Los ejércitos
campesinos chinos, liderados por Mao Tse-tung, estaban
fuertemente animados por un extraordinario espíritu de
camaradería, una altísima moral y una rígida disciplina. En
cambio, los aún gobernantes del campo "nacionalista" (estos eran
nacionalistas al estilo de Francisco Franco en España que,
cuando se veían apremiados o para obtener una victoria a
cualquier precio, llamaban a sus amigos fascistas que
-obviamente- eran extranjeros) pusieron de manifiesto sus
rivalidades internas, su incapacidad militar y su corrupción
ofreciendo, inclusive, el espectáculo de unos generales que
regateaban y especulaban con los fondos asignados al
sostenimiento de sus ejércitos. Llegaron, además, a venderle a
los adversarios los abastecimientos y las municiones recibidas.
Fueron numerosos los altos jefes del ejército de Chiang Kai-shek
que se pasaron al bando de Mao con las armas proporcionadas por
los estadounidenses. La ayuda de los yanquis a la China de
Chiang puede estimarse -entre 1945 y 1949- en más de 2.200
millones de dólares. Pero, el despilfarro llegaba a la locura.
El 31 de octubre de 1948, las fuerzas lideradas por Mao ocupan
Mukden, avanzando rápidamente en su liberador camino hacia el
sur; en enero de 1949 entraban en Pekín; Nankín era ocupada en
abril y Shangai en mayo.
Finalmente, el 1º de octubre de 1949, Mao Tse-tung proclama en la
plaza de Tian An-men (de la Paz Celestial) la República Popular
China, mientras Chiang Kai-shek se apresuraba a refugiarse en
Formosa, isla fortificada por los estadounidenses.
Mao dirá en ese crucial momento: "Nuestra tarea quedará
escrita en la historia de la humanidad. Mostrará que el pueblo
chino, que constituye la cuarta parte de la humanidad, desde
este momento se ha puesto de pie...".
Retomemos entonces, desde el 1º de octubre de 1949, fecha en
la que Mao proclama en la Plaza de la Paz Celestial (Tian An-men)
el advenimiento de la República Popular China y la puesta en pie
del pueblo chino, se plantea con toda crudeza el problema de la
construcción de una nueva sociedad.
En esa nueva
sociedad china tenía que pasar al plano de, simplemente, un
amargo recuerdo el ancestral problema del hambre, la opresión,
la atadura a esquemas ideológicos milenarios que propiciaban la
existencia de una clase ilustrada que explotaba material y
moralmente al pueblo chino.
Y otra de las dificultades, no menos
importante que las anteriores (en un mundo bipolar, globalizado
en la Guerra Fría), fue establecer en el esquema de ese
repartimiento del planeta en "zonas de influencia" por parte de
las dos superpotencias de posguerra, una solución independiente
y de autonomía concreta.
Presionada por este condicionamiento básico, la
revolución china está fuertemente marcada por una toma de
conciencia nacional, ingrediente que lamentablemente faltó a
otros procesos revolucionarios que surgieron a la faz del mundo
con una "independencia protegida".
"Los comunistas chinos construyeron su victoria ulterior de
la misma manera que Tito -que se impuso en Yugoslavia ocupada-,
como el verdadero jefe de la resistencia antihitleriana.
En efecto, tanto en China como en Yugoslavia, las dos
democracias populares que más decidida resistencia opusieron a
la hegemonía soviética, las dos únicas en que los comunistas no
llegaron al poder en los furgones del ejército rojo (soviético),
los revolucionarios se colocaron -para triunfar- la máscara
nacionalista. Dicho esto, ¿no sería, entonces, más simple? leer
"nacionalismo" en vez de "comunismo"?.
"Una de las consecuencias de la Segunda
Guerra Mundial fue, por tanto, la aparición y desarrollo, en el
medio rural, de un 'nacionalismo de masas'".
Pasada la Segunda Guerra Mundial, se vieron debilitados en el
mundo colonial y semicolonial los lazos de dependencia y los
grados de injerencia de las respectivas potencias, es entonces
cuando comienzan a desarrollarse poderosos movimientos
independentistas. La primera meta de estos movimientos era
superar el atraso histórico a que habían sido obligadamente
relegados.
En este
marco, la Revolución china presenta una cautivante originalidad.
Les preocupa fundamentalmente superar la burocratización del
Estado, vicio en el que habían caído otros procesos
revolucionarios y, por el contrario, asignarle el primer plano
al protagonismo de las masas.
Es así como, aún hoy (aunque con otros ingredientes,
tal vez más perniciosos), el proceso chino no aparece ante la
óptica mundial como anquilosado e inconcluso, sino todo lo
contrario, se encuentra en permanente revisión y transformación,
ejerciendo -en forma consciente- la crítica y la autocrítica.
De allí la seguridad de su líder, Mao Tse-tung, cuando meses
antes de la entrada triunfal en Pekín declaraba: "La guerra
revolucionaria del pueblo chino ha tomado ahora un nuevo giro...
el giro de la historia".
Luego de la sacrificada y sanguinolenta
victoria se imponía una nueva etapa. La etapa de la construcción
de la nueva sociedad, pero para ello había que superar el
primitivismo de las estructuras sociales impuesto por la
centuria de depredación imperial, la acción de los
terratenientes, la brutal corrupción y la herencia del gobierno
del Kuomintang, es decir el gobierno nacionalista que tuvo por
vértice a Chiang Kai-shek.
La manifestación coyuntural en los económico más evidente del
gobierno de Chiang estaba dada por una inflación pavorosa que
parecía irrefrenable. "Se utilizaron cuatro frentes de
acumulación, como bases para el desarrollo: se frenó el drenaje
de ganancias para el exterior; al trasladar la propiedad agraria
a manos de los campesinos se les pudo hacer participar, con sus
aportes, en las nuevas tareas; la supresión de la burocracia
motivó un excedente antes no aprovechado sino por unos pocos; se
limitaron las ganancias de los capitalistas "nacionales",
obligados a devolver parte de sus ingresos a la comunidad".
Todo esto pudo ser posible por la obligada toma de conciencia
nacional en que se vio aglutinada la sociedad china luego de la
agresión japonesa.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los dos motores
de la revolución popular china fueron el nacionalismo y la
cuestión agraria.
"Ante las atrocidades del ocupante, los campesinos, sin otra salida
que apoyar al ejército rojo, adquirieron una conciencia nacional
que hasta entones había sido patrimonio exclusivo de las clases
ilustradas. En las "zonas liberadas", la reforma agraria fue un
gran acicate para la movilización de los campesinos y alteró
profundamente las relaciones sociales en sectores de la
población que hasta entonces habían vivido en la miseria y la
sumisión".
Proclamación por parte deMao Tse-tung
de la República Popular China.
Entrada
del Ejército Rojo en Pekín en 1949.
Proclamación de
Mao desde la Plaza de Tian An-men de la República Popular China.
La conciencia nacional de la
Revolución China.
Revolución China ¿Nacionalismo o
comunismo?.
La lucha contra la burocracia de
la sociedad china.
Mao el día de la victoria final.
Campesinos chinos en arrozales.
La reforma agraria en China
Popular.
Mao planteó
claramente la estrategia revolucionaria en esos primeros pasos que
siguieron a la toma del poder. Había que combinar alternativamente y
concomitantemente dos tareas: una, de carácter democrático-burgués y;
otra, estrictamente socialista. En la primera tarea se planteaba la
liberación del imperialismo, unificación del país y reforma agraria.
Y la segunda, se relacionaba con la planificación de la industria
estatizada y la colectivización de la economía agrícola.