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KIO, gran proceso, cortas sentencias

José García Abad   

El Plural 29 de Junio de 2006

El gran caso Kio-Torras, grande por la cuantía defraudada y la duración del proceso se ha saldado con sentencias muy pequeñas en la última pieza que faltaba por juzgar, el caso Pincinco: cinco años y dos meses para Javier de la Rosa por falsedad y apropiación indebida de más de 50.000 millones de pesetas– el fiscal pedía 38 -; tres años y medio para su cómplice jurídico Juan José Folchi – el fiscal solicitaba 36 -; un año y seis meses para su brazo derecho, Jorge Núñez Laso de la Vega, el consejero delegado de Torras; y un año para Manuel Prado y Colón de Carvajal, el administrador privado del Rey cuya función era intermediar con el monarca a favor de la familia kuwaití tras la invasión del emirato por Sadam Husseim en 1990.

 

Javier de la Rosa, el hombre de KIO en España, la agencia gubernamental del emirato dedicado a las inversiones en el extranjero vació la agencia por medio de diversos artilugios mercantiles y el apoyo de siglas que llevan a otras siglas que terminan en Panamá y otros paraísos fiscales. Con la coartada de generar una opinión publica favorable a los príncipes kuwaitíes en el exilio trató de justificar la salida de dinero en la supuesta compra de voluntades políticas. En la sentencia no se concreta el destino final del dinero desviado de Kio para la compra o el alquiler de tales voluntades. También estaba implicado Enrique Sarasola, protector de Felipe González a quien puso casa y sede partidaria en los primeros años madrileños del sevillano, tras su elección como primer secretario del PSOE en el congreso de Suresnes de 1974. Sin embargo Sarasola murió en noviembre de 2002 y se encuentra más allá de la jurisdicción humana.

Quizás haya influido en el tribunal para dictar sentencias tan benignas que los principales implicados hayan sufrido 13 años de banquillo y las consecuencias de la dispersión de las piezas procesales que representa triplicar los juicios y sus penalidades. Javier de la Rosa había sido condenado en las otras piezas – “Wardbase” e “ICSA-Inpacsa” a cinco años y seis meses y tres años respectivamente: en total acumula casi catorce años de condena y Manuel Prado a dos años de cárcel por “Warbase”. El falso embajador aunque verdadero amigo del Rey, un pícaro nacido en Ecuador y recriado en Sevilla fue liberado tres meses después de ingresar en la prisión de Sevilla por razones humanitarias, dada su edad y dolencias. Los jueces tuvieron en cuenta estas circunstancias cuando fue condenado a dos años de privación de libertad en dicho caso y le ofrecieron la posibilidad de no cumplirla con una sola condición: que devolviera el dinero distraído. Prado se negó a ello quizás consciente de que 75 millones de dólares bien valían 75 millones de dólares. Y así fue, los jueces enviaron al falso diplomático a la prisión sevillana, la que eligió el supuesto descendiente de Cristóbal Colón y al concluir el trimestre las autoridades penitenciarias le pusieron en la calle. ¿ Volverá a la misma tras la ultima sentencia? ¿Por cuánto tiempo?

Es una pena que no se hayan podido dilucidar responsabilidades políticas en este juicio río de aguas sucias del que salieron afluentes y meandros que salpicaron hasta al lucero del alba.

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