Discurso de Chávez en la Cumbre del
Clima en Copenhagen
UCR
17 de Diciembre de 2009
Señor Presidente, señores, señoras, excelencias,
amigas y amigos, les prometo que no voy
a hablar más del que más ha hablado esta
tarde aquí, permítanme un comentario
inicial que hubiera querido hacer como
parte del punto previo que fue ejercido
por la delegación de Brasil, de China,
de India, Bolivia, nosotros estábamos
allá pidiendo la palabra pero, no fue
posible tomarla. Dijo la representante
Bolivia, mi saludo por cierto al
compañero Presidente Evo Morales quien
está por allí, Presidente de la
República de Bolivia.
Asistentes [Aplausos].
Ella dijo entre otras cosas lo
siguiente, tomé nota por aquí, dijo: el
texto presentado no es democrático, no
es inclusivo.
Yo venía llegando apenas y nos estábamos
sentando cuando oímos a la Presidenta de
la sesión anterior, la Ministra, decir
que venía un documento por ahí, pero que
nadie conoce, yo he preguntado por el
documento, aún no lo tenemos, creo que
nadie sabe de ese documento top secret.
Ahora ciertamente, la camarada boliviana
lo dijo, no es democrático, no es
inclusivo, ahora señoras, señores:
¿Acaso no es esa precisamente la
realidad de este mundo?
¿Acaso estamos en un mundo democrático?
¿Acaso el sistema mundial es inclusivo?
¿Podemos esperar algo democrático,
inclusivo del sistema mundial actual?
Lo que vivimos en este planeta es una
dictadura imperial, y desde aquí la
seguimos denunciando ¡Abajo la dictadura
imperial! ¡Y que vivan los pueblos y la
democracia y la igualdad en este
planeta!
Asistentes [Aplausos].
Y esto que aquí vemos es reflejo de
ello: exclusión.
Hay un grupo de países que se creen
superiores a nosotros los del sur, a
nosotros el tercer mundo, a nosotros los
subdesarrollados, o como dice el gran
amigo Eduardo Galeano: nosotros los
países arrollados como por un tren que
nos arrolló en la historia.
Así que no nos extrañemos pues de esto,
no nos extrañemos, no hay democracia en
el mundo y aquí estamos una vez más ante
una poderosa evidencia de la dictadura
imperial mundial. Luego aquí subieron
dos jóvenes, afortunadamente los agentes
del orden han sido decentes, algún
empujón por ahí, y ellos colaboraron
¿no? Allá afuera hay mucha gente ¿saben?
Claro, no caben en este salón, mucha
gente; he leído por prensa que hubo
algunos detenidos, algunas protestas
intensas, ahí en las calles de
Copenhague, y quiero saludar a toda esa
gente que esta allá afuera, la mayor
parte de ella jóvenes.
Asistentes [Aplausos].
Claro son jóvenes preocupados, creo que
con razón mucho más que nosotros por el
futuro del mundo; nosotros tenemos -la
mayoría de los que estamos aquí- ya el
sol a la espalda, ellos tienen el sol al
frente y están muy preocupados.
Uno pudiera decir señor Presidente que
un fantasma recorre Copenhague,
parafraseando a Carlos Marx, el gran
Carlos Marx, un fantasma recorre las
calles de Copenhague, y creo que ese
fantasma anda en silencio por esta sala,
por ahí anda, entre nosotros, se mete
por los pasillos, sale por debajo, sube,
ese fantasma es un fantasma espantoso
casi nadie quiere nombrarlo: el
capitalismo es el fantasma, casi nadie
quiere nombrarlo.
Asistentes [Aplausos].
Es el capitalismo, ahí rugen los
pueblos, allá afuera se oyen.
Yo venía leyendo algunas consignas que
hay en las calles pintadas, y yo creo
que esas consignas de estos jóvenes,
algunas de ellas la oí cuando iba el
joven allá y la joven, hay dos de las
que tomé nota. Se oyen entre otras dos
poderosas consignas. Una: No cambien el
clima, cambien el sistema.
Asistentes [aplausos].
Y yo la tomo para nosotros. No cambiemos
el clima ¡Cambiemos el sistema!
