Con un debate en torno a la lucha contra la piratería en el cuerno de
África, entre otros asuntos, comenzó el pasado jueves el encuentro de
ministros de Defensa de la OTAN. Se habló de los planes para lograr una
mayor coordinación de las numerosas Armadas que operan
independientemente. Tanto la UE como la OTAN están presentes en las
mismas aguas con unidades propias, y otros Estados (por ejemplo, Rusia,
China, Japón, India o Irán) están representados por contingentes
nacionales. En la OTAN se discute la manera de conseguir una mayor
coordinación de las unidades implicadas, a fin de intervenir con mayor
contundencia. De ese modo, Occidente obtendría un mayor control sobre el
conjunto de las operaciones y consolidaría su predominio.
Más ataques
Las estadísticas actuales, publicadas esta semana por el International
Maritime Bureau (IMB), de la Cámara de Comercio Internacional (ICC),
revelan unos muy pobres resultados de la intervención frente a las
costas de Somalia. El IMB tiene en Kuala Lumpur un Centro de información
sobre actos de Piratería (PRC), que hace un seguimiento de los ataques
piratas en todo el mundo. Según el PRC, con relación al año anterior se
ha conseguido reducir de forma notable la “tasa de éxito” de los
piratas: en los primeros nueve meses de este año sólo fue secuestrado
uno de cada nueve barcos atacados, mientras que entre enero y septiembre
de 2008 eso sucedió con uno de cada 6,4 barcos. No obstante, los piratas
lo compensaron con un mayor número de ataques: mientras que en todo 2008
se produjeron 293 ataques, hasta el 1 de octubre de este año el PRC ha
registrado 306 ataques. En ellos, 661 personas fueron tomadas como
rehenes, doce secuestradas, seis asesinadas y ocho fueron dadas por
desaparecidas. Más de la mitad de los ataques piratas registrados en
todo el mundo tuvieron lugar en el Cuerno de África, donde también se
produjo el mayor número de víctimas.[1]
Más
violencia
El PRC informa a la vez de una drástica escalada de la violencia. Según
esas informaciones, el número de ataques en los que se utilizaron armas
de fuego se incrementó en más de un 200% en relación con el mismo
periodo del año anterior.[2] La semana pasada, expertos presentes en la
asamblea general de la Interpol que tuvo lugar en Singapur confirmaron
que los piratas no sólo están mejor organizados y operan cada vez más
lejos de la costa, sino que disponen además de armas más eficaces. No es
la única razón por la que muchos expertos ponen en cuestión el éxito de
la intervención de la Marina. “No puedo afirmar que hasta ahora haya
habido progresos en relación con la piratería”, declara el jefe de la
policía de Somalia, y señala las rudimentarias fuerzas policiales no son
capaces de controlar las bases de los piratas en territorio somalí.[3]
Las causas
sociales
Ninguna atención se presta al hecho de que persisten, inalteradas, las
causas sociales que están en el origen de la piratería. El bandidaje en
el Cuerno de África adquirió fuerza cuando, tras el colapso de Somalia,
barcos pesqueros extranjeros saquearon los caladeros del país y algunos
somalíes trataron de retomar la vigilancia de las costas por su cuenta.
Sin éxito, pero el rearme posibilitó su salto a la piratería.[4] La
continua sobreexplotación de las aguas costeras, también por pesqueros
occidentales, privó de ese medio de subsistencia a una población somalí
que se encontraba ya en una situación desastrosa. Sin embargo, en la
actualidad algunos piratas consiguen sumas millonarias abordando barcos
pesqueros de la UE y liberándolos a cambio de un rescate. Francia ha
empezado a proteger a los pesqueros franceses que recalan en la zona,
directamente con buques de guerra.
Hundimiento
de embarcaciones
En
cualquier caso, la intervención militar occidental persigue el éxito
saltándose el derecho internacional en alta mar. La semana pasada, sin
ir más lejos, un helicóptero del ejército alemán, tras efectuar disparos
de advertencia, detuvo a tres embarcaciones cerca de las Seychelles. La
Marina afirma que los once pasajeros arrojaron objetos al mar, entre
ellos, supuestamente, un arma de fuego. En el posterior registro de los
botes “no se encontraron armas”, según el ejército federal, pero sí
“diez bidones con combustible. Esto indica piratería”.[5] Por posesión
de combustible, los soldados alemanes obligaron a los 11 pasajeros a
montarse en uno de los botes, los soltaron en el mar y hundieron las
otras dos embarcaciones. “Este procedimiento” —se dice en el artículo de
un corresponsal— “se ha empezado a poner en práctica en todos aquellos
casos en los que presuntos piratas han sido detenidos por sospechas de
que estuvieran relacionados con un intento de ataque”.[6] Puesto que la
persecución judicial no es posible sin pruebas de los hechos, en este
caso es la Marina alemana la que actúa aplicando un castigo arbitrario
sobre la base de meras sospechas. Con estas prácticas, el ejército se
burla del derecho internacional, que contempla el derecho a la libre
navegación con independencia de la procedencia y el equipamiento de los
navegantes.
Disparos a
los ocupantes
En estas actuaciones se cuenta ya con que se producirán víctimas
mortales. A comienzos de septiembre, la fragata Brandenburg trató de
detener una embarcación; tras algunos disparos de advertencia, los
soldados alemanes abrieron fuego con sus ametralladoras. Uno de los
cinco ocupantes resultó herido de muerte. Berlín declaró a los
supervivientes “suficientemente sospechosos de piratería” y solicitó su
entrega a un tribunal keniano. No obstante, el cuartel general de
operaciones de la UE rechazó esa pretensión, ya que consideraba
improbable su condena en Kenia. Sin embargo, el mortal ametrallamiento
no tuvo consecuencias: la fiscalía del estado de Postdam rechazó abrir
una investigación. No presentó una fundamentación de su renuncia.[7]
Al igual que
en el Mediterráneo
El derecho del más fuerte que aplica la Marina alemana frente a la costa
este africana recuerda los procedimientos de los buques de guerra
europeos en el Mediterráneo. También ahí se restringe de facto el
derecho a la libre navegación, al menos para las personas que tratan de
huir en barco hacia Europa. Un informe jurídico, elaborado por encargo
de varias organizaciones humanitarias, llegó hace ya dos años a la
conclusión de que “la expulsión” de migrantes en el mar, “escoltarlos
camino de vuelta, impedirles continuar el viaje, remolcarlos de regreso
o llevarlos a las costas de países no pertenecientes a la UE” está
“prohibido”.[8] La manifiesta ilegalidad de tales procedimientos no
impide, no obstante, a los países de la UE continuar regulando el
tráfico marítimo a su arbitrio: en el Mediterráneo como frente a
Somalia; en el futuro, es probable que también en otras aguas.
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