El Gobierno aznarita (o el PP, como ustedes gusten) “estimuló”, por
decirlo en palabras suaves, el golpe de estado contra el presidente
legítimo Chávez, el 12 abril 02. El embajador
español en (Santiago de León de) Caracas se personó en el Palacio
presidencial de Miraflores para apoyar al golpista Carmona,
quien, además, habló por teléfono con Ánsar. Y dicho embajador,
comisionado del Gobierno hispano, fue designado por la CIA y por
Ánsar, o viceversa --junto a otros dos, uno de ellos el infame
obispo caraqueño-- para meter a Chávez en un avión y expulsarle del
país (no nos consta si pensaban explosionar el aeroplano sobre el
Caribe, como hicieron con otro avión, de línea, salido de Venezuela
y lleno de civiles, Posada Carriles y compadres de
la propia CIA en 1.973). El futuro Ministro de Exteriores pepero,
Arístegui, educado en Connecticut y New York,
partidario en su momento de usar armas nucleares ad majorem gloria
de Bush en Oriente Medio (¡ay Gustavo, qué
peligrosas son las vídeo-hemero-tecas, y cuánta juvenil fogosidad
para hacer méritos!) denominó a dicho golpe de estado “revuelta
popular” (¿congruente con “Partido Popular”? ¡Ay el inconsciente! ¿O
el consciente?). Washington y Madrid emitieron una Declaración
conjunta, explicando que seguían “con gran interés” el
golpe, y “en contacto continuo” ambos Gobiernos. El PP
celebró en Madrid (no nos consta con cuánto champagne y cuáles
empresarios) el término de la era Chávez.
En fin, junto al peor Presidente de EEUU -–de quien
Aznar se erigió mamporrero mayor desde el golpe venezolano,
luego pasó a ídem menor en las Azores, cediendo el puesto a
Blair-falsa-sonrisa, y en ménage à trois decidieron violar
la Carta de NNUU haciendo prácticas de terrorismo internacional de
Estado, homicidio de población civil y expolio cultural, todo sea
por el petróleo—- fue el nuestro el único Ejecutivo del planeta en
“reconocer” inmediatamente al gobiernete (terrorista de
Estado) títere de la CIA del gran empresario Carmona y la oligarquía
reaccionaria. Y, lejos de pedir perdón o condenar dicho golpe de
2.002 (mientras exigen que ANV, Nafarroa Bai, etc condenen otro
terrorismo, se ve que hay terrorismos y terrorismos, como suegras y
suegras, o suegros; se diría que el PP aplica, respecto a los golpes
antidemocráticos que apoya, la ignominiosa doctrina de aquel
flamante Secretario de Estado USA, Alexander Haig,
el 23-F-81: son “asuntos internos”), la miniCIA
surpirenaica, FAES, y en particular Aznar, van y vienen insultando
al actual Estado venezolano y su Gobierno salido de las urnas, y
hasta envían a Mayor Oreja a Venezuela, leo, a
hacer fuerza para que derroquen o maten al susodicho, ya que no
pudieron en 2.002.
¿Y les extraña que Chávez se queje en la XVII Cumbre
Iberoamericana? Miren, hasta Durão Barroso, el
anfitrión de aquella cita anticiclónica para invadir Irak por
huevos, que diría el mílite jurídico Trillo, a la
que no asistió nadie más de la U.E. que la pérfida Albión y el
inefable Aznar, dice que le engañaron. ¡Pues menudo pardillo tenemos
de jefe de la Comisión Europea! El pobre Barroso sólo tenía entonces
47 añitos, y sólo era primer ministro en su país. Por lo demás,
Aznar (que idiota no es, no sé si la lista es la Botella,
¿quién decidió casar a la niña en El Escorial, como una Infanta?),
sabiendo que, tras Roosevelt, un USA President no
puede obtener más que un reenganche, que él ya no puede volver a la
política española, salvo para aspirar a Presidente de la III
República (conexión Aznar-Losantos, aparte la
pela), y que en la política europea o mundial no tiene nada que
hacer, vio más útil hacerse ahora mamporrero del multimillonario y
dueño de media R. Murdoch, que le paga muy bien por
predicar en el orbe latinoamericano la buena nueva del tiranicidio
contra Chávez, Evo, etcétera. No sé si se sentirá,
en tales homilías sobre el derecho a la rebelión, más Tomás
de Aquino, Locke o Jefferson,
pues el sujeto es de suyo atrevido.
