La
Historia no contada de los Cinco Cubanos
Ricardo Alarcón Quesada
Traducido
por Geleny Ramos. Cortesía de Cubadebate
Cuba Debate
22 de Agosto de 2009
I.
Héroes prohibidos
“Tienes que correr todo lo que puedas
para mantenerte en el mismo lugar.”
A través del espejo, Lewis Carroll
¿Se
acuerdan de Elián?
El caso de Elián
González, un niño de seis años forzosamente retenido por
desconocidos contra la voluntad de su padre y que en abierto desafío
a la ley de los Estados Unidos y de la decencia, fue reportado
ampliamente por los medios del mundo. El lugar del secuestro,
Miami, se convirtió en un tipo de ciudad secesionista en Norte
América, cuando el Alcalde, el jefe de la policía, los políticos,
todos los periódicos y anunciadores de la radio y la televisión,
junto a instituciones religiosas y empresariales, se unieron con
algunos de los más notorios grupos violentos a las órdenes de los
grupos terroristas y violentos para oponerse a la orden de los
tribunales y del gobierno, que era liberar al niño.
Fue necesario enviar un
equipo de las fuerzas especiales desde Washington DC, que se lanzó
en una operación subrepticia y rápida para ocupar varias casas,
desarmar a individuos que estaban fuertemente armados y escondidos
en el barrio, y salvar al niño y restaurar la ley. Todos siguieron
la noticia. Día tras día.
Pero casi nadie sabía
que, al mismo tiempo, en exactamente el mismo lugar -Miami- otros
cinco jóvenes cubanos fueron arbitrariamente desposeídos de su
libertad y sujetos a una gran injusticia.
Gerardo Hernández,
Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González
fueron detenidos en las tempranas horas del sábado 12 de septiembre
de 1998, y encarcelados por los próximos 17 meses en cárceles de
castigo. En solitario. La acusación principal contra ellos, como
fue reconocida por los fiscales y el juez desde que se levantó el
acta hasta el último día del juicio, fue que ellos habían,
pacíficamente, sin armas, penetrado los grupos terroristas
anticubanos con el objetivo de informarle a Cuba sobre sus planes
criminales.
¿Era concebible que
algún revolucionario cubano tuviera un juicio justo en Miami al
enfrentarse con este tipo de acusación? ¿Pudiera eso ser posible
durante el secuestro de Elián, con el ambiente de violencia, odio y
temor que lo rodeaba?
De acuerdo con la
Fiscalía, era perfectamente posible. En sus palabras, Miami es una
“muy grande, diversa y heterogénea comunidad” capaz de tratar
cualquier tema sensible, incluso los que involucran a la Revolución
cubana. Los fiscales repitieron esa línea, cuando rechazaron más de
diez mociones presentadas por los abogados defensores para cambiar
la sede antes del comienzo del juicio.
El mismo gobierno que
se vio obligado a tratar a Miami como una especie de ciudad rebelde
y a enviar secretamente fuerzas para restaurar la legalidad, mintió
repetidas veces sobre el tema de la sede, negándole a los demandados
el derecho tan respetado por los americanos, y se rehusó a mover el
proceso a la ciudad vecina de Fort Lauderdale, a media hora de
Miami. Irónicamente, unos pocos años después, en el 2002, cuando el
gobierno fue demandado civilmente en un caso administrativo de mucha
menos valía, posteriormente resuelto por un acuerdo fuera de la
Corte, y solamente indirectamente relacionado con el caso Elián, el
gobierno pidió un cambio de sede a Fort Lauderdale, afirmando que
era imposible que cualquier cosa relacionada con Cuba pueda ser
juzgado justamente en Miami (Ramírez vs. Ashcroft, 01-4835
Civ-Huck, June 25, 2002).
Esta contradicción
flagrante, prueba clara de una mala conducta de la Fiscalía, de
prevaricación real, fue uno de los factores principales en los
cuales se basó la decisión unánime del panel del Tribunal de
Apelaciones, en 2005, para anular las condenas de los Cinco y
ordenar un nuevo juicio. (Court of Appeals for the Eleventh
Circuit, No. 01-17176, 03-11087).
