REPUBLICANOS Y REPÚBLICA
Miquel
Jordá.
El momento político en el Estado Español es apasionante. Nos negamos a creer que el tema de la República, como otros problemas prioritarios puedan solucionarlos los partidos políticos, por tanto, sean patrimonio de ellos y menos de sus élites. La evidencia del ansia de republica en la sociedad es una realidad, cada vez más visible. Sin contar con medios de comunicación, con las dificultades impuestas por activa y por pasiva, con violencia durante tantas décadas, paso a paso se superan. La memoria histórica, cada día está más recuperada y vigente, no solo con la presencia masiva de banderas tricolor en actos públicos y en levantamientos de fosas de los vilmente asesinados en los años de postguerra.
Aunque, de momento, los republicanos que damos la cara somos minoría
estamos rompiendo moldes, irrumpimos en la sociedad y vamos más allá de la
imprescindible recuperación de la memoria, también somos reivindicativos.
Vivimos el presente y formulamos el correspondiente análisis abriendo los ojos
a la realidad y toma de conciencia del cómo y por qué de lo que fue y pudo
ser, y con la correspondiente coherencia nos planteamos el futuro inmediato.
La conquista actualmente de la Libertad, Igualdad y Fraternidad es decir:
LA REPÚBLICA, tristemente no circula por la vía de los partidos políticos.
Por múltiples causas de un pasado más o menos reciente los partidos no son los
contenedores ni los difusores de la República. Tristemente tuvieron que acatar
la Monarquía, es decir, maniatarse para ser legalizados y ser moneda de cambio
para la formulación de la actual Constitución. Los partidos no solo tuvieron
que hacer el paripé en su redacción hasta donde les dejaban, sino que además
la juraron, cosa que no hizo el Rey que es el jefe máximo de los Ejércitos de
Tierra, Mar y Aire. Si lo hiciese sería perjuro tanto en cuanto el Dictador
Franco sí le hizo jurar como príncipe los Principios del Movimiento
Nacional-Sindicalista, de la Una Grande y Libre, después de constituir a España
en Reino. Y ahora nos les queda otra solución para perpetuar la descendencia
borbónica, que festejar una boda “Monargática” que rompe con toda la
legitimidad y prescripciones de toda la realeza española de los Austrias desde
1209 y los Borbones desde 1700 en que Felipe V se impuso con ayuda del ejército francés en
la Península e Islas y con posterioridad con
los cien mil hijos de San Luis y los espadones de Espartero, Pavía, Mártinez
Campos y quien todos sabemos.
Con todo ello, la República no partidista gana autonomía, distancia de
las instituciones y medios orgánicos del Estado. Los partidos de tradición
republicana hasta la tan cacareada “transición modélica” no pueden
contaminar iniciativas de reivindicación republicana, hechas por la sociedad
civil que avanza verdaderamente en un espacio propio, alejado, distante de las
peleas partidistas y dependencias institucionales. Los partidos hoy no pueden
pretender presentar la bandera tricolor. Una vocación expresada cada día mas
abiertamente por ambientes partidarios de un modelo de Estado, laico
y federal.
La República se conseguirá, se conquistará más pronto o más tarde
con la consiguiente marginación y reducción de los políticos que hoy no son
capaces del compromiso prioritario, de Justicia y Libertad, reconociendo los errores del
pasado y presente.
Por otra parte, los partidos potencialmente republicanos por su historia
de principios del siglo XX, podrían tener en la República el punto de
encuentro superando las peleas parlamentarias del día a día y ceguera del
interés personal, oportunista. El Estado Republicano es objetivo hoy para
hablar, dialogar y hacer complicidades con la ciudadanía y la intelectualidad,
tan ajena y silenciada si no está subordinada al poder. Nunca
se ha despreciado tanto por líderes políticos y medios de comunicación
en la historia a los intelectuales capaces de decir lo que ven y piensan
coherentemente. El servilismo es condición inexcusable para aparecer en los
medios de comunicación y por ello la autocensura en la práctica es elemento de
cinismo claro y manifiesto, una corrupción más al fin y al cabo. Todos sabemos
de firmas “republicanas” silenciadas.
