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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

 

 

 

 

El primo de Juan Carlos


 

 

El Economista/inSurGente


 

Don Carlos de Borbón Dos Sicilias y Borbón-Parma es infante de España con tratamiento de Alteza Real, duque de Calabria, heredero del trono de Nápoles, descendiente de Alfonso XII y primo hermano del rey Don Juan Carlos I. Todo eso y, además, miembro del Consejo de Administración de nueve compañías. Licenciado en Derecho y con una amplia experiencia en el sector financiero -trabajó en el Chase Manhattan Bank, en Banca Popular Peruana y Banco Nacional de México, entre otras entidades-, es consejero actualmente de Cepsa y de su filial Petroquímica; de la inmobiliaria Urbis; de Telvent, filial de Abengoa; de Iberpistas, integrada en el grupo Abertis; de Viajes Marsans y de la filial española del gigante empresarial alemán Tyssenkrupp, especializado en el sector siderúrgico y la fabricación de ascensores. Sus ingresos son superiores a los 600.000 euros anuales (que se sepa) y su parentesco y amistad con el rey son más que conocidas.
 


 

El consejero más ocupado

 

En conjunto, si se tienen en cuenta las sociedades cotizadas tanto en España como en el exterior, además de sus filiales, Don Carlos de Borbón sería el consejero independiente español con mayor presencia en las empresas, al mismo nivel que José María Loizaga o Alejandro Echevarría.

 

Pero al primo del Rey, que también estuvo anteriormente en los consejos de Dragados y Tudor, le queda además tiempo para presidir el fondo de capital riesgo Diana Capital, creado por Banco Guipuzcoano y Fortis, y con participaciones en empresas como Guascor. En el terreno más personal, gestiona y preside asimismo su propia compañía -Dehesa de la Higuera-, una empresa dedicada a la explotación y cultivo de fincas rústicas y que el año pasado obtuvo un beneficio después de impuestos de casi 60.000 euros.

 

Ingresos

 

Con unos ingresos estimados de más de 600.000 euros anuales, Carlos de Borbón no es sólo primo de Don Juan Carlos I, sino además una de las personas más cercanas a él. Le ayude o no en su carrera profesional, prueba de la confianza que tiene en él el Rey de España radica en el hecho de que le concediera el título de infante de España el 16 de diciembre de 1994.

 

Otra cosa es si la presencia en tantos Consejos de Administración, además de presidir también fundaciones, instituciones y órdenes militares, se ajusta o no a las normativas de Buen Gobierno. Aunque Don Carlos de Borbón cumple con la ley, en los últimos años han sido muchas las recomendaciones para que una misma persona no figurara al mismo tiempo en más de tres consejos de empresas cotizadas.

 

En la línea de sucesión a la Corona

 

La situación resulta especialmente delicada porque el Infante no es sólo un miembro de la nobleza. Además de consejero multiempleado, ocupa el primer puesto en la línea de sucesión a la Corona española después de los descendientes de Don Juan Carlos I, si se considerase oficialmente que las hermanas del Rey, las infantas Pilar y Margarita, quedaron excluidas al contraer matrimonio con personas que no pertenecían a ninguna familia real, como prescribía la Pragmática Sanción del rey Carlos III, que regulaba los matrimonios de la Casa Real Española.

 

Esta normativa quedó derogada de facto por la Constitución Española de 1978, pero la aprobación del texto constitucional fue posterior a los matrimonios de las infantas y nunca se ha determinado con carácter oficial si ellas han quedado o no apartadas de la sucesión. Don Carlos de Borbón, al contrario de lo que sucede con sus primas, sí que está casado con una pesona con sangre azul, la princesa Ana de Orleans, y no tendría ese problema.

 

La polémica sobre su presencia en el mundo empresarial se agudiza igualmente porque no es el único miembro de la Familia Real con esta trayectoria. Aunque su caso resulta absolutamente excepcional, en los últimos años, los yernos del Rey, Ignacio Urdangarín y Jaime de Marichalar, separado actualmente de la infanta Elena, también han entrado con fuerza en el mundo empresarial.

 

Marichalar es miembro del consejo asesor de Credit Suisse, órgano que comparte con personalidades como el ex primer ministro británico John Major. Recientemente, ha sido nombrado consejero de Winterthur, es desde 2001 miembro del Consejo de Cementos Portland Valderrivas (una empresa de la constructora FCC), y hace tres años fue nombrado en España consejero de Louis Vuitton, la propietaria de Loewe. Gracias, en parte, a la amistad entre el Rey y el empresario austríaco Robert de Balkany, forma parte también del máximo órgano ejecutivo de una de las compañías del magnate: Sociedad General Inmobiliaria, propietaria de centros comerciales como La Vaguada, en Madrid, o Gran Vía en Barcelona.

 

Urdangarín,que sigue como consejero de Telefónica Internacional y del grupo editorial Motorpress Ibérica y que creó hace dos años su propia inmobiliaria, Aizoon, trabajaba también en una consultoría, Noos, que tuvo que abandonar en 2006 por su cargo como vicepresidente del Comité Olímpico Español. Su empresa asesoraba a diferentes federaciones olímpicas y eso, según los estatutos del organismo deportivo, era totalmente incompatible.

 

La gran incógnita está en saber si estos nombramientos se han producido por ser familia de quien son o por una formación y una merecida trayectoria profesional.

 

 

 

 

 

 

 

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