Cuando el
trece de Octubre del pasado año vi la portada del
periódico “El País” con la foto de Gaspar Llamazares
haciendo cola detrás de Mariano Rajoy para rendir
pleitesía al rey, sentí haber hecho el más espantoso
de los ridículos al presentarme en una candidatura
electoral encabezada por un comediante de tal
calibre. En campaña, como segunda de la lista por
Castellón de Esquerra Unida i Republicana, recorrí
toda la provincia pagando de mi bolsillo los
desplazamientos y las dietas para que luego Don
Gaspar diera al traste con tanto esfuerzo
fotografiándose como súbdito de la Monarquía. Al ver
la foto de Cayo Lara de nuevo con el Borbón, no
puedo más que sentir el más profundo de los
desprecios. !Que pandilla de traidores se
apropian vilmente de las ideas republicanas mientras
besan la mano real! Son dignos herederos de
quienes durante la contienda civil provocaron
incertidumbre en el bando republicano por miedo a
que tomaran el mando los anarquistas y tras la
derrota esquivaron los campos de concentración para
abrazar el estalinismo dictatorial y volver a España
a cultivar también la amistad de Don Juan Carlos.
Los mismos errores que se repiten pues la izquierda
española carece de una tradición de líderes dignos.
¿Qué ha cambiado entre Santiago Carrillo y Cayo
Lara, el pin en la solapa y la camisa desabrochada?
El gesto principal sigue siendo detestable.
Con estas actuaciones serviles y ridículas estos
señores se desvirtúan por completo como
representantes del republicanismo.
Escenifican un ejemplo bochornoso paras los jóvenes,
colaborando a su preocupante atolondramiento social
e incapacidad crítica, ofenden la memoria de
quienes dieron su vida por la República, en
los campos de batalla o de concentración, en las
cárceles o en los pelotones de fusilamiento de los
facciosos. Además, nos tratan descaradamente
de idiotas a quienes en algún momento les
hemos apoyado, a quienes nos hemos jugado todas las
cartas a favor de la República, arriesgando nuestra
proyección profesional, nuestro pequeño patrimonio,
nuestro lugar en la sociedad y hasta nuestra
seguridad personal. Y tampoco consiguen éxitos
electorales, pues con mensajes tan contradictorios y
confusos, ¿cómo van a diferenciarse de los partidos
monárquicos?
¿Acaso
alguien se imagina a Vicente Blasco Ibáñez acudiendo
a saludar al rey? En vez de eso dedicó todos sus
esfuerzos, su talento literario y su patrimonio a
explicar al pueblo las tropelías de la monarquía y
las injusticias que se cometían en aquella época.
Todos los esfuerzos de un líder republicano
se han de dirigir a educar al pueblo.
Los planes para llegar a la Tercera
República hay que explicárselos a los ciudadanos
y conseguir su apoyo en todas las capas de la
sociedad, excepto precisamente la representada por
la Monarquía: las grandes fortunas, las grandes
empresas y la grandeza de España. Ellos son el
contrario e ir a explicar los planes al jefe del
contrario solamente tiene un calificativo: ALTA
TRAICIÓN.Un republicano con un mínimo de dignidad no
visita el despacho de un rey.
Jamás se me ocurriría acudir a un acto que contara
con la presencia de un miembro de la familia real,
de la aristocracia o de la Iglesia Católica, ni a
título personal ni muchísimo menos como concejala
republicana que soy de mi municipio. Muy al
contrario, en mis intervenciones públicas como
política y en mis espectáculos líricos he criticado
duramente el papel de la monarquía en España, como
creo que es mi deber de artista, de política y de
ciudadana que ha visto pisoteados sus derechos
fundamentales en un estado donde los privilegios de
clase siguen haciendo mella, donde el caciquismo
campa a sus anchas, donde se predica la solidaridad
mientras se protege a los afortunados y se abandona
a su suerte a los desfavorecidos. Quienes hayan
tenido ocasión de ver en directo o en You Tube mi
espectáculo “Trasobarismo en Estado Puro” sabrán que
mi compromiso personal, artístico y político
con la República, con los desfavorecidos y contra la
Monarquía es muy claro y punzante, sin ambigüedades
ni dobles mensajes. Las actitudes
políticamente correctas y las sutilezas me son muy
ajenas. A pesar de tener una voz dramática
privilegiada y de ser un animal de escena, si no me
produzco mis propios espectáculos ningún teatro de
Europa se atreve a contratarme, por que uso la
garganta para denunciar las desigualdades y la
injusticia social además de para cantar ópera.