Ahora mas que nunca, para los que deseamos ser ciudadanos
no súbditos, planteamos
nuestras legítimas aspiraciones; un
republicanismo no adscrito a partidos, sin preocuparnos de los que solo
tienen como fin ganar elecciones que con sus principios heredados del franquismo
tienen cuestionada su democracia al estilo orgánico, con sus candidatos
pendientes del jefe. Los partidos, en general, por leyes establecidas secuestran
la plural vitalidad de la vida ciudadana. ¿Dónde está hoy la presencia
reivindicativa que tenian los años setenta las asociaciones de vecinos, en
barrios y ciudades, desde que los partidos las coparon?.
El mundo republicano necesita que las barreras partidarias pasen a un
segundo término, quedando libres los luchadores por la sociedad republicana
para su acción reivindicativa, con el camino libre pues hay mucho trecho que
recorrer situándose lejos de los
compromisos de un pasado enquistado en lo que llaman libertades individuales,
que dificultan una sociedad de futuro de justicia y respeto. Trabajamos por unas
ideas para el conjunto de la sociedad frente a unos políticos que distorsionan
y corrompen. Estamos comprometidos por la acción republicana, por ello debemos
comprender la realidad del mundo en que vivimos y no el que fabrican
artificialmente los responsables que han llevado al pueblo al callejón sin
salida de la monarquía.
Los partidos y sindicatos actuales ¿Pueden impulsar con lealtad y
convencimiento todo aquello que haga la sociedad civil por la republica y lo que
representa?
La República es la presencia eficaz y firme en la sociedad del pueblo
organizado para la solución de los problemas que le oprimen de forma endémica
como el paro, la seguridad, la marginalidad, y los abusos de poder de una minoría
sobre la mayoría.
¡V iva la
República!
Enero
2004
Miquel Jordá.
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Y la memoria histórica nos dice que todos los períodos de democracia española
plasmaron los derechos del ciudadano y también el reconocimiento jurídico y
político de las nacionalidades históricas. Con las contradicciones internas
que se quiera pero la ilustración, la izquierda y las reividicaciones
nacionales del País Vasco, Cataluña y Galicia siempre, han marchado juntas a
por una España democrática frente a otra España reaccionaria y autoritaria.
En España la democracia es así o no es.
Ni recuperamos la memoria ni tuvimos
fuerzas para hacer un juicio crítico al régimen nacionalista del general
Franco y recuperar la
memoria democrática. Y ahora tenemos esto; no se trata de Euskadi, se
trata sobre todo de España.
El terrorismo de ETA ha llevado al
Estado a bajar a las alcantarillas y ha causado profundas heridas morales a la
sociedad vasca. ETA es útil para galvanizar el nacionalismo español, para
distorsionar las reivindicaciones nacionalistas y ha sido una palanca muy bien
utilizada por la derecha para derribar al gobierno del PSOE, para arrinconarlo
en la oposición y para acosar al PNV. Y sobre todo para lograr la hegemonía en
la sociedad de su ideología de una España uniforme. Un nacionalismo tan torpe
e ignorante de la historia que resume la articulación de España en la expresión
de Aznar, “ese chiste de los nacionalismos”.
Pero no van a desaparecer esos millones
de ciudadanos que no votan a los partidos estatales, ni corrientes históricas
con raices profundas: solo es posible una España argumentada por un nuevo
nacionalismo que integre social y territorialmente, que celebre su diversidad
nacional.
Los creadores de la ideología de la
España actual acusan a la mayoría de los catalanes, a más de la mitad de los
vascos y a un porcentaje creciente de gallegos de ser el enemigo interior, pero
esa idéa de España tan presa de fantasmas íntimos simplemente es un camino
desastroso. Y que nadie piense que es una ofensiva contra “los
nacionalismos”, es contra los demócratas. Es el mismo problema español de
siempre: la dialéctica entre una sociedad intolerante y uniformizada contra
otra que acepte la diversidad,la discrepancia y viva con los valores democráticos.
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Del
libro ESPAÑOLES
TODOS Autor:
Suso de Toro
Ed. Península / Atalaya.