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Apología
bufa de un filósofo pillo
Nicola Lococo * Deia 6 de Febrero de 2007 |
Lo
reconozco Señor Fiscal: ¡¡soy culpable!! ¿De qué? ¡¡¡de culpabilidad!!!
pues como es sabido, en este reino de la democracia formal todos somos inocentes
hasta que se demuestra que somos vascos. Ahorrémonos entonces palabras, tiempo
y dinero y obviemos el enojoso trance judicial que suponen la farsa y tramoya de
su Audiencia e impóngame entre usted y el juez, cuanto antes, la condena que
tengan a bien estimar, que prometo no recurrirla por cuanto ello, me llena de
gozo y satisfacción, viniendo de quien viene la querella a causa del noble
motivo que la ha propiciado.
Pero qué pequeño es el mundo. Se ha puesto en mi conocimiento, que una tal
Pepa, que dice ser de Cádiz, está dispuesta a presentarme a sus hijas, a las
que usted no parece o no quiere reconocer... Usted, todo un fiscal jefe de la
Audiencia Nacional, parece no tener noticia del espíritu liberal con el que
fuera redactada la actual Pepita, cosa que extraña en alguien que se dice
progresista. Y resulta que quien nos va a instruir el caso es nuestro
bienhallado Grande-Marlaska, a cuyas manos me confío, pues, de obrar con la
mitad de ciencia y humanidad con la que atiende a sus pacientes en Las Arenas su
hermana, la Dra. Grande, nada he de temer. Pero ni por esas crea usted que
pienso agacharme ante el Tribunal. Todo sea que salga del armario, un desacato.
¿entiende?
Pero en verdad, ¡soy una víctima! de mi circunstancia, tiempo y sociedad: Nací
bajo los auspicios de Marte, dios de la Guerra, en el año revolucionario del
68. Hijo de rojos, pasé por mi primera infancia junto a un oso de peluche del
que aún guardo grato recuerdo. Contando apenas 7 años de edad, a la muerte del
Generalísimo, nos dieron en clase 15 días de vacaciones, y desde entonces
aguardo otra feliz quincena. Cuando aquello, a los escolares se nos castigaba
con la vara sobre la mano extendida, mientras perdiamos la mirada en el retrato
del monarca que presidía el aula (huelga decir lo poco que ello contribuyó a
tomarle cariño a su Alteza). Poco antes, mi buena madre me enseñó a jugar al
ajedrez, juego que consiste en atacar y dar muerte al rey, afición que desde
entonces practico a diario. También por aquellas fechas inicié mi faceta filatélica,
cogiéndole cierto gustirrinín a sacar la lengua al rostro de Don Juan Carlos,
y propinarle un soberano puñetazo en toda su estampa, al objeto de estamparlo.
Por si esto fuera poco, en mi pueblo natal de Castro Urdiales, mi familia es
conocida por el mote de "los osos". Como puede apreciar, no son pocas
las disculpas de mi osado comportamiento republicano. Y es que, me veo rodeado,
aún hoy, de muy mala gente: amigos, compañeros, y conciudadanos, aplauden, ríen
y jalonan mis distintas ocurrencias al respecto, y yo, inocente de mí, cojo
confianza, y ya ve usted...
De hallarme culpable, espero que sirvan como atenuantes las múltiples faltas de
ortografía que cometo en el manuscrito "Las tribulaciones del Oso
Yogui" por el que he sido encausado, y que en sintonía, su mala caligrafía
que lo hace del todo ilegible, me exima parte de la condena, dado que no siendo
yo ducho en el arte de la mecanografía, de la informática, menos de la impresión,
es de suponer que, si el texto ha pasado del ámbito privado al público, en
ello habrán concurrido diversas manos, siendo la mía si bien la principal, no
por ello la más necesaria. Pues digo yo que los insultos y las injurias perderán
parte de su carga negativa de ser escritos mal, otro caso es el de un nombre
como el de Leticia con "c" de cerda, que también puede escribirse con
"z" de zorra.