Y en consecuencia comenzaremos a salvar
el planeta. El capitalismo, el modelo de
desarrollo destructivo está acabando con
la vida, amenaza con acabar
definitivamente con la especie humana.
Y el otro lema llama a la reflexión. Muy
a tono con la crisis bancaria que
recorrió al mundo y todavía lo golpea, y
la forma cómo los países del norte rico
auxiliaron a los banqueros y a los
grandes bancos, sólo Estados Unidos,
bueno, se perdió la cifra, es
astronómica; para salvar bancos. Dicen
en las calles lo siguiente: Si el clima
fuera un banco ya lo habrían salvado.
Asistentes [aplausos].
Y creo que es verdad. Si el clima fuera
un banco capitalista de los más grandes,
ya lo habrían salvado los gobiernos
ricos.
Creo que Obama no ha llegado, recibió el
Premio Nóbel de la Paz casi el mismo día
que mandaba 30 mil soldados más a matar
inocentes en Afganistán, y viene ahora a
presentarse aquí con el Premio Nóbel de
la Paz, el Presidente de los Estados
Unidos.
Pero Estados Unidos tiene la maquinita
de hacer billetes, de hacer dólares, y
ha salvado, bueno creen haber salvado
los bancos y el sistema capitalista.
Bien, esto, comentario al margen, que yo
quería hacerlo allá, estábamos
levantando la mano para acompañar a
Brasil, a India, a Bolivia, a China, en
su interesante posición que Venezuela
comparte y los países de la Alianza
Bolivariana, con firmeza; pero bueno, no
nos dieron la palabra, así que no me
cuente estos minutos por favor
Presidente.
Asistentes [aplausos].
Fíjense, por ahí conocí, tuve el gusto
de conocer a este escritor francés Hervé
Kempf, recomiendo este libro, lo
recomiendo, se consigue en español –por
ahí está Hervé- también en francés, en
inglés seguramente, Cómo los ricos
destruyen el planeta. Hervé Kempf: Cómo
los ricos destruyen el planeta. Por eso
fue que Cristo lo dijo: Más fácil será
que un camello entre por el ojo de una
aguja, a que un rico entre al Reino de
los cielos. Eso lo dijo Cristo nuestro
señor.
Asistentes [aplausos].
Los ricos están destruyendo el planeta.
¿Será que piensan irse para otro cuando
destruyan este? ¿Tendrán planes para
irse a otro planeta?
Hasta ahora no se ve ninguno en el
horizonte de la galaxia.
Apenas este libro me ha llegado, me lo
ha regalado Ignacio Ramonet que está por
ahí también en esta sala; y terminando
el prólogo o el preámbulo esta frase es
muy importante, dice Kempf lo siguiente,
leo: “No podremos reducir el consumo
material a nivel global si no hacemos
que los poderosos bajen varios
escalones, y si no combatimos la
desigualdad. Es necesario que al
principio ecologista tan útil a la hora
de tomar conciencia, pensar globalmente
y actuar localmente, le sumemos el
principio que impone la situación:
consumir menos y repartir mejor”. Creo
que es un buen consejo que nos da este
escritor francés Hervé Kempf.
Asistentes [aplausos].
Ahora bien señor Presidente, el cambio
climático es sin duda el problema
ambiental más devastador del presente
siglo, inundaciones, sequías, tormentas
severas, huracanes, deshielos, ascenso
del nivel medio del mar, acidificación
de los océanos y olas de calor, todo eso
agudiza el impacto de las crisis
globales que nos azotan.
La actual actividad humana supera los
umbrales de la sostenibilidad, poniendo
en peligro la vida en el planeta, pero
también en ello somos profundamente
desiguales.
Quiero recodarlo: los 500 millones de
personas más ricas, 500 millones, esto
es el siete por ciento, siete por
ciento, seven por ciento de la población
mundial. Ese siete por ciento es
responsable, esos quinientos millones de
personas más ricas son responsables del
cincuenta por ciento de las emisiones
contaminantes, mientras que el 50 por
ciento más pobre es responsable de sólo
siete por ciento de las emisiones
contaminantes. Por eso a mí me llama la
atención, es un poco extraño, llamar
aquí a Estados Unidos y a China al mismo
nivel. Estados Unidos tiene apenas,
bueno, que, llegará si acaso a 300
millones de habitantes.
