Con un margen de unos 17 puntos con su más inmediato
seguidor, el Frente Amplio hizo una muy buena
elección y ratificó su condición de primera fuerza
política de Uruguay. El Partido Blanco quedó lejos y
hubo un repunte del Colorado.
A medio festejo, los simpatizantes del Frente Amplio
(FA) salieron a las principales esquinas de la
ciudad con gestos, bocinas y cánticos. Su candidato,
José “Pepe” Mujica, ganó las elecciones
presidenciales de ayer en Uruguay, pero irá a
segunda vuelta el 29 de noviembre con el rival del
Partido Nacional (Blanco), el neoliberal Luis
Alberto Lacalle. Según las bocas de urna de las
encuestadoras, el oficialismo obtuvo entre el 47 y
el 48 por ciento de los votos, mientras que los
blancos conseguían entre un 28 y 30 por ciento.
El ex
guerrillero tupamaro reconoció en rueda de prensa
que habrá ballottage. “Queda un poco más de lucha”,
dijo desde el hotel NH de la rambla. “Todo indicaría
que nuestra fuerza política, una vez más, va a tener
una expresión importante. No descartamos tener una
mayoría parlamentaria.” A su lado, el candidato a
vicepresidente, Danilo Astori, agregó que estaban
muy contentos por los resultados. “Superamos a los
dos partidos tradicionales juntos”.
Astori se
refería a la suma de los partidos viejos como el
Uruguay, blanco y colorado. La sorpresa fue el
repunte de los colorados. Los sondeos previos a los
comicios le daban un 12 por ciento de intención de
votos. Según los boca de urna, obtuvieron un 17,7
por ciento por ciento de los sufragios. Su
candidato, Pedro Bordaberry, salió de inmediato a
manifestar su preferencia personal por la fórmula
blanca.
Después
habló Lacalle ante la prensa. “La ciudadanía ha
dicho que se quiere tomar un mes más.” Y subrayó sus
diferencias con el candidato oficialista. “Hay dos
maneras distintas de ver el país. El Partido
Nacional no se encerró a una posición dogmática”,
dijo el ex presidente (1990-1995), quien propone la
derogación de algunos impuestos y usar “una
motosierra” para recortar el gasto público. En
política exterior, es crítico del Parlamento del
Mercosur, porque el bloque según él “debe ser
estrictamente comercial”.
El
favoritismo ante una segunda vuelta le pertenece al
Frente Amplio. No es que porque no gane en primera
vuelta suceda lo mismo en el ballottage. El analista
Gerardo Caetano dijo que no cree que podría darse un
escenario similar al de 1999, cuando Tabaré Vázquez
perdió ante Jorge Batlle. “Las coyunturas y los
candidatos son muy distintos. Además, el Frente
Amplio esta vez pasó a segunda vuelta con un
porcentaje muy cercano a la mayoría, y con una
bancada mayoritaria”.
El Partido
Independiente, liderado por Pablo Mieres, que habría
conseguido el 2 por ciento de los votos, les dio
libertad a sus electores para la segunda vuelta. El
analista Adolfo Garcé prevé que “la mitad del
electorado independiente preferirá a Mujica, lo
mismo que una parte de los colorados, que identifica
el perfil del candidato oficialista con el del
compañero de Lacalle, Jorge Larrañaga”.
La
polarización Mujica-Lacalle se vivió en las calles
durante la jornada electoral. En el popular Barrio
Cerro pareció que no había habitante que no votara
por el Frente Amplio. Parejas con sus hijos, hombres
y señoras jubiladas recorrían la calles entre las
bocinas de los autos que llevaban las banderas
tricolor rojo, azul y blanco. Una joven caminaba
llevando esa bandera sobre sus hombros. “Yo estaba
en situación de calle y con el plan de emergencia de
este gobierno nos hicimos un rancho con mi marido.”
