El
presidente de Ecuador, Rafael Correa, juró ayer un nuevo
mandato de cuatro años el mismo día en que asumió la
presidencia pro tempore de la Unión de Naciones
Sudamericanas (Unasur). Rodeado del pleno de la Asamblea
Legislativa, el mandatario ratificó el carácter socialista
de su proyecto político y aseguró que el mismo es imparable.
“La revolución ciudadana es irreversible y nada ni nadie la
podrán detener. Radicalizaremos todas las reformas que
comenzamos en esta nueva época de Ecuador para lograr una
sociedad más incluyente, solidaria y equitativa”, afirmó
Correa entre los aplausos de la mayoría de sus pares de la
región que llegaron a Quito para la ocasión.
Sin perder un
minuto, el líder ecuatoriano eligió resaltar tres ejes de su
gestión: los programas sociales de atención a los sectores
más vulnerables de su país, la aprobación de una nueva
Constitución y, particularmente, el fin de un acuerdo
antidrogas que le permitía a Estados Unidos utilizar la base
militar ecuatoriana de Manta. “Hace pocos días, el último
soldado extranjero que se encontraba en nuestro territorio
regresó a su país”, afirmó Correa.
La ovación fue
general. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el
presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, que
fue invitado por el gobierno de Quito en tanto único
gobernante legítimo del país centroamericano, aplaudieron
con énfasis. No así el ausente presidente colombiano, Alvaro
Uribe, quien desistió de asistir al encuentro dada la
reunión de Unasur en la que se discutía precisamente sobre
la instalación de bases militares de Estados Unidos en su
país. Hacia allí apuntó Correa. “Se nos dice ahora que el
uso de las bases es un problema estrictamente colombiano.
¡Pero cuánta doble moral!”, gritó Correa. “¿Por qué no se
dice lo mismo de los programas nucleares de países
denominados hostiles a ciertos centros de poder?”, se
preguntó. “Ojalá la instalación de bases militares en el
país vecino no venga a fortalecer la política guerrerista
del gobierno de Bogotá; ojalá, como dicen, que se dediquen a
combatir al narcotráfico y no a los gobiernos populares de
nuestra América”, remató el anfitrión.
Rafael Correa
asumió por primera vez como presidente de su país en enero
de 2007 para un período que debía concluir en 2011, pero
debido a la reforma constitucional aprobada el año pasado,
las elecciones se adelantaron y en el último mes de abril
fue reelegido hasta 2013. En esa fecha, a su vez, podrá
presentarse nuevamente como candidato, ya que el actual se
computará como primer mandato.
Para este nuevo
período, el reelecto mandatario cuenta con 59 legisladores
sobre 124, lo que convierte a su coalición política, Alianza
País, en primera minoría, y un índice de popularidad
superior al 50 por ciento.
Con esas armas en
la mano, ayer anticipó que su gobierno seguirá negociando
con las empresas petroleras extranjeras que operan en el
país para que el Estado obtenga una mayor cuota de las
ganancias. “No nos tembló la mano al denunciar estructuras
de sometimiento internacional que están al servicio de las
transnacionales y de las instituciones financieras”, indicó.
“Seguiremos por el mismo camino en procura de obtener
mayores beneficios para todo el pueblo de Ecuador”, aseguró.
La crisis
económica internacional redujo drásticamente los ingresos
ecuatorianos derivados de las exportaciones de petróleo y de
las remesas enviadas por los emigrantes desde el exterior.
Sin embargo, Correa fue puro optimismo al hablar sobre los
retos económicos que le esperan en esta segunda etapa de
gobierno. “Supimos enfrentar el huracán y hoy podemos decir
que lo peor ya ha pasado, sin haber jamás sacrificado al
sector social”, señaló orgulloso. “Superaremos el mezquino
concepto de salarios mínimos para crear un sistema donde el
ser humano esté por encima de la acumulación de capital”,
lanzó.
Los grandes medios
de comunicación no quedaron afuera. Y, en ese punto, tras
denunciar una arremetida mediática internacional que busca
vincular a su gobierno con la guerrilla colombiana de las
FARC, Correa delineó su visión del asunto. “Coincido
plenamente con quienes sostienen que la vigencia de la
democracia exige medios de información libres,
independientes y críticos; pero una cosa es la existencia de
medios dotados de esas características y otra muy distinta
la suplantación de la opinión pública por los intereses
privados de esas empresas”, señaló. Y remató: “Insto a los
gobiernos hermanos de la región a que pensemos mecanismos
para contener los excesos antidemocráticos de cierta
prensa”.
Sobre el final,
Correa fue pura poesía. “La nueva Carta Magna es un canto a
la vida y la piedra fundacional de un cambio de época de
este nuevo tiempo de la patria”, aseguró.