El discurso navideño de Juan Carlos I ha estado lleno, un año más, de las mismas frases y mensajes repetitivos de años anteriores.

Es un puro formalismo intemporal la alusión a lo que nos une a España con los países latinoamericanos al tiempo que ha faltado una petición de disculpas a Hugo Chávez, presidente democrático de la República Bolivariana de Venezuela. El Rey ha faltado a la verdad cuando ha dicho que respeta las instituciones de los países latinoamericanos y no ha respetado en absoluto a un presidente elegido democráticamente como el de Venezuela cuando le gritó que se callara en la pasada Cumbre Iberoamericana y abandonó la reunión con una falta de respeto y consideración total al presidente de Nicaragua cuando este estaba haciendo uso de la palabra.

Ha habido un silencio clamoroso sobre los vuelos de la CIA que han utilizado aeropuertos españoles camino del secuestro y la tortura.

Otra ausencia significativa ha sido la situación de los trabajadores y trabajadoras con contrato precario, con contrato basura, la situación de las hipotecas, los problemas de la vivienda o de la carestía de la vida.

En resumen no ha tenido el discurso del rey ningún contenido social, ninguna referencia a los problemas reales en el campo de lo social aquí en España.

Ha perdido Juan Carlos I una ocasión de oro para anunciar transparencia en el desglose de los gastos de la Casa Real, la situación de opacidad con las que se manejan los nueve millones de euros que le asignan los presupuestos generales del Estado se mantiene. Hay Casas Reales en Europa que publican a través de internet en su página web el gasto que hacen del dinero público que reciben. Los diputados, en la página web del parlamento declaran los bienes, el patrimonio y los salarios. ¿Cuándo veremos publicado el patrimonio del Rey y de la familia real y el desglose del dinero público que se le asigna? El parapetarse detrás de la ley porque esta no le obligue a hacerlo no le libra de su responsabilidad pues si tuviese voluntad de transparencia podría hacerlo porque ninguna ley lo impide.

Es cierto que ha sido un año horrible para la monarquía como institución anacrónica para la España del siglo XXI, por lo que el Rey debe ir acostumbrándose a convivir en España en los próximos años con un movimiento republicano democrático, pacífico y sereno, y con participación de las instituciones municipales y un número de jóvenes cada vez mayor.

El Rey ha llamado a la unidad de los demócratas contra el terrorismo de ETA. Unidad de los demócratas que debe extenderse a luchar también contra el terrorismo internacional y contra el terrorismo de Estado y los crímenes que representan guerras ilegales como las de Iraq y monstruosidades antijurídicas como Guantánamo. Esto último, ausente también en el discurso de este año.

Se trata de un discurso político institucional que señala objetivos y que por tanto entra en el terreno de la valoración y de la crítica en una democracia que merezca tal nombre. Sucedería igual con el discurso anual de la presidencia de la República sólo que en este caso no sólo se criticaría sino que se votaría periódicamente. Ahí está la diferencia y el detalle, que no es pequeño.

Antonio Romero Ruiz es Diputado de IULV-CA por Málaga, Secretario Segundo de la Mesa del Parlamento y Coordinador de municipios y cargos públicos por la III República.