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Las
tribulaciones del oso Yogi
Nicola Lococo - Filósofo
Gara
5 de Enero de 2007
Nos
hallamos en el tranquilo y apacible Parque Yellystone, donde el pícaro Oso Yogi
y su inseparable compinche de aventuras Bubú tienen instalada su morada. Ambos
se disponen a emprender su habitual paseo matutino anterior al almuerzo, y de
paso, inspeccionar las inmediaciones del paraje en el que tienen previsto
perpetrar su próxima fechoría en el menor tiempo posible, con la mayor
eficacia, al margen de la estrecha vigilancia a la que les tiene sometidos la
autoridad del lugar. Todo va como de costumbre, y llegan los primeros turistas
provistos de las típicas cestas repletas de exquisitos y suculentos manjares,
en los que seguramente ya habrán reparado los golosos ojos de nuestros dos simpáticos
amigos. Mas, noticias llegadas de muy lejos, darán al traste con la secuencia lógica
de los acontecimientos por todos conocida, sumiendo en la incertidumbre el
despreocupado Carpe Diem, y el Beatus Ille en el que trascurren sus plácidos días.
¡Huohohoyyy! ¡Búbú!
Acabo de darme una vuelta por la cabaña del guardabosques y no me he podido
resistir: le he afanado este teletipo. ¡Oso que está informadoŠ nunca será
cazado! Veamos qué dice su titular: “El rey de España mata un oso
borracho”. ¡He! ¡He! ¡He! ¡Heyyy! Veo la sorpresa en tu gesto Búbú. Yo
también he entendido lo mismo. ¡Craso error! Por esta vez, el rey de copas no
es quien nosotros pensamos, sino nuestro congénere, el bueno de Mitrofan,
otrora alegre y dicharachero colega del osito Misha, a la sazón, mascota
oficial de las Olimpiadas de Moscú.
No sé a ti, ¡Búbú! ¡Pero
me da en la nariz que no ha sido limpia la lid! Nuestro camarada apenas contaba
con tres añitos de edad, pesaba sólo 150 kg, y a fe mía que era goloso y glotón
como todo hijo de vecino, pero nunca probaba el alcohol de no ser obligado a
ello, pues era abstemio. Veamos qué más dice: Bla, bla, bla, un periódico
ruso, el “Kammersant”, se hizo eco del suceso, hará cosa de una semana,
gracias a la denuncia interpuesta por el vicedirector del departamento para la
protección y el desarrollo de los recursos naturales de Vologda. ¡Hey! ¡Ahí
es nada! Llamado Sergei Starostin. Bla, bla, bla. Este alto funcionario ruso
destapó la lamentable y bochornosa práctica con la que su Gobierno tiene a
bien agasajar a los más ilustres mandatarios extranjeros que les visitan, cuál
esŠ ¡Huohohoyyy! ¡Búbú! ¡Agárrate fuerte las orejas! Organizar cacerías
amañadas donde los animales somos debidamente drogados momentos antes de ser
puestos a tiro en el coto de caza, negándosenos así toda oportunidad. ¿Qué
te decía? ¡Habráse visto! Pero continuemos con la lectura ¡Búbú!, de ello
podría depender nuestras vidas. ¡Si no dejas de leerŠ nada dejarás de saber!
¿Te lo puedes creer? Aquí se refieren a Mitrofan como la «pobre bestia» ¿quién
es el bestia? Más abajo dice que antes de dar comienzo la cacería, nuestro
correligionario disfrutaba de su dichosa existencia en su veraniega residencia
de Novlenske, donde de buenas a primeras fue capturado, metido en un deplorable
cajón-jaula y trasladado sin miramientos a tan fatídica farsa. ¡He! ¡He! ¡He!
¡Heyyy! ¡aquí lo dice bien claro: durante el penoso trayecto se le suministró
un colosal mejunje de rica miel, aderezada con abundante vodka de la peor
calidad. ¿Te das cuenta? ¡Esta es la nueva treta que han ideado para darnos
caza y captura! ¡Pero yo soy un oso muy listo! De ahora en adelante, nos
abstendremos de sustraer a los turistas cesta alguna, por si un agente secreto
al servicio de su majestad, deseara tendernos una trampa.
Huelga decirte ¡Búbú!
lo piripi que salió de su triste habitáculo el pobre Mitrofan. Por supuesto,
la Casa Real ha desmentido rotundamente el incidente. Pero fuera de las
fronteras, de su coto mediático, sus palabras no deben gozar de mucho crédito,
pues a la creciente repercusión diplomática, a la carta abierta que la actriz
francesa Brigitte Bardott le ha remitido publicada a su Alteza en los distintos
medios europeos, a la enérgica protesta de repulsa expresada por distintas
organizaciones internacionales, ahora se ha sumado el propio presidente de la
región de Vologda, V. Pozgalve, quien superado por los acontecimientos, se ha
visto forzado a abrir una investigación para esclarecer los hechos por los que
el mismísimo Putin, desde el Kremlin, ha mostrado su interés, no en vano es
presidente de una vasta nación, conocida en todo el orbe, como el Gran Oso
Ruso. Pero no te hagas ilusiones ¡Búbú!, no seas iluso. Mientras ande suelto
tan soberano irresponsable, tú, yo y todos los de nuestra especie estaremos en
peligro. Por ello, ya podemos ir advirtiendo a Ricitos de Oro, para que a su
vez, dé el parte a los Tres Ositos, y que éstos pasen la bola al Osito Misha,
a Balú, en la India, a Yakie el osito, a Ben, en las Montañas Rocosas, hasta,
no estaría de más, que se diera la voz de alarma a los ositos de peluche,
incluidos, los de Froilán y toda la cuchipanda, todo sea que el mequetrefe de
su abuelo, despechado por no encontrar ejemplares en la fauna, la emprenda a
tiro limpio con ellos.
¡Hey! ¡Búbú! No creas
que he empleado la expresión «soberano irresponsable» de modo coloquial y
arbitrario, ¡muy al contrario!, resulta que este individuo está sancionado por
la Constitución española como un auténtico y genuino irresponsable. Es decir,
que carece de responsabilidad. Y por consiguiente, haga lo que haga, diga lo que
diga, no puede ser juzgado ni llevado ante tribunal alguno, pues Su Majestad, en
esto, como en todo lo demás, parece estar por encima de la ley, cuando con idénticos
hechos otros ya se encontrarían al margen de ella, o en la cárcel. Y claro está,
¡Bubú! él, sin vergüenza, trapisondista donde los haya, se jacta de sus
trofeos obtenidos ora en Tanzania, ora en Tailandia, sin ser tenido por ello
como sanguinario turista reincidente. Pues ahí donde lo ves, la tiene tomada
con los de nuestra preciada piel. Al menos así lo deduzco yo de otro turbio
asunto acaecido allá por la primavera de 2004 en Rumanía, donde también
pereció un colega en oscuras y etílicas circunstancias andando el susodicho
por medio.
Sin que sirva de
precedente, he perdido el apetito ¡Búbú! Será mejor recogernos e invernar
antes de tiempo, dando por finalizada la temporada estival. No deseo acabar mi
disoluta y feliz existencia de alfombra en la Zarzuela. Según nos vaya entrando
el sueño, hagamos por recordar tiempos más propicios, en los que los reyes
acababan sus días de cacería, como el visigodo Fabila, hijo de Pelayo,
devorado por un ancestro nuestro y de Mitrofan. -