Las relaciones entre los
militares golpistas hondureños y el Ejército de Estados Unidos
tienen larga data.
Romeo Vázquez, el general que dirigió el golpe de Estado contra
Manuel Zelaya, estudio en la Escuela de las Américas, y hasta el
propio Jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, Douglas
Fraser, admitió que la primera escala del derrocado Presidente
fue la base de Soto Cano (Palmerola), que Estados Unidos
administra en territorio hondureño desde que ese país se
transformó en la principal plataforma contrarrevolucionaria
centroamericana en la década del ’80 del siglo pasado.
El embajador de Estados Unidos en Honduras es heredado del
gobierno de George W. Bush y un connotado cubano anticastrista,
Hugo Llorens, quien tardó 48 horas en protestar ante los dichos
del primer canciller golpista, Enrique Ortez, quien afirmó que
Barack Obama era un “negrito que no conocía donde quedaba
Tegucigalpa”.
Deducir que estos sectores estadounidenses apoyaron el golpe de
Estado contra el aliado de Hugo Chávez en Honduras, es
prácticamente un ejercicio matemático.
Pero la postura oficial de la administración de Obama en
Washington es contraria a la descripta anteriormente. Tanto el
mandatario estadounidense como el departamento de Estado
liderado por Hillary Clinton condenaron el golpe, implementaron
medidas contra los usurpadores y negaron reconocimiento al
proceso electoral que organiza la dictadura.
Puede pensarse que estas son medidas insuficientes y que hay
otras ayudas que no se recortaron, podemos analizar que las
sanciones impuestas por Washington son una pantalla para
distraer a la gran prensa y a la opinión pública, y que por
debajo de la mesa sigue la colaboración.
Pero pese a que estas posibilidades son ciertas y es muy
probable que se acerquen a la verdad, hay otra línea de análisis
que también puede resultar cierta y cercana a la verdad.
La postura oficial y pública del gobierno de Obama es la no
aceptación del gobierno de Romeo Vázquez y Micheletti.
Esto implica que en ningún plano oficial en las relaciones entre
gobierno y gobierno puede aceptarse el reconocimiento de las
autoridades golpistas.
Pues bien, eso no es lo que ocurre con el Ejército de los
Estados Unidos. Ya vimos que la relación entre los militares de
ambos países son muy estrechas, y todo parece indicar que los
uniformados de las fuerzas armadas más poderosas del mundo no
están dispuestos a suspender sus relaciones con sus amigos
hondureños, pase lo que pase y cualesquiera sean los
lineamientos provenientes del poder civil en Washington.
La información que Ud. leerá a continuación parece una
confirmación de que algunos militares de EEUU no están
dispuestos a obedecer a un negrito civil liberal y socialista
(así piensan sobre Obama los neoconservadores de Washington) que
de ninguna manera puede comprender las necesidades de la vida
militar, entre las que por supuesto está –siempre que se pueda-
desalojar por la fuerza y mediante un golpe de Estado a un
presidente que lleva a su país hacia un destino ateo y
comunista.
El miércoles pasado la agencia alemana DPA informó que en la
lista de países participantes de los ejercicios Panamax que
Estados Unidos organiza en el país propietario del Canal,
Honduras era uno de los invitados.
El jueves, la mayoría de los diarios de circulación nacional en
México dieron la noticia de que pese al golpe de Estado, el
Comando Sur de EEUU había invitado a sus militares a los
ejercicios. Horas más tarde, la agencia cubana Prensa Latina
informaba (basada en medios hondureños) que el país
centroamericano no participaría en los ejercicios Panamax.
Al día siguiente, en una declaración política, el Comando Sur
informó que Honduras no participaría.
"Puede haber confusión según algunos comentarios, pero Honduras
no va a participar en Panamax 2009", dijo el brigadier general
estadounidense Gerald W. Ketchum.
"Hace unas semanas recibimos una carta de parte de Honduras
donde notificaban que no iban a participar. Nosotros entendemos
que se debe a la situación actual" tras el golpe de Estado del
28 de junio, agregó Ketchum en la ceremonia de presentación de
los ejercicios militares.
Aunque el militar del Comando Sur descarta la participación de
los golpistas, realiza una revelación: los uniformados
hondureños no irán porque decidieron no hacerlo, no porque no
hayan sido invitados por los estadounidenses.
O sea que la invitación se mantuvo, lo que indica la
contravención directa a la línea política trazada desde
Washington.
Pero hay otro elemento que pone las cosas más difíciles para
todos.
El embajador de Honduras en Panamá, Juan Alfaro (fiel a Zelaya),
denuncia el mismo viernes que "hay una delegación (militar
hondureña). Ellos están participando en estos ejercicios. Lo que
a mí me extraña es que la ayuda militar fue cortada desde el
inicio del golpe y esto demuestra que el Pentágono actúa por un
lado y por otro lado Obama".
Podemos decir que el embajador de Zelaya sostiene lo mismo que
el título de esta nota.
Para agregar un poco más de leña al fuego, la Agencia Francesa
de Prensa reproduce horas después una declaración de un oficial
panameño, quien reveló que las fuerzas hondureñas estaban
invitadas a las maniobras, pero no participaron por "razones
mecánicas" de sus buques.
"Sí estaban invitados (pero) en el día de ayer (jueves)
recibimos una llamada que por razones mecánicas de las mismas
embarcaciones no iban a participar", dijo el subcomisionado
Osvaldo Ureña, del Servicio Aeronaval de Panamá, uno de los
portavoces de Panamax 2009.
En definitiva, los hechos que se evidencian luego de analizar
estas informaciones representan un escenario complejo dentro de
las estructuras de poder en Washington.
Interesante resulta preguntarse quién manda realmente en la
capital del imperio.
Sería pertinente una aclaración, no vaya a ser que debamos
pensar que eso no es una democracia sino algo más parecido a una
dictadura militar.
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