Correo
Alameda, 5. 2º Izda. Madrid 28014 Teléfono: 91 420 13 88 Fax: 91 420 20 04 |
|
El 12 de octubre del 2004 el periódico
Romania Libera de Bucarest informó de la cacería en la región rumana de
Covasna, al pie de los Cárpatos, en que Juan Carlos Borbón, alias Su Majestad
don Juan Carlos I de Borbón y Borbón (con el "de" y la "y"
que se suelen poner estos zánganos en sus nombres para significar que nacieron
de la vagina de oro), mató a escopetazos a nueve osos, una osa gestante y un
lobo y dejó malheridos de bala a varios otros animales que medio centenar de
ojeadores le iban poniendo a su alcance de suerte que los pudiera abatir
alevosamente. Varios miembros de la policía secreta rumana disfrazados de
campesinos e infiltrados entre los ojeadores protegían de los osos y de cuanto
peligro se pudiera presentar al señorito. La cacería o masacre tuvo lugar del
viernes 8 de octubre al domingo 10 y la organizó la empresa Abies Hunting,
experta en estas bellaquerías. El rey había llegado al aeropuerto Otopeni de
Bucarest en su jet privado, y escoltado por diez patrullas de la policía y
varios vehículos de acompañamiento protocolario se había trasladado a las
cabañas que tenía en la región para sus cacerías Ceaucescu. Los lugareños
de Covasna le depararon a Su Majestad un cálido recibimiento folklórico
vestidos con trajes típicos y lo agasajaron con palinca, un aguardiente de
ciruela que no sé si le gustó o no al borrachín. Porque han de saber que este
señorito viejo además de cazador es mujeriego, buen vividor, borrachín y
corrupto. Lo de mujeriego, buen vividor y borrachín es cosa suya y de su
familia, que se lo tendrán que aguantar. Lo de corrupto es cosa de España, que
lo alcahuetea. Y lo de cazador es cosa mía y la que me mueve a escribir este
artículo para denunciar al bellaco. Dada la absoluta insensibilidad de la mayoría
de los seres humanos ante el sufrimiento de los animales, pero dada también la
indignación general que causan en todos lados la venalidad y los peculados de
los funcionarios públicos, voy a mencionar de pasada a algunos de los amigos íntimos
del rey, con quienes ha tenido negocios (ya no más porque están en la cárcel)
y quienes, tramados en la más embrollada red de complicidades y llenándose de
paso sus bolsillos de millones, han hinchado las arcas reales con los sobornos
que han sacado de aquí y allá con su consentimiento y usando su nombre hasta
el punto de convertirlo, del pobretón que era cuando llegó a la Corona en
1975, en uno de los hombres más ricos del mundo: en el 2003 la revista Forbes
le atribuía una fortuna de 1.790 millones de euros. He aquí unos cuantos de
sus amigos delincuentes:
Javier de la Rosa y Manuel Prado y Colón de Carvajal (otro con la "y"
y el "de", nacido de la chimba de oro), condenados en diciembre del
2002 por la Audiencia Nacional de España el primero a cinco años y medio de
prisión y el segundo a dos por los delitos de apropiación indebida y
falsificación de documentos (75 millones de euros le transfirió De la Rosa a
Prado para que éste se los repartiera con el rey). Mario Conde, "el
banquero de la monarquía", que se embolsó 8.000 millones de pesetas, y
que fue condenado por el Tribunal Supremo por los delitos de estafa, apropiación
indebida y falsificación de documentos a 20 años de cárcel que viene purgando
desde diciembre de 1994. Este Conde sin condado, un "financiero" (hampón),
es el del famoso caso del banco Banesto, que presidió de 1987 a 1993 y donde el
rey tenía dos cuentas, la 8317-172 y la 148963-172, vinculadas con operaciones
en la Asturiana de Zinc, Sindibank y el propio Banesto. Alberto Alcocer y su
primo Alberto Cortina, "los Albertos", del Banco Zaragozano y asiduos
del Palacio de la Zarzuela, a quienes en marzo del 2003 el Tribunal Supremo
condenó a tres años y cuatro meses de prisión por los delitos de estafa y
falsificación de documento mercantil en la venta de la sociedad Urbanor,
propietaria de los terrenos donde se construyeron las torres KIO de los kuwaitíes
(de cuyos fondos en 1992 De la Rosa transfirió 12 millones de euros a una
cuenta personal en Suiza del "administrador privado del Rey", el
mencionado Manuel Prado y Colón de Carvajal). Los Albertos pidieron el indulto
al Gobierno, que lo denegó, tras de lo cual recurrieron la sentencia del
Tribunal Supremo ante el Constitucional, recibiendo el apoyo del rey. Obligados
por la condena del Tribunal Supremo a renunciar a sus cargos en el Banco
Zaragozano y a vender la participación del 40 por ciento que tenían en la
empresa Barclays, se embolsaron en esta última operación 453 millones de
euros. En los montes de Toledo tienen una finca de 2.000 hectáreas, Las Cuevas,
donde para venderles una flota de carros de combate y cañones a los saudíes
los invitaban a cazar en el mejor estilo del franquismo, cuyos jerarcas solían
cerrar sus negociados y tramar sus corruptelas en el curso de las cacerías, a
las que tan aficionado era el Caudillo. Impuesto por éste, Juan Carlos Borbón,
el cazador, no surge pues de la nada por generación espontánea: brota de lo más
corrupto e inmoral de España. Es la herencia infame que les ha dejado Franco a
los españoles después de haber arrasado con su cultura.