No
os quepa la más mínima duda de que Cayo no le ha
hecho ningún favor a la República acudiendo a la
Zarzuela, muy al contrario se lo ha
hecho a la monarquía, pues le ha permitido
al rey seguir interpretando su papel. La excusa de
explicar al rey los planes de transición a la
República es una falacia. Cuando tuvo ocasión de
explicarlos a los ciudadanos en un programa de
televisión, se los calló, a pesar de que un joven
participante lleno de ilusión le animó a
difundirlos. Cayo prefirió decir que la prioridad en
estos momentos es salir de la crisis. Sin embargo,
es precisamente la corrupción enquistada en el
sistema de monarquía parlamentaria, con su
nefasto ejemplo para el pueblo, su nefasta educación
y su nefasta gestión de los recursos públicos y
medioambientales lo que nos ha llevado a la
crisis.
Por lo tanto es AHORA O NUNCA cuando hemos de
reclamar la República, no en el Palacio Real, sinó
en la calle, no como una utopía situada en un futuro
idílico, sinó como una solución de presente
ante la incapacidad de los partidos monárquicos para
enfrentar la situación, enzarzados en discusiones
puramente electoralistas y sin visión, con la única
intención de atontar a todo el público y seguir
esquilmando al trabajador y al patrimonio común. Que
duda cabe de que el rey es el líder de todo el
sistema, el pilar en el que se asienta una trama
bien encajada de políticos que, renunciando incluso
a los origenes de las ideas que dicen representar,
luchan solamente por encontrar un asiento en el que
hacerse un culo bien gordo. Este es el ejemplo que
el sistema monárquico transmite a los jóvenes, que
adormecidos por la propaganda mediática cuando no
por las drogas, se desilusionan al ver como el
esfuerzo individual obtiene escasas recompensas y se
favorece aún, como en el siglo XIX, la procedencia
familiar y las amistades con el poder.
Para que
mis palabras no sean tildadas de pura teoría pondré
un ejemplo bien concreto y reciente. En la última
admisión para la Facultad de Medicina de la
universidad pública de Valencia la nota mímima era
de un 8,5.- A causa de unas pruebas de selectividad
con preguntas fuera de temario, un buen número de
estudiantes con notas brillantes en el bachillerato
se ha quedado fuera del mínimo exigido y habrá de
cursar una carrera ajena a su vocación. Sus familias
no pueden sufragar los costes de acudir a una
universidad privada o a la pública de otra capital.
Mientras tanto los hijos de las familias pudientes
tendrán ocasión de licenciarse en Medicina en la
Universidad Católica de Valencia, sufragada en parte
por el erario público, aunque de carácter
oscuramente religioso y privado.Y lo más paradójico
es que los hospitales valencianos tienen déficit de
médicos y se ven obligados a importarlos de los
países magrebíes y sudamericanos, especialmente de
Cuba, que casualidad. Aquí, serán médicos, no los
estudiantes más esforzados, sinó, en algunos casos,
los hijos de las familias más acaudaladas. Luego no
querrán trabajar en el turno de guardia de un
hospital, preferirán montar una consulta privada
El
republicanismo propone que cada ciudadano tenga la
oportunidad de desarrollar un papel en la sociedad
que sea útil a los demás y a él mismo como ser
humano. El republicanismo ha de apoyar y promocionar
el esfuerzo y el talento individuales y los
ha de poner al servicio de toda la sociedad,
invirtiendo los medios que se precisen. El
republicanismo ha de fomentar la formación,
reducir la jornada laboral e invitar al trabajador a
instruirse en beneficio de él mismo como
hombre y de su profesión. Solamente una mayor
conciencia y un mayor conocimiento de las clases
trabajadoras nos podrán llevar a una salida de la
crisis, hacia un socialismo colectivista, que sería
lo más deseable. En cualquier caso, mantener al
pueblo en la inopia, avivando la figura de su
mantenedor principal, solamente nos puede conducir
al desastre en forma de un nuevo fascismo, más atroz
si cabe que el pasado.
Los
principios republicanos están imbuidos de las ideas
de progreso y libertad. Nuestros ideales nos pueden
conducir a un futuro próspero y justo. El camino
pasa por derrocar a la Monarquía y a ningún rey se
ha derrocado tendiéndole la mano. Cayo Lara lo sabe
y con su acto ha demostrado sus intenciones de
apoltronarse en el sistema, sostenerlo y ser
sostenido por él.
Un
líder republicano ha de coger el martillo del
socialismo y golpear la corona hasta
desengastar todas su joyas, fundir a martillazos su
oro y entregárselo al pueblo.
Dejemos los pins para que jueguen los niños.
!Salud y República!
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