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Martha Beatriz Roque: No estaba muerta, estaba de pachanga

J. M. Álvarez

UCR  19 de Noviembre de 2009

 

      Desde el primer instante que varios “disidentes”, se encerraron en el domicilio de Vladimiro Roca exigiendo “libertad y democracia” argumentando que les había sido incautado un teléfono móvil, comprendí que estábamos ante un nuevo numerito al que nos tiene acostumbrados esa “disidencia clásica” que está en proceso de extinción. Si entré en sospechas, fue porque estos personajes son muy previsibles (sólo se mueven en pos de la plata); por tanto, estuve observando la reacción de los medios.

 

      Pocos saben con exactitud cuando comenzó el encierro, y lo señalo porque previamente al anuncio oficial del mismo, hubo entre ellos (ya en la casa) sus más y sus menos, incluso algunos fueron expulsados, según declaró Niurka Caridad Ortega Cruz, una de las encerradas que abandonó el domicilio acusando a  Martha Beatriz Roque de arrojar a la calle a tres “plantados”, de querer controlarlo todo, y de un psicótico afán de protagonismo. Antes de informar de sus intenciones a los medios occidentales acreditados en La Habana, era de vital importancia eliminar rencillas, broncas y puñaladas traperas.

 

    En fin. Pasó el tiempo y el día 13 del actual mes de noviembre, la agencia EFE informó que, según los disidentes, Martha Beatriz Roque (que ya lo personalizaba todo) estaba grave, a causa de una “huelga de hambre” que había iniciado en señal de protesta contra el Gobierno cubano, y añadía que un médico que la visitó, había detectado “afecciones en sus riñones”. Ignoro cómo lo diagnosticó, porque, al parecer, el galeno no llevaba ni el más elemental instrumento sanitario.

 

     El día 14, el portal digital contrarrevolucionario, cubanuestra.nu iniciaba una “cruzada de solidaridad” para salvar la vida de Martha, y afirmaba que los encerrados estaban en huelga de hambre “forzosa”. ¿Forzosa?, extraño argumento si consideramos que de aquel lugar salieron, como Pedro por su casa, tanto la nombrada Niurka Caridad, como los expulsados. No obstante, la cosa iba in crescendo, pues poco después, Martha ya no estaba grave, estaba ¡agonizando! El titular “Agoniza en La Habana Martha Beatriz Roque”, fue común en varios sitios digitales de América Latina, mientras El Nuevo Herald de Miami reportaba que, según uno de los sitiados, Martha “pudiera no durar el día” (sic).

 

    Pero a todo cerdo, le llega su San Martín, y el día 16 por la noche, el mafioso Lincoln Díaz-Balart, representante republicano por Florida, dijo en Washington que Roque estaba “cerca de la muerte”, debido a complicaciones derivadas de la huelga de hambre. Mejor se hubiera callado, porque horas más tarde, la agencia AP informaba: “Mientras un congresista cubano-estadounidense denunció en la Cámara Baja de su país que la disidente isleña Martha Beatriz Roque estaba a punto de morir por una huelga de hambre, la activista indicó que se trató de un ayuno y finalmente lo suspendió”. Que una moribunda tenga la capacidad física de convocar a la prensa, para declarar que “donde dije digo, digo diego” es digno de ser incluido en el libro Guiness de los récords.

 

       En resumen: Ni huelga de hambre, ni gravedad, ni agonía, sólo otra patochada forzada por la rivalidad que provoca la nueva “disidencia bloguera” la cual silenció, significativamente, el inminente óbito de la susodicha. Quizás el ayuno le haya venido bien para perder algún kilo de más, adquirido gracias a la buena vida que procuran las aportaciones económicas del terrorismo internacional anticubano, que comienzan a desviarse hacia la competencia. Una vez más, Martha no estaba muerta, estaba de pachanga.

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