Tres hijos oficiales y reales tiene Juan Carlos: dos infantas y un principito,
casados todos y en pleno delirio reproductor. El principito anda ya por los
cuarenta y se ha convertido en un principote alto y largo como una cañabrava
que mandan a las tomas de posesión de cuanto presidentucho de América no
alcanza a merecer rey (como Uribe) para que se destaque entre los invitados y
los aborígenes por su gran altura moral. Lee bien los discursos que le
escriben, a diferencia de su papá que será muy bueno para la escopeta y la
rapacería pero que nos ha resultado a los de la raza hispánica bastante torpe
de lengua así lo pongan a presidir los congresos de Academias de la susodicha,
como el que viene a inaugurar en Medellín, la ciudad de las orquídeas en el país
de los doctores (donde se le dice "doctor" a cualquier hijueputa).
Señor alcalde de Medellín: ahora que vaya el rey a mi ciudad y lo suba en su
Metrocable para mostrarle desde arriba la bella villa toda despedorrada abajo
por las obras de su Metroplús, muy respetuosamente le recuerdo que se debe
dirigir a él como "Majestad", que es como le dijo Uribe en la última
cumbre en que se vieron en el Cono Sur: "Majestad -le dijo con su vocesita,
sumiso, el bajito mirando hacia arriba-, cómprenos nuestros productos pero no
la coca, que nos hace mucho mal". ¡Pendejo! ¡Qué va a saber el Rey de
España qué es la coca! Habrá pensado que son las Coca Colas que producimos en
Colombia y no el polvito blanco que tan felices hace a muchos y que fabricamos
con gran ingenio artesanal en nuestras cocinas repartidas por todo el territorio
nacional como Tirofijo.
En fin, lo que el periódico rumano sacó a la luz no fue más que la punta del
iceberg: la testa coronada estaba yendo a Rumania a cazar furtivamente desde hacía
décadas, desde los tiempos de su compinche Ceaucescu, el tirano sanguinario de
Rumania, que lo invitaba. Y a propósito de genocidas y tiranos, sabemos de una
carta del 4 de julio de 1977 en que nuestro Borbón, recién encaramado al trono
y en plena pobreza, le extiende la mano al sha de Persia: "Me tomo la
libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la
posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución personal
para el fortalecimiento de la monarquía española". "Con todo
respeto", como piden los mendigos de Bogotá. Y a la monarquía saudí le
pidió un crédito de 100 millones de dólares, que la empresa kuwaití KIO le
entregó a Manuel Prado y Colón de Carvajal a cambio de que durante la Tormenta
del Desierto la aviación estadounidense pudiera disponer a su antojo de las
bases españolas de Rota y Torrejón. Y hasta el sol de hoy. Nunca pagó.
Otros amigos y cómplices del Borbón son el georgiano Zourab Tchokotua,
procesado en Mallorca en 1978 y 1992 por estafas inmobiliarias; el dueño de la
FIAT Giovanni Agnelli implicado en casos de corrupción en Italia; y Marc Rich,
calificado como "el delincuente más inescrupuloso de la era moderna",
prófugo de la justicia norteamericana que lo perseguía por 65 delitos,
enriquecido por sus suculentos negocios con la mafia rusa, Milosevic y la
empresa Hallyburton de Dick Cheney y nacionalizado español.
