Tocando los Bordones

Jesús García Blanca
kefet@telepolis.com

Una parábola en tres tiempos para el futuro inmediato

Por lo que a mí respecta, preferiría ser uno de los hijos de Arístides, educado en el Pritaneo a costa de la República antes que el presuntuoso heredero de Jerjes, nacido en el fango de la corte para ocupar un trono decorado con el envilecimiento de los pueblos y brillante con la miseria pública.
Robespierre

Pública res

Contemplo esa bandera roja y gualda nimbada por el eslogan del imperio, "iraquí freedom", en cuyo centro campea el toro que los tiene bien puestos, sostenida por soldados y soldadas con caras de no haber matado una mosca, atrapados en sonrisas de estúpida gratitud a los santos patronos del tercio por su regreso de una pieza desde el infierno infestado de terroristas que es el Iraq liberado –unos que vienen y otros que se van, brigadas van y brigadas vienen, de pisotear juguetes a sospechosos niños iraquíes, de llevarles la frídon esa que tanto necesitan.

Contemplo esa bandera con repugnancia.

Contemplo a esos mozos y mozas, embutidos de caqui sus corpachones dignos de mejores y más placenteras ocupaciones, e imagino sus tiernos corazones de patriotas resquebrajándose de orgullo bajo los abrazos del general de turno que los recibe recién regresados de tierra infiel, henchidos los pechos, apretadas las muelas, contenidas las lágrimas, firmes las barbillas, prietas las filas, planos los encefalogramas.

Contemplo a esos mozos y mozas con profunda vergüenza.

Los contemplo retozando alborozados junto al símbolo patrio en las portadas de Falsimedia, y mi alma se estremece ante la sóla idea de compartir con ellos gentilicio y oriundia.

Res pública

Unas páginas más allá debería estar pero no está el archivo de la denuncia contra Deia por sus soeces comentarios sobre el futuro marido de la ejemplar periodista Leticia, que de puro ejemplar ha dejado de ser periodista para convertirse enteramente en ejemplo.

Debería estar pero no está el complot que consiguió desparramar en las antípodas tierras el himno de la segunda república.

Deberían estar pero no están los cinco mil que el día 6 pasearon la tricolor por las calles de la capital del reino.

Debería estar pero no está la estatua decapitada en Galiza del caudillo golpista que apadrinó la democracia partidocrática del setentayocho.

Debería estar pero no está el libro editado por El Jueves que pretende –y ya ha conseguido- tocar los borbones a más de uno.

Lo que si está –por supuesto que está- es el pacto "inconstitucional" de Maragall "con quien sea" del que –sólo por los ataques de mala leche que está provocando en propios y extraños- deberíamos regocijarnos aunque sólo sea un poquito todos los hombres de buena voluntad y espíritu revolucionario y corazón en su sitio.

Y para acabarla de rematar, hasta Mariano –callado se lo tenía- resulta que es republicano, y de postre partidario de reformar la Constitución. Porque sus declaraciones de poco ha no dejan mucho margen a la especulación: "lo que me preocupa –cito de memoria, la frase memorable- es que en este país democrático y civilizado haya alguien que crea que no debe responder ante la ley". Si esto no es una propuesta de supresión del artículo 56.3 de la susodicha, que venga Dios –el de Rajoy- y lo vea.

¡República!

Así el patio, es normal que los juancarlistas de rancio abolengo, los retrogrados hijos y nietos adoptivos del genocida golpista, los peregrinos de la Cruz de los Caídos, los que se apalancaron en sillones de terciopela gracias al apaño del 6 de diciembre de 1978, los que traicionaron a las bases de sus respectivas organizaciones políticas y sindicales, los que reparten su tiempo gratis total entre palacios, yates y estaciones de esquí, los que se frotaron las manos ante el trágico sarcasmo de un pueblo que vitorea su propia esclavitud, los que se miraban sin entender ni ellos mismos cómo les había resultado tan fácil sacar adelante la operación engañabobos y cuya única preocupación desde entonces fue cómo repartirse el pastel, se pongan de los nervios a la más mínima.

Lo que quiera que tengan borboritando en los mil quinientos centímetros cúbicos de capacidad craneal que, como miembros de la especie homo sapiens sapiens les correspondió en su día, no les da para entender que a algunos no nos ciegue la alegría de vivir en el "país próspero y modernizado" que nos legó su caudillo.

----------
* Una versión algo distinta se ha publicado en www.cadizrebelde.com

 Página de inicio