Mariela Vega tiene 32 años y un hijo de 14 y dos
más. Cobra 1800 pesos por sus tres hijos (360 pesos
argentinos), pero antes recibía 250 (50 pesos
argentinos) por hijo cada dos meses. “Ahora estoy
haciendo un curso de reconversión laboral de
marketing y atención al cliente. Los pobres podemos
acceder a la salud privada porque el Frente Amplio
se ocupó de la gente humilde. No podía decir que
vivía en un asentamiento en el Cerro porque no te
daban trabajo. “Pepe, como Lula, vivieron el hambre.
Son como nosotros.”
El barrio,
de casas bajas de tejas, estaba revolucionado.
Motos, autos y bicicletas pasaban embanderadas y el
tránsito era intenso a media tarde. Se veían largas
filas de gente para votar. Marcelo Moreira, de 20
años, mate en mano, dijo que votó a Mujica porque es
del Frente “la escuela pública mejoró, hoy los
chicos tienen una computadora. Hoy en día se basa
todo en la Internet. En cinco años no se puede
arreglar todo, pero seguro que los colorados o los
bancos se roban todo”, dijo este joven que trabaja
en la construcción desde los 16 años. En el
cochecito de su beba llevaba colgada una bandera de
su partido.
Sandra
estaba sentada afuera del colegio donde sufragó,
segura de que el oficialismo iba a ganar. “Gana el
Frente en primera vuelta”. Esta “cerrense” de 41
años y como docente, dijo que mejoró su situación.
“Nos aumentaron el sueldo, se instrumentaron
concursos.”
En la
esquina de la calle Portugal se vendían choripanes.
Allí, las calles tiene nombres de países, porque el
barrio albergó a inmigrantes. Allí, parado tras
votar, estaba Christian Berriel, de 27 años. Dijo
que con un nuevo gobierno del FA esperaba conseguir
trabajo en sistemas.
La gente
de Barrio Cerro, que queda a 12 kilómetros del
centro capitalino, mejoró con las políticas sociales
del gobierno de centroizquierda. Se combatió la
pobreza, que bajó del 30 al 20 por ciento, y
descendió el desempleo del 12 al 7 por ciento. El
experto Garcé destacó ante este diario la
importancia del Plan Ceibal, que en dos años y medio
dotó a los niños de colegios primarios de una
computadora.
A 12
kilómetros del centro, en sentido contrario, como
yendo a Punta del Este, se ubica el San Isidro
uruguayo: Carrasco. Si en el Cerro no había un voto
por blancos o colorados, en Carrasco no existían las
banderas del Frente. “¿Para qué voy a tener una
bandera del FA si no se vende?”, dijo el muchacho
del puesto. Vendía a 2 pesos con cincuenta las
banderas del partido colorado (roja, obviamente); la
del Partido Nacional (blanca y celeste) y la bandera
uruguaya.
Un banco
extranjero al lado de otro convive con una tienda
inglesa, un club de tenis y un bar muy frecuentado
por los jóvenes. Sentada afuera del bar, una chica
parecida a Wanda Nara, rubia y con lentes de sol,
dijo que votó a Lacalle. “No me gusta la política,
pero me acuerdo que de chica, cuando tenía unos 12
años, mi familia estaba mejor económicamente, era el
gobierno anterior de Lacalle”, dijo Florencia Syri.
Un señor
que pasaba caminando con sus nietos dijo que su
candidato fue el del Partido Blanco. “Lo que más me
preocupa es la libertad de expresión Cuando pasa
algo malo, como con Chávez, la culpa la tienen los
medios. Con Mujica podría suceder lo mismo, además
me parece que es sólo un payador. Lacalle ya
demostró que es un buen presidente”, dijo Rubén
Slutzky. Y agregó: “Tanto Uruguay como Argentina
fuimos en sentido contrario al Primer Mundo”.
Roberto
Martínez, veterinario de 42 años, dijo que votó por
el Partido Colorado para que tenga representación
parlamentaria. “El Frente Amplio sacó un impuesto a
la renta de las personas físicas que nos perjudicó a
la clase media. Bordaberry dijo que lo anularía.” Un
empresario de 39 años con gorrita de golfista de
nombre Roberto Righetti ya había sufragado y su
candidato era el blanco. “El problema es la
inseguridad y que haya variado el dólar.” A decir
verdad, los resultados de su partido fueron bastante
magros.