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El principio del fin de la monarquía

Jaime Peñafiel

“Nepal está al borde del colapso por las multitudinarias protestas contra el Rey, que tiene los días contados”, rezan los titulares de la prensa del mundo entero, que sigue con interés el fin de la monarquía en este pequeño país enclavado en el Himalaya, entre China y la India, una monarquía todavía existente entre las veintiséis actualmente reinantes.

Y existen contra los pronósticos del Rey Faruk de Egipto, quien, al ser derrocado, el 23 de julio de 1952, por el general Alí Naguib, declaró, con cínico desprecio e indiferencia a la institución de la que había sido uno de sus miembros, excéntrico, corrupto, pero soberano al fin:

“No me preocupa haber perdido el trono porque dentro de unos años en el mundo sólo quedarán cinco reyes, los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra".

Durante un tiempo, aquella frase parecía ser profética porque algunas de ellas fueron borradas del mapa geopolítico al imponerse, en los países hasta entonces coronados, un sistema comunista que ya había conseguido abolir, violentamente, la monarquía rusa del zar. Otras cayeron como consecuencia de golpes de Estado militares. Sólo dos, Italia y Grecia, por referéndum democrático.

En todos estos años sólo una monarquía, la española, ausente del club de reyes desde el 14 de abril de 1931, fue instaurada, primero por la voluntad de un general y más tarde restaurada por renuncia y transmisión de derechos del único que podía hacerlo: Don Juan de Borbón y Battenberg, jefe de la Casa Real española, que los había recibido de su padre Alfonso XIII.

En contra de las predicciones de aquel curioso rey cairota, del que no ha quedado ni el recuerdo, salvo en las enciclopedias, a pesar del tiempo transcurrido y los abatares del mundo en permanente mutación, veintiséis monarquías continúan reinando en este siglo XXI, aunque nadie garantice su existencia a lo largo de la centuria, sobre todo en una Europa sin fronteras y con un moneda única y común.

Políticamente, es difícil imaginarse a la Unión Europea con sistemas tan poco democráticos como la monarquía, aunque éstas sean como la española, constitucionales. Pero es que la democracia es otra cosa. De las veintiséis actualmente existentes en el mundo, en nuestro entorno europeo sólo quedan diez (Inglaterra, Dinamarca, Noruega, Suecia, Países Bajos, Bélgica, España, Luxemburgo, Mónaco y Liechtenstein).

Han desaparecido catorce (Francia, Alemania, Austria, Prusia, Austria-Hungría, Portugal, Rusia, Italia, Grecia, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, Albania y Montenegro).

Por otro lado nos encontramos que trece monarquías existen en África, Asia y hasta la lejana Oceanía: Arabia Saudí, Jordania, Kuwait, Omán, Emiratos Árabes (que llevan el título de jeque), Japón, Tailandia, Camboya, Samoa, Buta, Tonga, Brunei, Marruecos, Lesoto, Suazilandia y... Nepal.

De todas ellas, esta última tiene ya los días contados. Sólo es cuestión de ¿días?, ¿semanas o meses?

“La movilización contra la monarquía nepalí continuará hasta que la plena soberanía sea devuelta al pueblo”.

Y van ya diez muertos en manifestaciones de protesta contra el Rey Gyanendra.

Ignoro si la monarquía, como forma de Estado, es el mejor de los sistemas políticos, pero que sólo veintiséis países, de los doscientos cuarenta y cinco existentes en el mundo, tengan rey como jefe del Estado es como para reflexionar.

Digo yo!

 

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