Esa histórica decisión
fue posteriormente reversada por la mayoría del tribunal bajo
presión del Fiscal General Alberto Gonzales en una acción contraria
a la que supondría la práctica corriente del Derecho de los Estados
Unidos. La movida exitosa del Sr. Gonzales, una manifestación de su
filosofía legal peculiar, cerró la posibilidad de una resolución
justa para este caso que hubiese honrado a los Estados Unidos.
La decisión del panel,
un documento sólido de 93 páginas que reseñaba hechos irrefutables
sobre la guerra terrorista de medio siglo contra Cuba, sigue siendo
un momento sobresaliente en la mejor trayectoria norteamericana y
perdurará como un texto que analizarán con respeto académicos y
estudiantes de Derecho.
Pero eso es otro
capítulo en la larga saga de los Cinco.
En cuanto a Elián
González, él está a punto de completar el preuniversitario y
continúa atrayendo la atención de los medios extranjeros y los
visitantes que van a Cárdenas, el precioso pueblo donde vive. Cuando
ellos viajan hacia la casa de Elián, los sorprenden carteles que
demandan la libertad de Cinco jóvenes que seguramente los visitantes
no conocían hasta ese momento.
En las palabras de
Leonard Weinglass:
“El juicio fue
mantenido en secreto por los medios de prensa
norteamericanos. Es inconcebible que el juicio más largo en
los Estados Unidos hasta el momento en que este tuvo lugar
fue cubierto solamente por la prensa local de Miami,
particularmente cuando fueron llamados a testificar por la
defensa generales y un almirante, así como un asesor de la
Casa Blanca. ¿Dónde estaban los medios de prensa
norteamericanos durante seis meses? No solo fue este el
juicio más largo, sino también fue un caso que involucraba
importantes asuntos de política exterior y terrorismo
internacional. La pregunta se le debe hacer a los medios
norteamericanos, que continúan negándose a cubrir un caso
con tales violaciones de los derechos fundamentales, e
incluso violaciones de los derechos humanos de los
prisioneros.” (Respuesta de Leonard Weinglass, en el
Foro organizado por www.antiterroristas.cu, el 12 de
septiembre de 2003.) |
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A Elián lo salvó el
hecho de que los norteamericanos conocieron el caso y se
involucraron para que la justicia triunfara. Los Cinco siguen presos
-11 años el próximo septiembre- víctimas de una terrible injusticia,
porque a los norteamericanos no se les permite conocerlos. Los Cinco
son castigados cruelmente porque lucharon contra el terrorismo. Son
héroes, pero son héroes prohibidos.
II. Justicia en el
país de las maravillas
“¡Primero la
sentencia… el veredicto después!”
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
Derrotado el tema del
cambio la sede, el resultado del juicio de los Cinco ya estaba
predeterminado. Siguió estrictamente la profecía de la Reina.
Los medios
norteamericanos jugaron un papel muy importante en dos direcciones.
Fuera de Miami un silencio total; como muy hábilmente describió el
abogado Leonard Weinglass, en contraste con el papel que jugaron en
el Condado de Dade, ofreciendo ambos, medios y Corte, un show de
impresionante disciplina.
Los medio locales no
solo cubrieron el caso intensamente, sino que intervinieron
activamente en él, como si fueran parte de la Fiscalía. Los Cinco
fueron condenados por los medios incluso antes de ser acusados.
Muy temprano en la
mañana del sábado 12 de septiembre de 1998, cada medio de
comunicación en Miami hablaba sin parar acerca de la captura de unos
“terrible” agentes cubanos, “dispuestos a destruir los EEUU” (la
frase que la Fiscalía adoraba y repetiría una y otra vez durante
todo el proceso). “Espías entre nosotros”, fue el titular
esa mañana. Al mismo tiempo, a propósito, el jefe del FBI en Miami
se encontraba con Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen,
representantes de la vieja banda de Batista en el Congreso.
Una campaña de
propaganda sin precedentes se lanzó contra cinco individuos que no
podían defenderse, porque estaban completamente aislados del mundo
exterior, día y noche, durante un año y medio, en lo que se conoce
en la jerga de la prisión como “el hueco”.