Así que, cuando Chavezito rompe un algo las normas de
escrupulosa cortesía de la gente bien, quejándose de dicho bípedo
implume Aznar --¿fascista?: per suposat, al porcentaje que ustedes
digan, ya se oponía, en sus artículos de Logroño, los tengo, hace
tres décadas, a la Constitución vigente, él es hijo espontáneo de
Quintanilla de Onésimo Redondo; y
Fraga lo puso a dedo por guardarse el culo, era en
el que más confiaba, no ocurriera que, con esto de la democracia,
fuesen a pedir responsabilidades a quienes habían dado visto bueno
desde el Consejo de Ministros a fusilamientos franquistas; pues en
toda Europa, este y oeste, sus equivalentes habían ido a la cárcel o
peor, véase Laval o Mussolini--, cuando don Hugo
mete cuñas al discurso zapateril, en una Cumbre no de exquisitez
europea sino más barroca y bravía (quizá corresponde a maneras y
licencias de allá, y a tantas hambres y sufrimientos en un
Continente bajo tres siglos de colonialismo celtíbero -–los
españoles, por ejemplo, liquidaron a gran mayoría de indígenas
mexicanos en el siglo XVI, y en Cuba no te digo, no quedó uno,
tuvieron que secuestrar y traer negritos de África—- y otros dos de
colonialismo feroz USA), Su Majestad borbónica, que se ve anda
nervioso (le crecen los enanos, que si El Jueves, que si Ceuta,
Melilla, Marruecos, que queman sus afotos, que Letizia
no pare chicos, y a ver cómo explican a las mentes
sencillas y lógicas, mayoritarias en la ciudadanía, que sus hijitas
Borbón Ortiz tienen mejor derecho a ser Jefa de Estado que
Dª Elena, ¡uf!), perdiendo los estribos, o quizá buscando
marcarse un farol y recibir aplausos, espeta esas cinco palabras ya
históricas, con cierto regusto tardocolonial o despreciante
(¿soberbia, altanería de quien tutea a todos pero a él nadie; a
todos menos a Carrillo y Tierno, of course?). En fin, aunque los
media, revistas del corazón/bajo vientre, y otros poderes, se
empeñen en convencernos de que don Juan Carlos se portó como héroe,
aunque el embajador de EEUU diga que tenemos “un rey de lujo”, le
falló el autocontrol y la perspicacia, y ha regalado un montón de
votos a Chávez en el referéndum del 2 de diciembre (el hijo del
tataranieto de Fernando VII, contra el heredero de
Bolívar; ¿no sabe Juan Carlos que los
latinoamericanos guardan memoria de sus guerras de independencia
contra dicho rey canalla?; otro día les hablo de cómo en el querido
México nos llaman, con una chispa de malevolencia, “gachupines”, y
de alguna experiencia personal en Guatemala, etc, quede para otra
entrega de esta serie). Uno entiende que Su Majestad quedó como
Cagancho en Almagro, entre otros motivos porque nadie le siguió en
su ausentarse. Y porque el Artículo 97 de la Constitución no le
permite hacer lo que hizo, pues el Rey no tiene carta en dirigir la
política exterior ni la defensa del Estado (es sólo “símbolo” del
mismo), ni tiene función ejecutiva. El Artículo 56 le concede el
papel de “moderar” el funcionamiento de las instituciones
españolas, no de las internacionales, su resquicio en lo
internacional es “representar al Estado, especialmente” con los
países que fueron sus colonias. Representar, simbolizar,
parabolizar, no actuar políticamente. Especialmente, si está en el
Acto el Presidente del Gobierno.