Mas si deciden juzgarme, se estarán juzgando ustedes, pues si bien es cierto
que más vale tarde que nunca, usted mejor que yo sabe que el tiempo no pasa en
balde en actos de justicia, prescribiendo los delitos, asentando usurpaciones y
dando por bueno los actos de la costumbre. A colación de esto, ustedes me han
permitido durante más de veinte años publicar aquí y allá contra la monarquía
decenas de artículos. De haber sido ustedes diligentes en mis inicios, no estaríamos
en éstas. ¿Por qué entonces han decidido actuar ahora y no antes? La ciudadanía
cree que ustedes actúan de oficio obedeciendo órdenes gubernamentales, en esta
ocasión, tras el atentado de Madrid. ¡Yo no lo creo así! A mi juicio, usted
se la tenía guardada al Oso Yogui, y ha aprovechado el luto que guarda por la
muerte de su creador, el insigne Barbera, para actuar contra él en plena época
navideña, a modo de presente, como buen plebeyo, lacayo y vasallo que es, el día
4, víspera de la onomástica de Don Juan Carlos, víspera de los Reyes Magos.
Por supuesto, también ha contribuido el hecho de que por doquier, vea mofas,
burlas, sarcasmos, ironías, chistes y escarnios, sobre la Casa Real, en prensa,
radio, televisión e internet, sin que por ello ustedes actúen como lo han
hecho contra mí y mis complices Rodríguez y Ripa. Y en ello, podría haber
agravio comparativo, como sospecho también lo hay en que a mis compañeros de
fatigas les mencione por sus apellidos, y en cambio, sobre mi nombre, infunda
sospechas acerca de su autenticidad, y también en el hecho de que por mi artículo
sólo me puedan caer como máximo dos años de prisión, cuando al colega de
Quevedo, el articulista De Juana Chaos, le han caído 12 años de cárcel. Yo no
pido más para mí, pero tampoco menos.
En cuanto al texto en cuestión, en principio, no precisa defensa, si no se le
ataca, pues ha de ser leído como lo que es: un escrito desenfadado, jocoso si
se quiere, pero muy limitado para el enorme potencial que encierra la ecuación
circunstancia-personaje-artículo. Le doy mi palabra que en mi ánimo nunca ha
estado injuriar a la persona de Don Juan Carlos y mucho menos, rebañar sádicamente
en aquellos aspectos que pudieran ser objeto de estudio para historiadores o la
mal llamada prensa del corazón - donde por cierto, sí que cometen delito de
forma bochornosa y vergonzante. Ni por accidente he traicionado mi ética a éste
respecto. Espero nunca tener que hacer uso de tan inobles armas de combate, pues
aunque la línea de la privacidad en torno a la figura de Don Juan Carlos es
difusa, yo me autocensuro mucho, y solo trato de pequeñeces inocuas como
activista que soy de la causa republicana. Flaco favor nos haríamos de vernos
en un berenjenal semejante.
Ahora bien, me sorprende que en un estado laico y aconfesional, donde se permite
toda clase de vituperios contra nuestro Señor Jesucristo, ustedes reserven un
trato sagrado para un hombre mortal. Que sepa yo, Don Juan Carlos no es Mahoma,
ni es Buda, ni es Yahvé, ni mucho menos, Cristo crucificado. Permítanme
entonces continuar como hasta ahora haciendo de las mías, que nada malo hay en
ello, salvo darle leña al mono, que para eso está ahí, pues mientras nos
ocupamos de él, no atizamos a los distintos resortes del poder establecido,
cuales son, la Banca, las Multinacionales y las Empresas de Alta Tecnología.
Esto por cuanto la intención del texto. Yendo a las palabras, motivo de la
querella, me veo en la obligación de decirle que como exegeta deja mucho que
desear y que su capacidad lectora se reduce a un juntaletras desprovisto de
comprensión. Y si hay algo peor que un analfabeto en su puesto, es ser un auténtico
memo alfabeto. Me explico:
-Usted dice que por medio de un juego de palabras doy a entender que Don Juan
Carlos es un alcohólico. ¡¡Se equivoca!! Podría ceñirme a hablar del rey de
copas, en el sentido de la Copa del Rey, muy grande por cierto... Eso sí sería
hacer un juego de palabras. En cambio, lo que yo hice fue aclarar un titular
ambiguo que rezaba así: "Don Juan Carlos mata un oso borracho", viéndome
forzado a aclarar el posible malentendido sobre quién de los dos estaba
borracho, dado que a priori, la embriaguez es propia del hombre y no de los
animales, ambigüedad que en éste caso ha sido propiciada por la figura retórica
de la personificación.