China tiene casi 5 veces más población
que Estados Unidos.
Estados Unidos consume más de 20
millones de barriles diarios de
petróleo, China llega apenas a 5, 6
millones de barriles diarios, no se
puede pedir lo mismo a Estados Unidos y
a China.
He allí temas que hay que discutir,
ojalá pudiéramos los Jefes de Estado y
de Gobierno sentarnos a discutir de
verdad, verdad sobre estos temas.
Luego señor Presidente, el 60 por ciento
de los ecosistemas del planeta están
dañados, el 20 por ciento de la corteza
terrestre está degradada; hemos sido
testigos impasibles de la deforestación,
la conversión de tierras, la
desertificación, las alteraciones de los
sistemas de agua dulce, la
sobreexplotación de los recursos
marinos, la contaminación y la pérdida
de la diversidad biológica.
La utilización exacerbada de la tierra
sobrepasa en un 30 por ciento la
capacidad para regenerarla. El planeta
está perdiendo lo que llaman los
técnicos la capacidad para
autorregularse, eso lo está perdiendo el
Planeta, cada día se liberan más
desechos de los que pueden ser
procesados. La supervivencia de nuestra
especie martilla en la conciencia de la
humanidad. A pesar de la urgencia, han
transcurrido dos años de negociaciones
para concluir un segundo período de
compromiso bajo el Protocolo de Kyoto, y
asistimos a esta cita sin un acuerdo
real y significativo.
Y por cierto, acerca del texto que viene
de la nada, como algunos lo calificaron,
el representante chino, Venezuela dice,
y los países del ALBA decimos, la
Alianza Bolivariana que nosotros no
aceptamos, desde ya lo decimos, ningún
otro texto que no sea el que venga de
los grupos de trabajo del Protocolo de
Kyoto y de la Convención, son los textos
legítimos que se han estado discutiendo
con tanta intensidad en estos años.
Asistentes [aplausos].
Y en estas últimas horas, creo que
ustedes no han dormido, además de que no
han almorzado, no han dormido. No me
parece lógico que salga ahora un
documento de la nada, como dicen
ustedes.
El objetivo científicamente sustentado
de reducir la emisión de gases
contaminantes y lograr un convenio de
cooperación a largo plazo a todas luces,
hoy a esta hora, parece haber fracasado,
por ahora.
La razón ¿Cuál es? No tenemos duda.
La razón es la actitud irresponsable y
la falta de voluntad política de las
naciones más poderosas del planeta,
nadie se sienta ofendido, recurro al
gran José Gervasio Artigas cuando dijo:
“Con la verdad ni ofendo ni temo”. Pero
en verdad es una actitud irresponsable
de marchas, de contramarchas, de
exclusión, de un manejo elitesco, de un
problema que es de todos y que sólo
podremos resolver todos.
El conservadurismo político y el egoísmo
de los grandes consumidores, de los
países más ricos denotan una alta
insensibilidad y falta de solidaridad
con los más pobres, con los hambrientos,
con los más vulnerables a las
enfermedades, a los desastres naturales,
señor Presidente, es imprescindible un
nuevo y único acuerdo aplicable a partes
absolutamente desiguales, por la
magnitud de sus contribuciones y
capacidades económicas, financieras y
tecnológicas y que esté basado en el
respeto irrestricto a los principios
contenidos en la Convención.
Los países desarrollados deberían
establecer compromisos vinculantes,
claros y concretos en la disminución
sustancial de sus emisiones y asumir
obligaciones de asistencia financiera y
tecnológica a los países pobres para
hacer frente a los peligros destructivos
del cambio climático. En tal sentido la
singularidad de los estados insulares y
de los países menos desarrollados,
debería ser plenamente reconocida.
Señor Presidente el cambio climático no
es el único problema que afecta hoy a la
humanidad, otros flagelos e injusticias
nos acechan, la brecha que separa los
países ricos y pobres no ha dejado de
crecer, a pesar de todos los objetivos
del milenio, la cumbre de financiamiento
de Monterrey, todas esas cumbres como
decía aquí el Presidente de Senegal
denunciando una gran verdad, promesas y
promesas incumplidas y el mundo sigue su
marcha destructiva.
