Fernando Arozena
Noticias
de Guipúzkoa
10 de Diciembre de 2009
Julio
de 1936: Rebelión militar contra el Gobierno
legalmente constituido de la República. Hitler y
Mussolini apoyan desde el primer momento a los
sublevados. En cambio, las potencias "democráticas"
se posicionan por la no intervención. En otras
palabras, traicionan al Gobierno democrático de la
República.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, con la
victoria de las tropas aliadas -con participación de
republicanos españoles- contra el fascismo, las
fuerzas democráticas favorables a la República
esperan una intervención de los gobiernos aliados
para vencer al Gobierno de Franco y devolver la
legalidad democrática. Nada de esto ocurre, y se
decide no intervenir. Nueva traición a la democracia
española.
Unos años más tarde, a cambio de instalar bases en
el Estado español, EEUU reconoce al régimen
franquista.
Sólo faltarían unos años más para que se consumase
la traición definitiva, con la aceptación del
Gobierno fascista de Franco en las Naciones Unidas.
La traición de los gobiernos "democráticos"
occidentales supuso 40 años de sufrimiento a los
ciudadanos de los pueblos del Estado español, sin
libertades democráticas, sindicales, de género,
culturales y nacionales; con miles de fusilados,
desaparecidos, exiliados, torturados, encarcelados…
¡Cómo se parece a lo ocurrido en Honduras! Golpe de
Estado apoyado, logísticamente, por los mandos de la
base norteamericana en este país, derrotando al
Gobierno democrático de Zelaya, que había avanzado
en medidas sociales en beneficio de la mayoría pobre
y marginada de Honduras; lo cual perjudicaba a las
diez familias más poderosas hondureñas, que estaban
acostumbradas a manejar el país con base en sus
privilegios, controlando el poder legislativo,
judicial y militar; y con el apoyo inestimable de
EEUU, que defendía sus intereses en la zona.
29 de noviembre: Elecciones farsa convocadas por los
golpistas hondureños, carentes de cualquier garantía
democrática. El Gobierno de Obama, "la nueva
esperanza del mundo democrático", reconoce
inmediatamente los resultados. Tras él, los
gobiernos derechistas y lacayos de EEUU (Perú,
Colombia, Costa Rica y Panamá) lo secundan. Por el
contrario, la amplia mayoría de los gobiernos
iberoamericanos, capitaneados por Lula da Silva,
presidente de Brasil, se oponen a reconocer el
resultado de dichas elecciones, que consideran
ilegítimas.
Tanto lo ocurrido con la II República en 1936 como
lo ocurrido con Honduras, obedece a una máxima:
Cuando se avanza en derechos sociales y democráticos
para beneficio de la mayoría, los poderosos ven
peligrar sus privilegios y actúan para salvaguardar
sus intereses.
A los gobiernos occidentales, en 1936, no les
interesaba una República que concedía derechos
laborales, reforma agraria, educación laica y
universal, derechos para las mujeres… en beneficio
de la mayoría pobre, con enormes tasas de
analfabetismo y miseria; y prefirieron que triunfara
Franco. Ahora a los poderosos les molestaban los
avances que se estaban experimentando en Honduras.
Dicho golpe de Estado supone, además, un aviso a
navegantes para los gobiernos iberoamericanos que
están avanzando democrática y socialmente. No
olvidemos las bases que EEUU va a instalar en
Colombia para vigilar y amenazar a los países de la
zona; ni el golpe frustrado en Venezuela contra el
Gobierno democrático de Chávez; el golpe contra el
Gobierno de Allende en Chile, etc.. Todos ellos
apoyados logística, militar y financieramente por la
CIA y el Pentágono.