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Jaume d'Urgell
30 de abril
de 2007
Otra vez lo de siempre: la misma
ensordecedora propaganda, los mismos paparazzis en la sección nacional de los
periódicos y la misma sinrazón elevada al grado de rito oficial. Otra boca a
la que alimentar… dos cientos nuevos escoltas, más retoños, más títulos
de 'honor' y 'grandeza', más palacios, más vergüenza ajena y más
injusticia social.
Una vez más, la familia que representa el máximo exponente de lo público,
ha acudido a una lujosa clínica privada para traer al mundo a una criatura
que nos será presentada como si se tratara de un ser superior a nosotros,
alguien cuyas facturas estaremos obligados a pagar con el fruto de nuestro
esfuerzo, expresado en unos billetes que llevarán impresa su imagen o la de
algún pariente suyo.
Como era de esperar, todos los medios de propaganda del régimen se han puesto
al servicio del tirano, buscando el favor del autócrata que se encuentra en
la cima de nuestra "democracia", y procurándole las ya
acostumbradas dosis de pleitesía a través de una nueva y masiva edición de
ruido mediático.
No se permite pensar, la menor disidencia es rápidamente silenciada y sus
autores depurados… ni una sola nota debe desentonar con el clamor general de
adoración a los semi-dioses.
Da auténtico asco poner cualquier canal de televisión y no poder evitar
encontrarte con la familia de militares que fue elegida por Francisco Franco
para que continuaran con la gran obra de su vida: impedirnos elegir a nuestros
propios gobernantes a través de las urnas.
Por descontado, nada se improvisa: todo este vergonzoso espectáculo sigue
unas directrices y un guión largamente ensayado, revisado y aprobado. Solo
oiremos, veremos y leeremos aquello que debamos oír, ver y leer, y además,
lo haremos en el preciso orden en el que alguien haya determinado de antemano.
Antes de doce horas después de tener lugar el "feliz
acontecimiento", nos presentarán la cara regordota y mimosa de una entrañable
criatura. Por primera vez se nos autorizará a conocer su nombre, que en
adelante será repetido a modo de invocación jaculatoria, y ya veréis, como
al pobre infeliz de la voz en off le obligan a leer burradas como "qué
inteligente parece", "ha salido a la madre", "tiene los
ojos de su padre", "es la viva imagen de Luis XIV", etc.
Por supuesto, nadie dirá que esta noche una inmigrante subsahariana dio a luz
en una patera, cuando se encontraba a ocho millas náuticas del Estrecho…
nadie nos dirá que hubo complicaciones post-parto, y que el bebé
indocumentado nació huérfano… y sobretodo, nadie establecerá
comparaciones, ni hará preguntas incómodas. "¿Qué
tendrá que ver —dirá más de uno— la
hija de esa negra, con el alto honor que asiste a Doña recién-nacida?, esta
niña, un día podría reinar sobre nosotros, por designio divino,
sacrificando su vida por nuestra libertad, para que nosotros podamos seguir
gozando de la 'democracia' que su abuelo nos proporcionó".
Nos recordarán una y otra vez cual es el orden en la línea sucesoria, sin
decirnos que según el artículo 62.h de la pseudo-constitución de 1978, ese
tierno bebé puede terminar dando órdenes a nuestros generales y almirantes,
al estilo Isabel II —no daré más detalles, so pena incurrir en delito, tan
solo os invito a consultar cualquier tratado histórico que trate de este
particular—.
Ya para terminar, una última reflexión: desde el punto de vista de la
legislación electoral, ¿es legal que nazca una nueva candidata a la política
de los no-electos en plena precampaña electoral?, ¿debería haber
intervenido la Junta Electoral Central para retrasar el nacimiento?, ¿hay que
seguir algún patrón informativo, para evitar favorecer a cualquiera de los
dos partidos que encabezan esa serpiente bicéfala que es nuestra
partitocracia?
En fin, ¡vivan las nietas del becario de Franco!