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No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan Carlos «El Rey»
M. Orwell y Encarao
La Haine
23 de Junio de 2005
Si hay un personaje cuya corrupción haya sido silenciada por los medios de
comunicación, ese es el rey de España, Juan Carlos I. En este apartado
resumiremos brevemente los tejemanejes del personaje siniestro que se oculta
tras ese supuesto bonachón del que hablan las revistas.
LA
HISTORIA NEGRA DE LA MONARQUÍA
Seguidamente vamos a enumerar algunos de los interminables crímenes históricos
de la institución monárquica, aunque es obvio que una república puede ser
igual de perversa que una monarquía, como demuestran los casos de EE UU o
Italia. En primer lugar, hay que mencionar que estos personajes están en la cúspide
que domina la sociedad por obra y gracia de Dios, que es quien, según ellos,
legitima la herencia de estos privilegios familiares que se transmiten de padres
a hijos.
En Italia, el ascenso del fascismo al poder es sólo uno de tantos otros bienes
legados por Víctor Manuel III, ante la insostenibilidad de la situación en los
años 20. En Rusia, el zarismo fue -junto a la Iglesia- el principal responsable
del atraso de la sociedad rusa, manteniéndola en el feudalismo y condenando al
hambre y a la muerte a miles de campesinos. Y la situación actual que se vive
en África es herencia directa del colonialismo que llevaron a cabo países como
Gran Bretaña o Bélgica, auspiciado por intereses monárquicos pero también
privados.
Dirán algunos que la monarquía española no es responsable de tantos abusos
como las que hemos citado. Sin embargo, para demostrar lo contrario basta citar
casos como la Inquisición, creada por los Reyes Católicos, que torturó y mató
a innumerables herejes, o la conquista y saqueo de América en los siglos XVI y
posteriores.
Dirán entonces que los borbones no se parecen en nada a sus predecesores. Quizá
sea preciso recordarles que la vuelta al absolutismo en España, obra del borbón
Fernando VII, se efectuó por la fuerza de las armas en la invasión de los Cien
Mil Hijos de San Luis. O que el abuelo de nuestro actual monarca, Alfonso XIII,
ante la efervescencia del movimiento obrero, instauró la dictadura de Miguel
Primo de Rivera en 1923.
JUAN CARLOS I
Pero hablemos ahora de Juan Carlos I. Ante todo, hay que subrayar que si este
rey goza de su situación actual, es gracias al golpe de Estado de Franco, antes
del cual el Estado español era una república. Años más tarde, en 1969, el
dictador designa a Juan Carlos de Borbón y Borbón como su sucesor, haciéndole
jurar fidelidad a los principios del Movimiento.
Chachullos financieros, especulativos, petrolíferos...
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Tras otro escándalo, el
del caso KIO, un desfalco de miles de millones tras la primera Guerra del Golfo,
en el cual estaban presuntamente implicados Manuel Prado y el rey, Luis María
Ansón viajó a Sevilla y presionó a Prado para que firmase un documento en el
que asumía toda la responsabilidad y deslindaba sus negocios de las finanzas de
la Casa Real. Prado no firmó, pero, de todas maneras, Ansón publicó en el ABC
una editorial semejante a dicho documento.
El yate Fortuna fue obsequiado a Juan Carlos I por un grupo de empresarios. Pero
se inscribió como propiedad del Patrimonio Nacional para no tener que
declararlo a hacienda, y para que el organismo público se hiciera cargo de su
mantenimiento.
Estos son algunos de los ejemplos más claros de corrupción real, pero no los
únicos. También nos parece importante que se sepa que el presupuesto de la
Casa Real le cuesta a los bolsillos de los españoles 7 millones de euros (más
de 1.160 millones de pesetas) cada año. La boda del príncipe Felipe costó
unos 3.500 millones de pesetas. Por lo tanto, no es cierto que el sostenimiento
de la monarquía española sea uno de los más baratos de Europa.
El golpe del 23-F
El golpe del 23-F fue utilizado por los medios de comunicación para encumbrar a
un rey poco consolidado en su puesto a la categoría de héroe salvador. El
famoso comunicado en el que Juan Carlos I declaraba su fidelidad a la constitución
fue leído a altas horas de la noche, cuando el golpe ya había fracasado. Además,
este golpe intentó llevarse a cabo con la constitución en la mano, amparándose
en la defensa del orden frente al supuesto caos que reinaba en el país, por lo
tanto el comunicado del rey, aparte de su tardanza, no era del todo
comprometedor.
Las intrigas con respecto al tema son enormes. El militar que sacó los tanques
en Valencia, Milans del Bosch, era amigo personal de Juan Carlos, y de hecho
asistió al bautizo del príncipe Felipe. Juan Carlos I también gozaba de una
estrecha amistad con el General Armada, otro de los líderes del golpe, junto a
Tejero y del Bosch. La actitud especulativa del Rey durante las primeras horas,
en las que permaneció a la espera para ver cómo se desarrollaban los
acontencimientos, desmontan al mito de un rey salvador de la democracia.
Si la conjura no fue más lejos, fue en realidad porque a EE UU no le interesaba
ese tipo de dictadura en el reino de España, ya que la entrada de un régimen
que acababa de sufrir un golpe militar habría dado mala reputación a la OTAN.
Pero en cierto modo, el golpe triunfó, ya que dotó a Juan Carlos de un apoyo
popular del que carecía.
Escándalos sexuales
No somos una revista del corazón. No vamos a contar las repetidas infidelidades
del rey. Pero sí habría que señalar el acoso a Bárbara Rey. Tras las
amenazas de muerte a ella y a sus hijos si contaba su relación amorosa con Juan
Carlos I, Bárbara Rey grabó un video donde lo contaba todo. El CSID entró en
su casa por la fuerza y confiscó el video, así como algunas fotos.
Falta de transparencia
Tampoco nos cuentan los medios que Juan Carlos I mató accidentalmente a su
hermano jugando con una pistola. O que la infanta Elena, como cuenta la prensa
extranjera, nació retrasada, como algunos de sus antepasados.
PRECISIONES FINALES
Según los artículos 56 y 64 de la Constitución Española de 1978, “la
persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. En otras
palabras, Juan Carlos I no puede ser procesado por ningún delito.
Existe un delito por injurias a la corona, con lo cual su persona es intocable y
cualquier crítica a su persona está perseguida.