-Sobre que le llamo Soberano irresponsable, la verdad es que paso vergüenza
ajena al tenérselo que comentar: el término "soberano" no lo uso
como marca de bebida alcohólica, sino como sustitutivo de monarca, rey,
regente. Lo de irresponsable no lo digo en sentido de cafre, que podría serlo,
sino de perfecto irresponsable jurídico, que es como se recoge en la Constitución.
Por ejemplo, usted en éste último sentido, no es un perfecto irresponsable.
-En cuanto mequetrefe y trapisonda ¡por favor! Aquí sí que juego con el
lenguaje, pero no en el malicioso sentido que usted le da sino, como expone Alex
Grijelmo, retozando en la belleza de su sonoridad, de su encanto, de su
connotación, de su colorido, de su fragancia, de su perfume, que rezuma añejas
y envolventes sutilezas que escapan al diccionario. No creo yo que puedan ser
insultantes o injuriosas. Más bien añaden ese toque simpático y travieso con
el que se expresan Búbú y el Oso Yoghi. Claro que, para advertir estas briznas
y matices de la lengua usted ha de estar en disposición de distinguir el uso
que se le da a las expresiones: "hijo de puta" y "de puta
madre" y apreciar en lo que vale la diferencia entre que Don Juan Carlos
diga de usted que es un hijo de la patria en un discurso ante juristas por la
querella que me ha interpuesto, a que se lo diga yo por idéntico motivo. De
haber querido yo insultar o injuriar a alguien, hubiera usado distintos trucos
criptográficos, como por ejemplo "ojo de pato" y similares, a los que
por cierto no he renunciado en estas líneas, con principios y finales de
palabras, sinalefas y cierta cadencia silábica, a parte de espejismos lógicos.
-Y me ha ofendido la acusación de haberme metido con sus nietos. Nada más
lejos de mi propósito, es más, Pipe, más conocido como Froilán, hijo de Doña
Elena, es para mí, el preferido de todos, tanto es así que si reinara su
madre, sin llegar a ser monárquico, por mis estudios filosóficos, podría ser
Helenista, como algunos republicanos se dicen Juancarlistas. Aunque por
nacimiento y posición se lo merezcan, todavía no les he dedicado un artículo
por separado a cada uno de ellos, cosa que no sucederá hasta que pasen de los
40 kg. Entonces sí. En cuanto carga preocupante para el Estado, será mi
obligación dedicarles algunos párrafos, en la medida que lo crea necesario.
-Y para finalizar, le doy a conocer la línea de defensa más consistente, cual
es la hipótesis conspiranoica: Es muy probable que a tenor de lo ocurrido sea
usted todo un republicano reprimido que, agazapado como gato salvaje, ha llegado
al cargo que ahora ostenta con el ánimo de hacer mella en el trono sin que se
le pueda por ello reprochar nada. Con tal ánimo ha buscado una cabeza de turco
para poner en su boca las distintas interpretaciones que rondan por su cabeza y
resaltar aquellas otras que más le han gustado de mi discurso, amplificando el
eco del mismo hasta límites insospechados con los que yo nunca hubiera soñado.
Y lo ha hecho con un autor de reconocida trayectoria republicana para darle pábulo
de ahora en adelante, entre los numerosos lectores que ha habido, del ahora sí,
gracias a usted, famoso artículo. Estoy convencido de que alguien que ostenta
su cargo no se chupa el dedo, y que muy de antemano, bien sabía lo que se hacía
al poner una querella contra un ciudadano anónimo que ha escrito sobre la caza
del plantígrado en boca del Oso Yogui. ¡¡Enhorabuena!! Yo no lo hubiera
maquinado mejor.
Pero como le dije, estoy dispuesto a declararme culpable y no recurrir la pena
con tal de no pasar por un juicio. Es más, sin que medie tortura, ni el dilema
del prisionero a cambio de un trato favorable, estoy dispuesto a testificar
contra mis camaradas de andanzas y fechorías, Rodríguez y Ripa, y delatar a
media España si hace falta, pues en estos 13 días desde la querella he hecho
acopio de numerosas pruebas incriminatorias de humoristas, dibujantes,
articulistas, presentadores, etc que han aparecido en los medios con la excusa
Mitrofan. Con todo, si en su defecto rechazase esta oferta, le ruego que de
dispersarme envíe mi cabeza al psiquiátrico de Zamudio, las manos al Banco de
España, el culo al Congreso de los Diputados y de cintura para abajo frontal, a
Canarias.
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* Nicola Lococo, Filósofo