El jefe del
Comando Sur de Estados Unidos fue bienvenido en Colombia. El
general Douglas Fraser llegó a Cartagena el fin de semana,
en medio de la polémica por el anuncio de la instalación de
más bases militares norteamericanas en este país, y tras el
paso del canciller de Israel. Fraser se reunió con varios
comandantes militares de Sur y Centroamérica y el sábado
viajó a Bogotá, donde fue recibido por el comandante de las
fuerzas militares colombianas, Fredy Padilla.
Venezuela, Brasil,
Ecuador, Chile y Nicaragua, entretanto, expresaron su
preocupación por lo que significa el aumento del pie de
fuerza norteamericano en la región, y el apoyo de Colombia a
la potencia mundial en materia militar. Hace dos semanas se
supo que Bogotá y Washington negocian un acuerdo para que
EE.UU. use tres o más bases aéreas colombianas, donde se
instalarían 800 militares y 600 contratistas, hasta por diez
años. Desde entonces, las molestias no paran. El primero en
reclamar fue el Consejo de Estado nacional, a quien no se lo
consultó, como indica la Constitución, ya que el Congreso
estaba de vacaciones. El gobierno venezolano fue el
siguiente en protestar. Para el presidente Hugo Chávez, las
bases norteamericanas en su país vecino son una amenaza a su
soberanía, y así lo repitió este fin de semana en su columna
dominical “Las líneas de Chávez”.
“Esta semana he
conversado con varios jefes de Estado de nuestro continente,
con el fin de alertarles acerca del peligro que representan
las nuevas bases militares gringas para Venezuela. Es
evidente que este será un tema central en la próxima reunión
de la Unasur”, escribió. Brasil, Chile y Nicaragua se
sumaron a la lista de inquietos. El canciller brasileño,
Celso Amorim, expresó que entiende “las preocupaciones” del
país bolivariano y exigió a Colombia que presente “garantías
formales” sobre el acuerdo que negocia con el país del
Norte, según publicó ayer el diario Folha de Sao Paulo.
Con el nuevo
acuerdo, Estados Unidos quedaría instalado en el norte, el
occidente, el centro, el oriente y el sur del país, para,
según alega Bogotá, solamente para apoyar la guerra contra
el narcotráfico y la guerrilla. Pero otros países no lo ven
así. “Lo que a Brasil le preocupa es una presencia militar
fuerte, cuyo objetivo y capacidad parecen ir mucho más allá
de lo que pueda ser la necesidad interna de Colombia”,
señaló Amorim. El jueves, el presidente de su país, Luiz
Inácio Lula da Silva, y Michelle Bachelet, su colega
chilena, pidieron una reunión del Consejo de Defensa
Suramericano para analizar el acuerdo militar de manera
paralela a la cumbre de Unasur. Esta se realizará el próximo
10 de agosto en Quito, Ecuador, pero Colombia no
participará.
El tema del
acuerdo Bogotá-Washington será el primero a tratar, como
probablemente lo es en la agenda del general Fraser, que
reemplazó en el cargo a James Stavridis, desde junio pasado.
El itinerario del nuevo comandante estadounidense se manejó
con absoluta reserva, pero se sabe que es el encargado
directo de las operaciones que se iniciarían en Colombia,
así como del retiro de sus tropas de la base militar de
Manta, en Ecuador. A sus encuentros no se permitió la
entrada de la prensa y no hubo declaraciones. Oculta también
es la información sobre los avances del polémico acuerdo
para que militares y aeronaves de Estados Unidos usen bases
en Colombia. “En la región es importante tener transparencia
y claridad, algo que tal vez faltó; por ejemplo, podemos
tener garantías formales sobre cómo las bases serán usadas”,
precisó el canciller de Brasil.