Al oeste del Edén Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Lucas León Simon en su blog   
Domingo, 11 de Septiembre de 2011 04:17

SindicalismoHace años, probablemente muchos, yo era un ingenuo idealista, metido en una trenka azul con capucha, y pegado a un megáfono portátil. Me lo creía casi todo. La paz, la solidaridad, que sólo la verdad nos haría libres, que hubiera un mundo mejor, sin grises y sin porras y que era mejor hacer el amor que la guerra.

 

El paraíso era una huelga, decidida en asamblea y votada a mano alzada. Queríamos transformar las relaciones de trabajo, cogestionar y, posteriormente, socializar las empresas. Eran unos tiempos de lucha y esperanza, de reivindicar derechos y cabalgar sobre las utopías hasta las aladas almas de las rosas. De ser realistas y pedir lo imposible.

Debajo de los adoquines estaba la playa, el amanecer de los sueños y todos, además de James Dean y Jesús Quintero, vivíamos al este del Edén. Éramos locos de todas las colinas y queríamos cambiar el mundo desde la inmanencia de un bocadillo de chorizo en el descanso de las once.

Pero, el dictador murió en su cama, la calle era de Fraga, el dinero de los bancos, y cuando llegó la democracia ya estaba herida y envilecida de advenedizos. Debajo de los adoquines no estaba la playa y si la dura realidad. Los franquistas de siempre se hicieron de "centro" y demócratas. Los verticalistas cambiaron el retrato de Solís por el de Pablo Iglesias y todos desembarcaron en partidos y sindicatos mayoritarios. Y lograron poder y moquetas.

Vinieron los pactos y las dudas. El desengaño y la madurez cobarde. Empezamos a comprender y disculpar todo. Razones de estado, decían. Y a los que nos importaba un carajo el estado y sus razones nos fueron arrinconando.

Descubrieron el brillo del dinero, de los despachos oficiales, del coche oficial y las secretarías. Sus ideales era hacerse un "montoncito" y la revolución gastronómica en restaurantes de lujo. Pagaba la visa oficial. Erótica del poder, le llamaban.

Se deslizaron por esta pendiente y pusieron todo en almoneda. Los fondos reservados, el terrorismo de estado, liquidaron la entelequia del estado de bienestar, aplicaron recortes y más recortes, de derechos, de libertades, de conquistas sociales y, ahora, ya, idólatras del dios mercado, malviven en el derrumbe y en el ocaso.

Se han amalgamado con el adversario. Paso a paso se han convertido en lo mismo. La misma y triste defecación social y política.

Hace años, probablemente muchos, yo era un ingenuo idealista. Hoy vivo adscrito a una pantalla donde, deforme, pasa el mundo.

Te habla un sindicalista al que se le caído (casi) todo el pelo, al oeste del Edén.

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Fuente: http://lucasleonsimon.wordpress.com/