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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

 

Una tisana para Su Majestad

 José Luis Pitarch

UCR 21 de Noviembre de 2007

 

 

        El Gobierno aznarita (o el PP, como ustedes gusten) “estimuló”, por decirlo en  palabras suaves, el golpe de estado contra el presidente legítimo Chávez, el 12 abril 02. El embajador español en (Santiago de León de) Caracas se personó en el Palacio presidencial de Miraflores para apoyar al golpista Carmona, quien, además, habló por teléfono con Ánsar. Y dicho embajador, comisionado del Gobierno hispano, fue designado por la CIA y por Ánsar, o viceversa --junto a otros dos, uno de ellos el infame obispo caraqueño-- para meter a Chávez en un avión y expulsarle del país (no nos consta si pensaban explosionar el aeroplano sobre el Caribe, como hicieron con otro avión, de línea, salido de Venezuela y lleno de civiles, Posada Carriles y compadres de la propia CIA en 1.973). El futuro Ministro de Exteriores pepero, Arístegui, educado en Connecticut y New York, partidario en su momento de usar armas nucleares ad majorem gloria de Bush en Oriente Medio (¡ay Gustavo, qué peligrosas son las vídeo-hemero-tecas, y cuánta juvenil fogosidad para hacer méritos!) denominó a dicho golpe de estado  “revuelta popular” (¿congruente con “Partido Popular”? ¡Ay el inconsciente! ¿O el consciente?). Washington y Madrid emitieron una Declaración conjunta, explicando que seguían “con gran interés” el golpe, y “en contacto continuo” ambos Gobiernos. El PP celebró en Madrid (no nos consta con cuánto champagne y cuáles empresarios) el término de la era Chávez. 

        En fin, junto al peor Presidente de EEUU -–de quien Aznar se erigió mamporrero mayor desde el golpe venezolano, luego pasó a ídem menor en las Azores, cediendo el puesto a Blair-falsa-sonrisa, y en ménage à trois decidieron violar la Carta de NNUU haciendo prácticas de terrorismo internacional de Estado, homicidio de población civil y expolio cultural, todo sea por el petróleo—- fue el nuestro el único Ejecutivo del planeta en “reconocer” inmediatamente al gobiernete (terrorista de Estado) títere de la CIA del gran empresario Carmona y la oligarquía reaccionaria. Y, lejos de pedir perdón o condenar dicho golpe de 2.002 (mientras exigen que ANV, Nafarroa Bai, etc condenen otro terrorismo, se ve que hay terrorismos y terrorismos, como suegras y suegras, o suegros; se diría que el PP aplica, respecto a los golpes antidemocráticos que apoya, la ignominiosa doctrina de aquel flamante Secretario de Estado USA, Alexander Haig, el 23-F-81: son “asuntos internos”), la miniCIA surpirenaica, FAES, y en particular Aznar, van y vienen insultando al actual Estado venezolano y su Gobierno salido de las urnas, y hasta envían a Mayor Oreja a Venezuela, leo, a hacer fuerza para que derroquen o maten al susodicho, ya que no pudieron en 2.002.

        ¿Y les extraña que Chávez se queje en la XVII Cumbre Iberoamericana? Miren, hasta Durão Barroso, el anfitrión de aquella cita anticiclónica para invadir Irak por huevos, que diría el mílite jurídico Trillo, a la que no asistió nadie más de la U.E. que la pérfida Albión y el inefable Aznar, dice que le engañaron. ¡Pues menudo pardillo tenemos de jefe de la Comisión Europea! El pobre Barroso sólo tenía entonces 47 añitos, y sólo era primer ministro en su país. Por lo demás, Aznar (que idiota no es, no sé si la lista es la Botella, ¿quién decidió casar a la niña en El Escorial, como una Infanta?), sabiendo que, tras Roosevelt, un USA President no puede obtener más que un reenganche, que él ya no puede volver a la política española, salvo para aspirar a Presidente de la III República (conexión Aznar-Losantos, aparte la pela), y que en la política europea o mundial no tiene nada que hacer, vio más útil hacerse ahora mamporrero del multimillonario y dueño de media R. Murdoch, que le paga muy bien por predicar en el orbe latinoamericano la buena nueva del tiranicidio contra Chávez, Evo, etcétera. No sé si se sentirá, en tales homilías sobre el derecho a la rebelión, más Tomás de Aquino, Locke o Jefferson, pues el sujeto es de suyo atrevido.

