La
Sombra del Fascista
Malali Labrac
Hace unos días los escoltas del príncipe de Asturias encerraron en un cuarto
oscuro y mantuvieron desnudo durante 15 minutos a un fotógrafo de la prensa del
corazón que había sacado instantes antes unas imágenes del heredero de
la corona española y de su prometida Letizia Ortiz comprando en un centro
comercial de La Moraleja, barrio residencial por excelencia de la clase
dominante en este país. Las reacciones no se han hecho esperar y han
aparecido testimonios de distintas personas que sufrieron los desmanes de la
escolta de la familia real española en el pasado. Algunos periodistas han
protestado por los hechos pero siempre mostrando un servilismo deleznable a
la familia Borbón han asegurado que los escoltas que trataron así al fotógrafo
no recibían órdenes de Felipe de Borbón y que actuaron por cuenta propia.
Lo primero que he pensado al escuchar a estos buitres del corazón defender de
manera tan repugnante a la familia que ostenta de forma ilegítima la jefatura
del Estado es que la servidumbre hacia ellos por parte de buena
parte de la sociedad española es algo constante y ofensivo incluso para la razón.
La misma afirmación de que los escoltas que vejaron de esa manera tan sucia
(que recuerda a la extinta Brigada Político-Social) a un periodista
que hacía su trabajo en un lugar público no actuaron conforme a las órdenes
de Felipe de Borbón es irracional e insostenible. Es imposible creer que la
escolta que se encarga de la seguridad personal del heredero de la jefatura
del Estado actué por sí sola sin acatar el mandato del Borbón menor. Lo que
nos queda en limpio de todo esto es que el principito es una persona sin ninguna
clase de escrúpulos que utiliza su escolta como fuerza de asalto e
intimidación contra un ciudadano español violando todos los derechos de
éste y violando de paso su sacrosanta constitución y que, además, la
prensa española aprovecha cualquier situación para incrementar todavía más
la
impunidad de los Borbones y colocarlos constantemente por encima de todos los
ciudadanos-súbditos del Estado cómo seres perfectos, inmaculados, merecedores
de una pronta canonización.
Este hecho, que no es un hecho aislado cómo quieren hacernos creer, es una
prueba más del carácter violento y avasallador de los Borbones y de la total
sumisión hacia sus reales personas de una gran mayoría de las instituciones
y ciudadanos españoles. Desde que ocuparon con artimañas y engaños el trono
de España tras la Guerra de Sucesión en 1714 han gobernado esta tierra
de manera despótica y asesina, han robado , han ejecutado a los más
revolucionarios entre los españoles, han impuesto el centralismo más castrador
y aplastante para las naciones que forman el país, han apoyado intervenciones
de ejércitos extranjeros contra el pueblo español, han malversado, han mentido
... Son una dinastía maldita que fue expulsada por dos veces de España y que
se ha puesto siempre de parte de las clases más
reaccionarias para acabar con los cambios revolucionarios que pretendían hacer
las clases populares y trabajadoras y para eliminar a los elementos más
pensantes y concienciados de éstas mismas clases. Después de ser expulsados
del país en 1931 por la II República ayudaron a provocar una guerra civil
contra la España Revolucionaria con el objetivo de destruir a ésta y recuperar
el trono, ayudaron al establecimiento de una sangrienta dictadura fascista que
duró 40 terribles años y recuperaron su poder en la Santa Transición con la
amenaza del Ejército de Franco y la traición infame que protagonizaron las cúpulas
dirigentes del PCE y del PSOE. Tras la constitución monárquica todo han sido años
felices para ellos con la inestimable colaboración de la socialdemocracia
liberal de Felipe y de la derecha franquista de Aznar y ¡¡no olvidemos!! la
actitud borreguil e indigna de buena parte del pueblo español.
Esto último se nos ha revelado dolorosamente tras el compromiso del Borbón
menor con la periodista adjunta al jefe de propaganda del régimen aznarista
Alfredo Urdaci, Letizia Ortiz Rocasolano, la típica niña bien de provincias
que ha hecho el agosto este otoño comprometiéndose con el futuro jefe del
Estado si no lo impide la Tercera República. Todo han sido felicitaciones hacia
la pareja y parabienes hacia la Monarquía desde de la España oficial y
desde parte de la España real. Porque ha habido también, no lo olvidemos,
honrosas excepciones e iniciativas de carácter republicano por todo el
territorio del Estado. Estas excepciones conforman la verdadera España,
ellos son los verdaderos patriotas que desean la felicidad de todos nuestros
pueblos, los que apoyan el derecho de Catalunya y de Euskadi a decidir libremente
su destino en paz y sin imposiciones, los que se opusieron en su día a la
Guerra de agresión contra Irak perpetrada por el odioso Trío de las Azores y
sus acólitos y se oponen ahora a la brutal ocupación que se ha llevado por
delante la vida de más de 50.000 iraquíes, ellos son en fin el futuro de esta
maltratada piel de toro, ellos son la España del mañana, la España
republicana y socialista que llegará más temprano que tarde.
Pero en estos momentos ocupa el trono español un felón, el hijo putativo de un
criminal de guerra y genocida fascista llamado Francisco Franco, un hombre
corrupto y sin conciencia que responde al nombre de Juan Carlos de Borbón, un
golpista constitucional que no condenó la agresión ilegal, injusta e ilegítima
contra el pueblo de Irak, adulado por un pueblo más
papista que el Papa y protegido por un Ejército del que es jefe supremo. Y
mientras tanto, mientras la libertad y la democracia no regresen a España
mediante la proclamación de la III República, el Estado hispano y todos los
pueblos y naciones que lo componen, nos sentimos atrapados por la Sombra del
Fascista.