El ingreso total de los 500 individuos
más ricos del mundo es superior al
ingreso de los 416 millones de personas
más pobres, los 2 mil 800 millones de
personas que viven en la pobreza, con
menos de 2 dólares al día y que
representan el 40 por ciento de la
población global obtiene sólo el 5 por
ciento del ingreso mundial.
Hoy mueren al año unos 9,2 millones de
niños antes de alcanzar el quinto año de
vida y el 99,9 por ciento de estas
muertes ocurren en los países más
pobres.
La mortalidad infantil es de 47 muertes
por mil nacidos vivos, pero es de sólo 5
por cada mil en los países ricos. La
esperanza de vida en el planeta es de 67
años, en los países ricos es de 79,
mientras en algunas naciones pobres es
de sólo 40 años.
Adicionalmente existen mil cien millones
de habitantes sin acceso al agua
potable, 2 mil 600 millones sin servicio
de saneamiento, más de 800 millones de
analfabetos y mil veinte millones de
personas hambrientas, ese es el
escenario del mundo. Ahora la causa
¿cuál es la causa?
Hablemos de la causa, no evadamos
responsabilidades, no evadamos la
profundidad de este problema, la causa
sin duda, vuelvo al tema de todo este
desastroso panorama es el sistema
metabólico destructivo del capital y su
modelo encarnado: el capitalismo.
Aquí hay una cita que quiero leerles
brevemente de ese gran teólogo de la
liberación Leonardo Boff, como sabemos
brasileño, nuestro americano. Leonardo
Boff dice sobre este tema lo siguiente:
¿Cuál es la causa? Ah, la causa es el
sueño de buscar la felicidad a través de
la acumulación material y del progreso
sin fin, usando para eso la ciencia y la
técnica con las cuales se puede explotar
de forma ilimitada todos los recursos de
la tierra; y cita por aquí a Charles
Darwin y su “Selección natural” la
sobrevivencia de los más fuertes, pero
sabemos que los más fuertes sobreviven
sobre la ceniza de los más débiles.
Juan Jacobo Rousseau, siempre hay que
recordarlo, decía aquello: entre el
fuerte y el débil la libertad oprime.
Por eso es que el imperio habla de
libertad, es la libertad para oprimir,
para invadir, para asesinar, para
aniquilar, para explotar, esa es su
libertad y Rousseau agrega la frase
salvadora: sólo la ley libera.
Hay algunos países que están jugando a
que aquí no haya documento, porque
precisamente no quieren una ley, no
quieren una norma, porque la
inexistencia de esa norma les permite
jugar su libertad explotadora, su
libertad arrolladora.
Hagamos un esfuerzo y presionemos aquí y
en las calles para que aquí salga un
compromiso, salga un documento que
comprometa a los países más poderosos de
la tierra.
Asistentes [Aplausos]
Bueno se pregunta Presidente, Leonardo
Boff ¿Usted le ha conocido a Boff? No sé
si pudo venir Leonardo, yo le conocí
hace poco en Paraguay, siempre lo hemos
leído.
¿Puede una tierra finita soportar un
proyecto infinito? La tesis del
capitalismo, el desarrollismo infinito
es un modelo destructivo, aceptémoslo.
Luego, nos pregunta Boff: ¿qué podríamos
esperar de Copenhague? Apenas esta
sencilla confesión: así como estamos no
podemos continuar, y un propósito
simple, vamos a cambiar de rumbo,
hagámoslo, pero sin cinismo, sin
mentira, sin dobles agendas, sin
documentos salidos de la nada, con la
verdad por delante.