       Así que, cuando Chavezito rompe un algo las normas de escrupulosa cortesía de la gente bien, quejándose de dicho bípedo implume Aznar --¿fascista?: per suposat, al porcentaje que ustedes digan, ya se oponía, en sus artículos de Logroño, los tengo, hace tres décadas, a la Constitución vigente, él es hijo espontáneo de Quintanilla de Onésimo Redondo; y Fraga lo puso a dedo por guardarse el culo, era en el que más confiaba, no ocurriera que, con esto de la democracia, fuesen a pedir responsabilidades a quienes habían dado visto bueno desde el Consejo de Ministros a fusilamientos franquistas; pues en toda Europa, este y oeste, sus equivalentes habían ido a la cárcel o peor, véase Laval o Mussolini--, cuando don Hugo mete cuñas al discurso zapateril, en una Cumbre no de exquisitez europea sino más barroca y bravía (quizá corresponde a maneras y licencias de allá, y a tantas hambres y sufrimientos en un Continente bajo tres siglos de colonialismo celtíbero -–los españoles, por ejemplo, liquidaron a gran mayoría de indígenas mexicanos en el siglo XVI, y en Cuba no te digo, no quedó uno, tuvieron que secuestrar y traer negritos de África—- y otros dos de colonialismo feroz USA), Su Majestad borbónica, que se ve anda nervioso (le crecen los enanos, que si El Jueves, que si Ceuta, Melilla, Marruecos, que queman sus afotos, que Letizia no pare chicos, y a ver cómo explican a las mentes sencillas y lógicas, mayoritarias en la ciudadanía, que sus hijitas Borbón Ortiz tienen mejor derecho a ser Jefa de Estado que Dª Elena, ¡uf!), perdiendo los estribos, o quizá buscando marcarse un farol y recibir aplausos, espeta esas cinco palabras ya históricas, con cierto regusto tardocolonial o despreciante (¿soberbia, altanería de quien tutea a todos pero a él nadie; a todos menos a Carrillo y Tierno, of course?). En fin, aunque los media, revistas del corazón/bajo vientre, y otros poderes, se empeñen en convencernos de que don Juan Carlos se portó como héroe, aunque el embajador de EEUU diga que tenemos “un rey de lujo”, le falló el autocontrol y la perspicacia, y ha regalado un montón de votos a Chávez en el referéndum del 2 de diciembre (el hijo del tataranieto de Fernando VII, contra el heredero de Bolívar; ¿no sabe Juan Carlos que los latinoamericanos guardan memoria de sus guerras de independencia contra dicho rey canalla?; otro día les hablo de cómo en el querido México nos llaman, con una chispa de malevolencia, “gachupines”, y de alguna experiencia personal en Guatemala, etc, quede para otra entrega de esta serie). Uno entiende que Su Majestad quedó como Cagancho en Almagro, entre otros motivos porque nadie le siguió en su ausentarse. Y porque el Artículo 97 de la Constitución no le permite hacer lo que hizo, pues el Rey no tiene carta en dirigir la política exterior ni la defensa del Estado (es sólo “símbolo” del mismo), ni tiene función ejecutiva. El Artículo 56 le concede el papel de “moderar” el funcionamiento de  las instituciones españolas, no de las internacionales, su resquicio en lo internacional es “representar al Estado, especialmente” con los países que fueron sus colonias. Representar, simbolizar, parabolizar, no actuar políticamente. Especialmente, si está en el Acto el Presidente del Gobierno.
     

 

 

 

 

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