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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

¡Qué rasgo!

Arturo del Villar

UCR 20 de Junio de 2009

  LA crisis ha llegado hasta la casa real. Es que no perdona a nadie, a pesar del optimismo patológico del presidente del Gobierno y secretario general del partido que dice ser Socialista, el señor Rodríguez, dispuesto siempre a contagiárnoslo con sus pajineces (pajinez: neologismo propuesto a la Real Academia Española como sinónimo de gilipollez, derivado de las declaraciones hechas el pasado día 3 de junio por la astróloga Leire Pajín, secretaria de Organización del presunto Partido Socialista, al anunciar la próxima conjunción con resonancia planetaria de los presidentes Obama en los Estados Unidos y Rodríguez en la Unión Europea).

   Su majestad católica ha dado las instrucciones oportunas para que la casa real se adapte a las adversas circunstancias, que tanto inquietan a sus súbditos. Por ello, este verano se van a reducir los gastos ocasionados con motivo de las vacaciones reales en Mallorca, tanto en el palacio de Marivent como en los yates. ¡Qué rasgo! No nos cansaremos de agradecerlo, puesto que todos los gastos de la real casa los pagamos los súbditos con los impuestos, incluidos los ocasionados por los parientes griegos en el exilio que vienen en verano a disfrutar  del Sol de España, y de sus Presupuestos Generales del Estado. Es que en Grecia tienen prohibida la entrada, los pobres.

   Pero lo más conmovedor de esa real orden reductora de gastos, es que se va a comprar al por mayor el pienso para alimentar a los perros de su majestad la reina nuestra señora. ¡Qué rasgo! Muchas familias de los cuatro millones de parados que tiene entre sus súbditos, se conformarían con que les dieran las sobras de ese pienso.

   Es un rasgo que recuerda el de otra reina memorable de la historia de España, Isabel II, ejemplo de esposa y madre para el Vaticano, por lo que el papa Pío IX le otorgó en enero de 1868 la Rosa de Oro, máximo galardón de la Iglesia para premiar las virtudes un rey. En marzo de 1865 la economía española estaba tan anémica como siempre, y la virtuosa reina autorizó la venta de bienes del real patrimonio en beneficio del Estado, reservándose el 25 por ciento del valor líquido de la operación.

   A Emilio Castelar se le ocurrió glosar tan patriótico decreto en su periódico La Democracia: un artículo titulado “El rasgo” lo calificaba de “engaño político, usurpación jurídica y desacato legal”. Una real orden lo destituyó de su cátedra de Historia Crítica de España en la Universidad de Madrid, pero el rector, la mayor parte de los profesores, la inmensa mayoría de los alumnos y casi todo el pueblo madrileño se solidarizó con el cesado, y se sucedieron las manifestaciones en su favor. El 10 de abril de 1865 la policía de su majestad católica cargó contra los manifestantes, causando muchos muertos y heridos, nunca censados. Este sangriento suceso es conocido como “la noche de san Daniel”. La indignación popular fue tan enorme que el día 21 se vio obligado a dimitir el Gobierno represor de Narváez, y Castelar fue repuesto en su cátedra. Tres años después la Gloriosa Revolución animaba a su majestad católica a exiliarse en Francia, en donde continuó disfrutando de la vida y de los amantes, gracias a los ahorros que había conseguido juntar durante su fecundo reinado (muy fecundo en amantes, hijos, joyas y dinero).

   Es que los rasgos de las reinas nuestras señoras no son correspondidos por sus resignados súbditos. Y ni siquiera sus perros se los agradecen.

 

Madrid, 16 de junio de 2009.

Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

 

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