder, estaremos en el camino de polarizar la izquierda progresista y reformista-socialista bloqueando la posibilidad de que el PSOE vuelva, nunca jamás, a ganar unas elecciones por mayoría.

La debilidad electoral del PSOE fortalece al bloque de izquierdas. Este es el camino en este momento. A partir de ahí las fuerzas progresistas, republicanas, anticlericales unidas a todos los movimientos sociales, desde las feministas hasta los jóvenes, deberán ir ganando posiciones. Ni ocupar el poder es la solución, en este momento, ni las prisas por llegar al Poder. Paciencia. Que gobierne la socialdemocracia en debilidad mientras el timón del gobierno lo tengan las fuerzas del progreso desde fuera de las poltronas del Poder. Los comunistas deben renunciar al atractivo que para ellos tiene sentarse en las poltronas del Estado. Si cometieran ese error, ayudarían al PSOE a recuperarse y ellos volverían a las cavernas platónicas.


Javier Fisac Seco es historiador, caricaturista político, creador artístico

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