Un circo de los medios
ha rodeado a los Cinco desde su detención hasta ahora. Pero solo en
Miami. En el resto de los lugares de los EEUU la dura situación de
los Cinco solo ha recibido silencio. El resto del país no conoce
mucho del caso, y se le mantiene en la sombra, como si todo el mundo
aceptara que Miami -esa “comunidad muy diversa, y extremadamente
heterogénea”, según la descripción del Fiscal- perteneciera
efectivamente a otro planeta.
Esto podría haber sido
una proposición razonable, si no fuera por algunos hechos
vergonzosos que se han descubierto recientemente. Algunas de las
personas de los medios involucradas en la campaña de Miami
-”periodistas” y otros-fueron pagados por el gobierno de los EEUU,
figuraban en sus nóminas como empleados de la máquina de propaganda
anticubana de la radio y la televisión, que ha costado muchos
cientos de millones de dólares de los contribuyentes
estadounidenses.
Sin saberlo, los
estadounidenses se vieron obligados a ser muy generosos, de hecho.
Hay una larga lista de “periodistas” de Miami que cubrieron el
juicio completo de los Cinco, y, al mismo tiempo, recibían jugosos
cheques federales (para conocer más del “trabajo” de estos
periodistas consultar el sitio
www.freethefive.org).
La decisión de la Corte
de Apelaciones en 2005 también brinda un buen resumen de la campaña
propagandística, antes y durante el juicio. Esa fue una de las
razones que llevó al panel a “invalidar las sentencias y ordenar un
nuevo juicio”. Miami no era un lugar para tener siquiera presencia
de la justicia. Como dijeron los jueces “la evidencia presentada
[ante el Tribunal de Miami] respaldando las mociones para cambio de
sede fue masiva”. (Court of Appeals for the Eleventh Circuit,
No. 01-17176, 03-11087)
Vamos a aclarar algo.
Aquí no estamos hablando acerca de periodistas, en el sentido que
pueden estar pensando los estadounidenses fuera de Miami. Nos
estamos refiriendo a los “periodistas” de Miami, que es algo muy
diferente.
Su papel no era
publicar las noticias, sino crear un clima que garantizara las
condenas. Incluso convocaron manifestaciones públicas fuera de las
oficinas donde se reunía la defensa y acosaron a los presuntos
miembros del jurado durante la fase anterior al juicio. El tribunal
en cuestión, mostró preocupación por la “enorme cantidad de
solicitudes de vistas previas a los interrogatorios, aparentemente
con el objetivo de informar a los oyentes, incluidos los posibles
miembros del jurado, acerca de las preguntas antes de que el
tribunal las hiciera”.
Estamos hablando sobre
un grupo de individuos que acosaron a los miembros del jurado,
persiguiéndolos con cámaras, por las calles, filmando sus licencias
de conducir y mostrándolas en televisión; los rastreaban hasta
adentro del edificio de la Corte, por la puerta de la habitación del
jurado, durante los siete meses completos que duraron los
procedimientos del juicio, desde el primero hasta el último día.
La jueza Leonard más de
una vez protestó y suplicó al gobierno que detuviera una mascarada
tan deplorable. Lo estuvo haciendo desde el comienzo del juicio, en
varias ocasiones, y hasta el final. No fue escuchada. (Official
transcripts of the trial, p. 22, 23, 111, 112, 625, 14644-14646).
El gobierno no estaba
interesado en celebrar un juicio justo. Durante el proceso de
selección del jurado, la Fiscalía estaba ansiosa por excluir a la
mayoría de los miembros afro-estadounidenses, así como excluyó a los
tres individuos que no mostraron tener fuertes sentimientos
anticastristas.
Por esa fecha Elián
González había sido rescatado, y permanecía en las mentes de los
miembros del jurado. Uno de ellos dijo durante la vista previa
de los testigos: “Me preocuparía por la reacción que podría
haber…no quiero que sucedan reyertas ni nada parecido a los sucesos
del caso de Elián”. O citando a otro: “Si quieren saber la
verdad…yo estaría hecho un manojo de nervios, tendría miedo por mi
propia seguridad si no regresara con un veredicto de acuerdo con los
intereses de la comunidad cubana”.
En medio de esa
atmósfera de miedo comenzó el mayor juicio hasta el momento en la
historia estadounidense, y el que los grandes medios “decidieron”
ignorar.
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