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Senderos de represión |
Derechos y Libertades - Libertad de Expresión |
Escrito por Agustín Moreno |
Domingo, 01 de Diciembre de 2013 07:13 |
Primero vinieron a por los derechos, ahora a por las libertades. Pero no lo han tenido fácil: se han encontrado con la resistencia y movilización popular, mareas y huelgas generales. Y eso es lo que les ha puesto nerviosos. Cuando un gobierno aplica una política antisocial de forma sostenida, cuando intenta robar el futuro a sus ciudadanos, solo le queda la mentira y la represión para mantenerse en el poder. Con el revuelo ocasionado por el proyecto de ley de Seguridad Ciudadana se han encendido todas las alarmas, pero no es la única agresión.
Antes está el proyecto de nuevo Código Penal de Gallardón y se anuncia para después una ley de Servicios Mínimos para recortar el derecho de huelga. Son tres patas sobre las que asentar una legislación para reprimir la protesta ante la injusticia. Son un intento de criminalización generalizada del conflicto social que se lleva por delante derechos y libertades constitucionales y nos puede colocar en la senda hacia el fascismo. Analizaremos las tres agresiones, pero antes intentemos comprender la lógica autoritaria del poder y ver la práctica represiva que viene aplicando. Es muy esclarecedor el análisis del historiador Peter Burke. Dice: “La estrategia del miedo para evitar la revuelta es una constante en la historia de la humanidad. Pero me interesa más, como constante histórica, la teoría de por qué la gente se rebela. Las primeras teorías afirmaban que la población se rebela cuando las cosas van a peor. Por ejemplo: sube el precio del grano y estalla la Revolución Francesa. Sin embargo, tanto los historiadores como los teóricos sociales han subrayado, más recientemente, que las rebeliones se asocian a la ruptura de las expectativas crecientes. Cuando las cosas dejan de ir a mejor y se habían creado grandes expectativas, es cuando la gente se siente más insatisfecha. Más todavía que si las cosas van a peor de forma lenta y progresiva. Por tanto, las expectativas defraudadas son el contexto más propicio para que estallen las revueltas. Eso significa que el momento más peligroso para un Gobierno es cuando aplica reformas que no contentan a la población, porque la gente quiere otro tipo de reformas o a otro ritmo”. Es evidente que al PP no le gustan las protestas. Y no es un problema de mentalidad conservadora. No son partidarios, porque son conscientes de que les ponen en evidencia aquí y en el mundo, y no pueden decir que controlan la situación. Porque les erosiona política y electoralmente: dicen las encuestas que hoy perderían buena parte de los apoyos y crece en sus filas la preocupación por una posible debacle electoral. No les gusta, porque la protesta crea complicidades y una situación de empoderamiento popular que les da miedo, por si se acaba el “teatrillo” de democracia que pensaban atado y bien atado desde los tiempos de la transición. Pero sobre todo no les gusta porque no están dispuestos a cambiar la política antisocial que vienen aplicando. Van a seguir empobreciendo al país, recortando derechos sociales y laborales, atacando a la educación y a la sanidad pública, privatizando todo lo que puedan. Si les dejamos, van a cargarse todo, a crear situaciones irreversibles, o de difícil vuelta atrás cuando se vean obligados a dejar el poder. Algo parecido a lo que hizo la Thatcher que tanto lloró nuestra derecha. Cuando se incumple totalmente el programa electoral y se aplica de una agenda oculta, que algunos ya denunciamos, cuando se gobierna en contra la mayoría y al servicio de unos pocos, con 6 millones de parados y sin esperanza de mejora a medio plazo, si no se quiere que la gente proteste, se entra en una peligrosa deriva autoritaria. Para ello, previamente, se crea un clima en la opinión pública que se prepare para el recorte de libertades y derechos. Desde los responsables gubernamentales y de la derecha se han sucedido los insultos, comparaciones injuriosas, descalificaciones permanentes hacía profesores, sanitarios, la PAH, trabajadores en lucha de diferentes sectores. O provocaciones y amenazas desde las delegaciones del gobierno. Veamos algunos ejes que definen la estrategia que están aplicando y que ahora quieren elevar a categoría legal.
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