A 10
años de Seattle
Emir
Sader *
La Jornada
15
de Noviembre de 2009
Pareció ser un rayo en el cielo azul aquel espectáculo
sensacional en que se transformó lo que debería haber
sido un show mediático más del Consenso de
Washington, una nueva cumbre de la Organización Mundial
de Comercio (OMC) en una de las ciudades símbolo de la
posmodernidad: Seattle.
La reunión no
se pudo realizar, y se vio a los ministros correr por
las calles para ver si conseguían regresar a sus hoteles
–entre ellos Pedro Malán (ministro de Economía de
Brasil), figurita en ese tipo de actos. En cuanto a la
gente, convocada por Internet, no se sabía de dónde
salía, pero ocupaba plazas, calles, hoteles, salas de
junta, estaciones del metro, protagonizando la primera
gran manifestación global contra el pensamiento único y
el Consenso de Washington.
No era un rayo
en el cielo azul para quienes habían constatado que
entremezclado con la aparente pax neoliberal
existían malestares que la globalización iba
produciendo. Es cierto que los gobiernos que mejor la
representaron y practicaron se relegían –Fernando
Henrique Cardoso, Alberto Fujimori, Carlos Menem–
después de que lo hicieran Reagan y Thatcher,
continuados por Clinton y Blair. Pero al mismo tiempo se
estaban agotando. Las crisis financieras –típicas del
neoliberalismo– se extendían por América Latina, el
sudeste asiático, Rusia.
Hugo Chávez
había sido electo un año antes. La economía brasileña
enfrentaba otra crisis, lo que llevó al gobierno de
Cardoso a elevar la tasa de interés a 48 por ciento y
empujar al país hacia una prolongada recesión. Existían
señales claras de que la economía argentina se estaba
aproximando a la explosión de una bomba de tiempo
instalada por Menem con la paridad artificial entre el
peso y el dólar. México se venía recuperando con
dificultades de la crisis de 1994.
Desde que los
zapatistas habían lanzado su grito contra la
globalización neoliberal, en 1994, las acciones
populares se fueron sucediendo, entre ellas las
extraordinarias marchas de los Trabajadores sin Tierra
en Brasil, mientras las luchas de los movimientos
indígenas en Perú, Bolivia y Ecuador se extendían,
anunciando nuevos ciclos de movilización como
resistencia popular al neoliberalismo.
Ignacio
Ramonet había publicado su famoso editorial en
Le Monde Diplomatique de Francia, convocando a
la lucha contra el pensamiento único. ATTAC (1)
surgía como un nuevo tipo de movimiento, de lucha
por la fiscalización del capital financiero para
promover políticas para la ciudadanía, con el lema
Lo esencial no tiene precio .
Se inició,
con Seattle, un nuevo ciclo de movilizaciones
populares que, al enlazarse con el surgimiento del
Foro Social Mundial, extendió sus acciones contra la
OMC por Europa, Asia, América Latina, desembocando
–en otra vertiente– en las mayores y ya conocidas
manifestaciones contra la guerrra en Irak, en 2003.
Desde
entonces, la lucha por la superación del
neoliberalismo ganó nuevas formas, más avanzadas,
pasando de la protesta y la resistencia a la derrota
de los regímenes neoliberales y al inicio del ciclo
actual –latinoamericano– de construcción de
gobiernos posneoliberales. Para su victoria
contribuyeron decisivamente las luchas de Seattle y
aquellas que en el continente frenaron los procesos
de privatización, como los movimientos indígenas y
de ciudadanos en Bolivia y Ecuador.
Podemos
decir que este renovado escenario es heredero de las
luchas de resistencia de la década de 1990 y, en
particular, de las espectaculares manifestaciones de
Seattle, que marcaron el fin de la luna de miel
neoliberal y el comienzo de la construcción de
otro mundo posible , el del posneoliberalismo
latinoamericano.
(1)
Asociación por la Tasación de las Transacciones y
por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), fundada en
Francia en 1998; exige la aplicación de un canon a
las transacciones financieras internacionales para
acotar la volatilidad de los mercados de capitales.
El editorial de Ignacio Ramonet demandaba la
aplicación de la tasa Tobin y la creación de un
grupo en pro de la aplicación de la referida
contribución (N. del T.).
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*Secretario ejecutivo de Clacso.
Traducción: Ruben Montedónico.
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