Radicalismos
dogmáticos
Emilio del Barco
UCR
18 de Mayo de 2009
Cada teoría, social o celeste, es hija
de su época. Cuando se consolidó el Zoroastrismo, en el siglo séptimo
antes de Cristo, se experimentó un cambio radical en la mitología del
Oriente Medio, pues se comenzó negando legitimidad a todos los dioses
antiguos de la zona, para poder defender la idea de un Dios único, sabio
y creador. Cuya ocupación principal era mantener la eterna lucha entre
el Bien y el Mal. Al fin, saldrá triunfante el Bien.
Las guerras santas, o
sea, aquellas guerras libradas a favor o en defensa de la religión
propia, sea ésta cual fuere, no son una modalidad doctrinal exclusiva
del mundo musulmán, cristiano o judío, como, erróneamente, se intenta
acentuar en la actualidad. Tanto judíos, musulmanes y cristianos, como
las religiones védicas y el Sintoísmo, las dan por necesarias. E incluso
por inevitables, con unos u otros argumentos. Pero, desde luego, todas
consideran santos, o mártires justos, sólo a los caídos en el bando
propio. Los otros son, simplemente, infieles, gentiles; enemigos de la
religión, de 'su' religión específica.. Gente actuante del lado de las
tinieblas Sujetos indignos siquiera de ser recordados. Los monumentos se
levantan en honor de los caídos propios. La imparcialidad no es el
fuerte de los hombres religiosos. Esta parcial ceguera religiosa, que
les impide ver lo que no les conviene, está generalizada entre los
hombres de fe. Donde toda lógica se estrella contra el firme muro de las
creencias.
Ser violento es más una cuestión de
actitud mental, que ideológica. La ideología no determina la violencia,
sino la aceptación del abuso del más fuerte, sea cual fuere su
ideología. El enemigo no existe, lo encuentran por sí mismos. Quien
quiera difundir una doctrina, usando la violencia, creará más enemigos
que adeptos. Esa es la eterna fuente del mal cíclico. La acción es madre
de la reacción. No hay generación espontánea, sino consecuencias. Una
gran parte de las actuales instituciones religiosas oficializadas, han
dejado de ser movimientos liberalizadores progresistas, para pasar a
formar parte de las autoridades anquilosadas en el tiempo. Cuya labor
principal consiste en defender, ante todo, la conservación de sus
privilegios. Que los distingan del común de la sociedad laica.
La peor evolución de estas empresas
religiosas institucionalizadas es que han pasado a representarse,
principalmente, a sí mismas y sus intereses. Creando una contraposición
con los intereses de la sociedad laica. Lastimosamente, se asemejan,
cada vez más, a corporaciones de intereses transnacionales. Sálvese
quien pueda.
A dios rogando y
con el mazo dando. Parece que este tercer milenio ha empezado fuerte con
las creencias. Estamos asistiendo a una nueva radicalización de las
normas. La alianza de los estrictos. Ser progresista, no es la mejor
recomendación ante los hombres de Dios. Más que nada, temen ser borrados
por el progreso. Quien razona, no cree, piensa. Ya se fijó en el
Concilio Vaticano Primero la premisa: “La fe ha de prevalecer sobre la
ciencia”. Los avances de la ciencia, socavan sus cimientos.
emiliodelbarco@hotmail.es