"El rey de todos los españoles" no tiene que rendir cuentas de sus
acciones, no se le pueden fincar responsabilidades, goza de inmunidad penal ante
cualquier delito y está protegido por la Consitución, que lo considera
inviolable. Y como si esto fuera poco, el artículo 490 del Código Penal español
amenaza: "El que calumniare o injuriare al rey será castigado con la pena
de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y
con la multa de seis a doce meses si no lo son". Y así han llevado al
banquillo entre varios, acusados de injurias al rey, a Jesús Zulets por una
caricatura en la revista El Cocodrilo y a Javier Madrazo por decir "ya que
le pagamos policías, yates, viajes a esquiar y a montar a caballo, no habría
estado de más que por una vez abandonase sus ocupaciones y compartiese con la
sociedad su preocupación por la guerra de Iraq". Sin embargo cuando José
María Ruiz Mateos, prófugo de la justicia española, acusó desde Londres al
rey de haber aceptado "miles de millones" no sólo de su propio
bolsillo sino del de diversos empresarios y el Fiscal General del Estado lo iba
a procesar por el delito de injurias, lo que habría podido convertirse en un
sumario contra el impúdico monarca quedó reducido a nada, le dieron carpetazo
al asunto. De la secta tartufa y cazadora de herencias del Opus Dei, este Ruiz
Mateos fue el artífice de Rumasa, un holding de infinidad de empresas que le
expropiaron. La Audiencia Provincial de Madrid lo ha condenado recientemente a
tres años de cárcel por los delitos de alzamiento de bienes y de insolvencia
punible en la venta de la agencia de viajes Mundo Joven, pecata minuta frente a
la inconmensurable magnitud de sus fraudes. Éstos son pues los que le untan la
mano al monarca y los que lo han situado en un buen puesto en el ranking de la
revista Forbes.
Pero no nos desviemos y volvamos a los osos. No bien Romania Libera destapó la
cloaca los ecologistas pusieron el grito en el cielo. Pero no porque don Borbón
hubiera masacrado a mansalva a unos pobres animales que nada le habían hecho,
sino porque estaba violando una ley internacional ya que el Urusus arctos, la
especie de los osos que "abatió", está protegida por la Convención
de Berna de 2001. Yo no tengo nada que ver con los ecologistas que creen, como
ese libro imbécil del Génesis, que los animales están ahí para el servicio
del hombre y que para eso los hizo Dios. Dios no existe y me importa un comino
que se vaya al diablo este planeta. Para mí, simplemente, los animales son mi
prójimo, los quiero y considero una solemne ruindad ir a matarlos por diversión.
¡Pero qué! Educados como hemos sido los colombianos y los españoles en la
infame religión de Cristo que no tuvo ni una sola palabra de compasión por
ellos, ¿qué se puede esperar de nosotros? Como les dijo a los ecologistas
Demetre Janos, un funcionario rumano que participó en la cacería real, en
declaraciones para el periódico Crónica cuando la polémica pasó de Rumania a
España: "Su Majestad estuvo de visita privada. No entiendo por qué los
ecologistas montan tanto jaleo. ¿Por qué no se manifiestan cuando se mata el
cerdo en Navidad, o en contra de que las sopas se elaboren con gallinas?".
No escarmentado con el revuelo que desató en España y en toda Europa, don Borbón
volvió a sus andadas y en octubre pasado fue a Rusia invitado por Putin y en la
región de Vologda, en el noroeste del país, mató de un disparo a Mitrofán,
un oso domesticado que le soltaron habiéndolo emborrachado antes con vodka
mezclado con miel. Y este hombre valeroso es al que hoy invita el alcalde de
Medellín con la esperanza de que se monte en su Metrocable y suba al barrio
Santo Domingo Savio, en nuestras sangrientas comunas, a ver si salimos en la
prensa internacional ya no por los carteles de la droga y nuestros incontables
asesinados sino como anfitriones de todo un Congreso de Academias de la Lengua,
que el zángano real va a presidir. ¿Y con qué derecho? ¿Qué ha hecho él
por la lengua española, si ni siquiera sabe leer los discursos que le escriben?
Piénselo bien, señor alcalde, antes de decirle "Majestad" a este
bellaco, ya que metió las patas invitándolo a Medellín para arrodillársele,
e infórmese y aprenda historia, por si no la sabe. Este Borbón es nieto del frívolo
Alfonso XIII, que tuvo que salir huyendo a Roma, y descendiente de Fernando VII,
el déspota tarado que provocó la guerra de Independencia de América
convirtiendo a este continente que estaba unido en una colcha de retazos de
paisuchos limosneros y desgarrando a España. Y no se olvide de estos versos de
Epifanio Mejía, que hoy cantamos en el Himno de Antioquia:
Nací libre como el viento
de las selvas antioqueñas,
como el cóndor de los Andes
que de monte en monte vuela.
