Nazismo popularmente puro Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Domingo, 14 de Abril de 2013 00:00

PP naziEstán guerreras las chicas del partido que dice ser Popular. Y además están acostumbradas al ordeno y mando sin que nadie rechiste, porque al presidente de su partido le resulta muy cómodo que ellas realicen las faenas caseras mientras él descansa.

  Durante la rueda de Prensa informativa sobre el Consejo de Ministros del día 12, Sor Aya de Santa María, vicepresidenta del pío Gobierno marianista, que había confesado y comulgado esa mañana, y por ende estaba más fanática que de costumbre, arremetió contra quienes habían intentado sin éxito manifestarse ante su casa, superprotegida por la Policía gubernativa.

 

Aseguró, haciéndose cruces, que le resulta intolerable que un grupo de personas indignadas contra la política gubernamental proteste cerca de su casa, asustando a su hijito. La reverenda madre debiera pensar que si el niñito soporta su presencia sin llorar, está capacitado para aguantar a unos pacíficos protestantes que imponen mucho menos miedo que ella desmelenada

  Y añadió la monja coronel de los marianistas: “Los lugares adecuados para pedirme explicaciones son aquellos en los que realizo mi trabajo, es decir, la Moncloa y el Congreso.” No va a encontrar un cura que le perdone tamaña mentira, y tendrá que solicitar la absolución del pecado al mismísimo obispo de Roma. Porque a la zona presidencial en Moncloa no está permitido acercarse ni a un kilómetro de distancia, y la Policía gubernativa se encarga de protegerla con sus armas y tanquetas.

Posada el expulsador

  En cuanto al Congreso, o es una despistada que no se entera de lo que allí sucede, o es una cínica mentirosa. También puede ser ambas cosas. La víspera de su rueda, que debió de hacerle rodar tanto como para perder la cabeza, se produjo una sucesión de ataques a la soberanía popular absolutamente intolerable en un país democrático. La vigente Constitución de 1978 afirma en su primer artículo punto 2 que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y el punto 1 del artículo 66 aclara: “Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado”. Esto es tan falso como la afirmación real de que “La Justicia es igual para todos”: que se lo digan a él y a la parejita ducal.

  El 11 de abril de este año de desgracia el presidente del Congreso, Jesús Posada, marianista convicto y confeso y comulgado, ordenó francamente, pero con voz menos atiplada, a sus esbirros expulsar violentamente a unos españoles que, en uso de sus derechos ciudadanos y conforme a lo dispuesto en el texto constitucional, protestaban en la tribuna de invitados por la estafa sufrida con las llamadas acciones preferentes. Además, exigió francamente, pero con voz más fornida, que se procediera a identificarlos, ignoramos con qué intención, aunque a buen seguro era mala. Un inciso para plantear por qué los españoles necesitamos una invitación para poder entrar en nuestra casa, si somos los detentadores de la soberanía nacional. Pues porque no es nacional, sino nazional.

  Y no contento con esa demostración francamente nazi, quitó la palabra y expulsó de la tribuna de oradores a dos diputados elegidos por el pueblo al que allí representan, Joan Tardà y Alfred Bosch, impidiéndoles manifestar su opinión, en una actitud francamente totalitaria. Actitud imitada por la vicepresidenta primera, la tristemente célebre Celia Villalobos, cuando le sustituyó en la presidencia, y asimismo retiró la palabra y expulsó de la tribuna de oradores a la diputada Teresa Jordà, que la ocupaba en representación del pueblo español.

  De modo que en el Congreso de los Diputados no existe libertad de expresión, lo mismo que en la calle, y Sor Aya miente con un descaro intolerable, que el pueblo le hará pagar muy caro algún día. Al pueblo español se le desahucia del Congreso en donde reside su soberanía teóricamente, lo mismo que en la calle se desahucia a familias en paro imposibilitadas de pagar las hipotecas a los bancos. Esos mismos bancos a los que hemos salvado de la quiebra a la que los condujeron sus golfos directivos, inyectándoles millones de euros arrebatados a nuestros impuestos.

Un espíritu totalitario

  Pero no es la única mentirosa entre los marianistas. El día 13 se ha celebrado un foro de debate del partido que asegura ser Popular, cuidadosamente protegido por la Policía gubernativa, con el lema “Los políticos no son el problema”. Los buenos políticos indudablemente no lo son, pero lo malo es que nos gobiernan los peores, y ellos sí que constituyen un problema para el pueblo español, según sabemos todos cuantos los padecemos. Los políticos como Rajoy y Rubalcaba son un problema espantoso, que nos quita el sueño a los sufridos vasallos de su majestad el rey católico.

  La estrella invitada en el foro ha sido María Dolores de Cospedal, secretaria cabo furriel (ella dice general), del partido presuntamente Popular, que lo único que tiene acertado es el nombre, porque es verdad que causa enormes dolores a cuantos la sufrimos. Pero es forzoso reconocer que este día estaba inspirada, confesada y comulgada.

  No precisamente dolores esta vez, sino un decidido asentimiento nos produjo escucharle asegurar impasible el ademán: “La violencia física y verbal […] no refleja más que un espíritu totalitario y sectario.” Exacta definición para la actitud de Jesús Posada, que ordenó francamente, pero con voz más firme, a sus esbirros expulsar de la tribuna de invitados, mediante la violencia física, a los españoles que creían ser poseedores de la soberanía nacional, y ejerció la violencia verbal para hacer callar y expulsar de la tribuna de oradores a los diputados elegidos por el pueblo para que sean nuestros representantes, es decir, nuestros portavoces.

Esto es nazismo puro

  Se preguntó asimismo la dispensadora de dolores: “Pero ¿qué es esto de tratar de violentar el voto? Esto es nazismo puro.” Gran verdad y perfecta definición para la actitud de Jesús Posada, que fue la de un nazi puro, al violentar el voto popular, expulsando francamente, pero con voz más fuerte, a los diputados elegidos para que nos representen. Según la que hace agotar las aspirinas en las farmacias españolas, su compinche Jesús Posada es un nazi puro, y por esta vez le damos la razón, porque la tiene.

  No es que esperásemos otra actitud de los afiliados a un partido fundado por el nazi Manuel Fraga, ministro y embajador del dictadorísimo, al que contribuyó a exaltar conforme al modelo típico del culto a la personalidad nazifascista. En el partido supuestamente Popular ingresaron los residuos del llamado Movimiento Nacional, cuando su majestad el rey católico dio la orden del reciclado para disimular que habían jurado lealtad al dictadorísimo y fidelidad a sus leyes genocidas.