Hasta cuándo, nos preguntamos desde
Venezuela señor Presidente, señoras,
señores, hasta cuándo vamos a permitir
tales injusticias y desigualdades; hasta
cuándo vamos a tolerar el actual orden
económico internacional y los mecanismos
de mercado vigente; hasta cuándo vamos a
permitir que grandes epidemias como el
VIH SIDA arrasen con poblaciones
enteras; hasta cuándo vamos a permitir
que los hambrientos no puedan
alimentarse, ni alimentar a sus propios
hijos; hasta cuándo vamos a permitir que
sigan muriendo millones de niños por
enfermedades curables; hasta cuándo
vamos a permitir conflictos armados que
masacran a millones de seres humanos
inocentes, con el fin de apropiarse los
poderosos de los recursos de otros
pueblos.
Cesen las agresiones y las guerras
pedimos los pueblos del mundo a los
imperios, a los que pretenden seguir
dominando el mundo y explotándonos.
No más bases militares imperiales, ni
golpes de Estado, construyamos un orden
económico y social más justo y
equitativo, erradiquemos la pobreza,
detengamos de inmediato los altos
niveles de emisión, frenemos el
deterioro ambiental y evitemos la gran
catástrofe del cambio climático,
integrémonos en el noble objetivo de ser
todos más libres y solidarios.
Señor Presidente, hace casi dos siglos
un venezolano universal, libertador de
naciones y precursor de conciencias dejó
para la posteridad un apotegma pleno de
voluntad: “Si la naturaleza se opone
lucharemos contra ella y haremos que nos
obedezca...” Era Simón Bolívar el
Libertador.
Desde la Venezuela Bolivariana, donde un
día como hoy por cierto hace diez años,
diez años exactos vivimos la tragedia
climática más grande de nuestra
historia: la tragedia de Vargas así
llamada, desde esa Venezuela cuya
Revolución intenta conquistar la
justicia para todo su pueblo.
Sólo posible por el camino del
socialismo, el socialismo, el otro
fantasma del que hablaba Carlos Marx,
ese anda por ahí también, más bien es
como un contra fantasma, el socialismo,
ese es el rumbo, ese es el rumbo para la
salvación del planeta, no tengo yo la
menor duda, y el capitalismo es el
camino del infierno, a la destrucción
del mundo. El socialismo, desde esa
Venezuela que enfrenta por ello las
amenazas del imperio norteamericano.
Desde los países que conformamos el
ALBA, la Alianza Bolivariana exhortamos,
yo quiero con respeto, pero desde mi
alma exhortar a nombre de muchos en este
planeta, exhortamos a los gobiernos y a
los pueblos de la Tierra, parafraseando
a Simón Bolívar, El Libertador; si la
naturaleza destructiva del capitalismo
se opone, pues luchemos contra ella y
hagamos que nos obedezca, no esperemos
de brazos cruzados la muerte de la
humanidad.
La historia nos llama a la unión y a la
lucha.
Si el capitalismo se resiste, nosotros
estamos obligados a dar la batalla
contra el capitalismo y abrir los
caminos de la salvación de la especie
humana, nos toca a nosotros, levantando
las banderas de Cristo, de Mahoma, de la
igualdad, del amor, de la justicia, del
humanismo, del verdadero y más profundo
humanismo. Si no lo hiciéramos, la más
maravillosa creación del universo: el
ser humano, desaparecerá, desaparecerá.
Este planeta tiene miles de millones de
años, y vivió este planeta miles de
millones de años sin nosotros la especie
humana, es decir, no le hacemos falta
nosotros para que él exista. Ahora,
nosotros sin la Tierra no vivimos, y
estamos destrozando la Pachamama, como
dice Evo, como dicen nuestros hermanos
aborígenes de Suramérica.
Finalmente señor Presidente ya para
terminar, oigamos a Fidel Castro cuando
dijo: Una especie está en peligro de
extensión, el hombre.
Oigamos a Rosa Luxemburgo cuando dijo:
Socialismo o barbarie.
Oigamos a Cristo el redentor cuando
dijo: Bienaventurados los pobres porque
de ellos será el reino de los cielos.
Señor Presidente, señoras y señores
seamos capaces de hacer de esta Tierra
no la tumba de la humanidad, hagamos de
esta Tierra un cielo, un cielo de vida,
de paz, y de paz de hermandad para toda
la humanidad, para la especie humana.
Señor Presidente, señoras y señores
muchísimas gracias y buen provecho.
Asistentes [aplausos]