No me vaya a salir ahora como el Cid, de quien se dice en su poema: "Qué
buen vasallo sería si tuviera buen señor". ¡El héroe nacional de España
soñando con ser criado! España no tiene redención y nuestra gran desgracia ha
sido que nos colonizara esta raza, la más cerril de Europa y la más cruel con
los animales, la de la Inquisición de Torquemada, la gran lacaya de la puta
vaticana de Roma, la nación de los tiranistas que fueron capaces de gritar
cuando los franceses los querían liberar de Fernando VII: "¡Vivan las
cadenas!" España, capaz de tirar cabras vivas desde los campanarios de las
iglesias.
En Tordesillas (provincia de Valladolid), el martes de la segunda semana de
septiembre y durante las fiestas que se celebran desde hace siglos en honor de
Nuestra Señora la Virgen de la Peña, se corre el famoso "toro de la
vega": sueltan un toro para que una horda de católicos de a pie y de a
caballo y armados de lanzas que terminan en afiladas hojas metálicas lo
persigan y lo alanceen una y otra vez en cualquier parte del cuerpo, pero eso sí,
sin matarlo ni usar vehículos de motor por prohibición expresa del
Ayuntamiento que es muy civilizado. Al toro lo obligan a cruzar un puente que
desemboca en una vega y por ella sigue la persecución hasta que el animal cae
al suelo exhausto. Entonces el que llega primero lo remata acuchillándolo en la
nuca, le corta los testículos que enarbola en una lanza y como premio del
Ayuntamiento recibe otra lanza, ahora toda de hierro, y una insignia de oro. En
cambio en las fiestas de San Juan en Coria (provincia de Cáceres), al toro no
lo alancean: lo acosan por las calles durante horas bajo una lluvia de dardos
que la chusma católica y borracha le lanza con cerbatanas hasta que lo matan. Y
en Medinaceli (provincia de Soria), ni lo alancean ni lo asaetean: echan el toro
a correr vuelto una bola de fuego. Son los "toros de fuego", de los
que los hay también en las provincias de Zaragoza, Teruel y Tarragona y por
toda la comunidad valenciana: la turba arrastra al toro hasta un pilar donde lo
inmovilizan, le atan en los cuernos un dispositivo metálico con bolas de
material inflamable (como las candilejas de nuestros globos) que encienden y
sueltan al animal que huye envuelto en fuego mientras el líquido encendido le
chorrea por la cabeza y por los ojos. O como los toros "ensogados" de
las provincias andaluzas de Almería, Málaga, Huelva, Córdoba, Cádiz y Jaén;
o los de Lodosa en Navarra; o los de Cenicero y Cabretón en La Rioja; o los de
las provincias aragonesas de Zaragoza y Teruel; o los de la provincia catalana
de Tarragona, o los de San Sebastián en el País Vasco, víctimas todos de la
crueldad más vesánica. O como las vacas "enmaromadas" de las
provincias de Zamora y de Cuenca o las que sacrifican a la vista del que pasa
por las calles de los pueblos de Extremadura. O como las becerradas de El Burgo
de Osma (provincia de Soria) o las de Segovia en que sacan terneros al ruedo
para que la turba los golpee, les clave banderillas y los mate. Y todo ello en
honor de las Vírgenes y los santos de nuestra infame Iglesia Católica, Apostólica,
Carnívora y Romana, que calla y mama de la ubre grande de la vaca. Todo esto es
hispanismo, cultura hispánica, de esa que tanto defiende mi taurófilo amigo
Antonio Caballero, en lo cual, con todo y ser él la conciencia de Colombia,
coincide con el difunto padre de nuestro reelecto Primer Mandatario, y padre
asimismo del tenebroso Santiago, el de los Doce Apóstoles. Papá Uribe solía
organizarles corridas de toros en sus fincas a los Ochoa, los del cartel de
Medellín, nuestra inefable Medallo a la que dentro de unos días llegará el
Rey entre centenares de agentes secretos españoles y un batallón de soldados
colombianos, más cuidado que ni que fuera la chimba de la Virgen.
¿Juan Carlos Borbón es una vergüenza de España? No. España es una vergüenza
de la humanidad. Él la representa a la perfección. España es eso: crueldad
con los animales, cerrazón del alma, servilismo de lacayos. Hay que sacarla de
la Unión Europea rapidito, antes de que la pudra.
Señor alcalde de Medellín, paisano: por desinformación e ignorancia de la
Historia (y no quiero pensar que por bajeza moral) metió usted las patas al
invitar a mi ciudad a ese bellaco. No nos vaya a salir ahora de arrodillado con
zalemas uribescas, lacayunas. Nada de "Majestad", que le va a sonar
muy lambón y montañero. Dígale doctor. Doctor Borbón.
Ah, y no lo suba en su Metrocable que de pronto se le descula. Mejor llévelo a
La Macarena y que Santiaguito Uribe, buen hijo de su papá, le organice una
corrida.