¿Libertad
de expresión acerca de la Monarquía?
Milagros Rubio *
Deia 17
de Noviembre de 2007
quema
de fotografías, humor crítico, separación matrimonial, incidente diplomático…
Coinciden estos días diversas noticias sobre la monarquía española, que
nos llevan a hacernos una pregunta sin fácil respuesta: ¿Existe libertad
de expresión acerca de la monarquía?
Este año han tenido lugar algunas expresiones públicas, algunas de ellas
a mi juicio poco afortunadas en las formas, en contra de la monarquía
española, incluyendo quemas de fotografías. Más allá de la
discrepancia de las formas, hemos podido constatar en algunos medios de
comunicación un tratamiento pacato del fondo de la cuestión. El tema fue
motivo de escándalo, no tanto por el hecho de quemar fotografías, que es
lo que personalmente me produce rechazo, sino por quemar fotografías de
miembros de la Casa Real. En otras ocasiones, manifestaciones más
numerosas, habían quemado fotografías de significados políticos, y la
noticia, si lo fue, apenas adquirió relieve. Al margen de cualquier
debate sobre monarquía o república, que no tiene cabida en un
tratamiento tan manido de cuestiones anecdóticas, lo sucedido fue
respondido con una magnificación de los hechos y con una exageración
mediática de las virtudes de la monarquía española.
¿Qué decir de la condena de dos periodistas por el hecho de sacar una viñeta
supuestamente erótica de los príncipes de Asturias aludiendo a una
medida gubernamental de fomento de la natalidad? Aprovecho estas líneas
para mostrar mi solidaridad con dichos periodistas, por lo que tiene de
ataque a su libertad de expresión, pues, por lo demás, creo que se habrán
visto beneficiados de tanta propaganda gratuita.
Posteriormente, no hace demasiado tiempo, una periodista sugirió la
posibilidad de que los duques de Lugo se separasen. Las desavenencias de
la pareja eran un secreto a voces, pero el adelanto de lo que ahora ha
resultado ser una comunicación real de separación, también provocó
encendidos debates y salvaguardas monárquicas. Debates que, en todo caso,
amén de mantener el intocable pedestal de la realeza, mostraban la
timorata posición respecto a un hecho tan cotidiano y nada censurable
como es el divorcio o la separación matrimonial.
Pero quizás ha sido en el incidente habido entre el Rey y el presidente
de Venezuela en la Cumbre Iberoamericana, donde la reacción ha sido, a mi
entender, más desmedida. Y donde puede observarse con más nitidez una
actitud exenta de toda objetividad y naturaleza informadora. ¿Alguien que
no lo supiese previamente, ha podido enterarse estos días de cuáles eran
las críticas del presidente de Venezuela o del ex presidente de Nicaragua
a las multinacionales españolas en Latinoamérica, si son ciertas las
cuestiones que decían o no? ¿Alguien ha obtenido datos a través de los
medios de comunicación, del fondo del debate? Lo único que ha obtenido
relevancia, ha sido la actitud del monarca español. Actitud, cuya censura
es tabú. Al monarca no se le puede tratar, por lo visto, como a un ser
humano aunque su reacción haya demostrado que lo es.
Y para ello, para evitar que se pueda juzgar correcta o incorrecta diplomáticamente
la actitud del Rey, los que se quejan de recibir insultos vilipendian al
contrario que, en este caso, es Chávez. Y mi consideración al respecto,
está al margen de la opinión sobre el rumbo del gobierno populista del
mandatario venezolano. Pero el hecho es que a raíz del incidente, se está
fomentando el antichavismo por el antichavismo, sin entrar a explicar qué
y quiénes gobernaban Venezuela antes de Chávez. En todo caso, sería
preciso debatir cuáles son las alternativas con las que cuentan las
ciudadanas y ciudadanos de dicho país, para tener criterio al respecto.
Sin embargo, no. Que sin análisis de ningún tipo se tire a dar en el
Partido Popular, no llama la atención. Si el que era su líder pretendió
que la Unión Europea validara el intento de golpe de Estado contra Chávez,
no van a andarse ahora con análisis finos. Pero, ¿a qué obedece la
actitud del gobierno socialista y de la mayoría de medios de comunicación?
No creo que sea a una repentina visión sobre el país venezolano que
precisan trasladar al conjunto de la ciudadanía. Al igual que con la
quema de fotografías y con la separación de los duques, parece deberse a
una irracional posición ultraprotectora de la intachable actitud en todo
tipo de materias de la monarquía española. Olvidando, por otro lado, que
parte de la simpatía que algunos miembros de la familia real proyectan
socialmente, incluso en sectores manifiestamente republicanos, se debe,
precisamente, a que venían ofreciendo una imagen más de gente normal,
digamos, que otras monarquías. Pero vayamos al fondo de la cuestión, ¿cuál
es?
El artículo 56.3 del título II de la Constitución Española, nos ofrece
la respuesta en su primera frase: La persona del Rey es inviolable y no
está sujeta a responsabilidad. Ahí está el fondo de la cuestión.
El Rey, no es como el resto de ciudadanos y ciudadanas españoles. La
igualdad de los ciudadanos ante la ley, que ya queda en entredicho por el
mero hecho de que la corona es hereditaria, se resiente ante este
articulado constitucional. Y crea mentalidad que unida a miedos e
inmovilismos, conlleva actitudes tan poco sinceras como muchas de las que
escuchamos y leemos estos días. Con este proceder, además de poner en
entredicho la libertad de expresión acerca de la monarquía, a quienes
somos republicanos, nos confirman nuestros argumentos.
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* Es miembro de Batzarre y concejala de NaBai en el Ayuntamiento de
Tudela
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