La anterior Generalitat, a diferencia de lo
que sucede en la mayor parte de Europa, ha impedido vergonzosamente la
recuperación científica de la historia y del patrimonio de la contienda española
Vigencia
arqueológica de la guerra
FRANCESC
XAVIER Hernàndez
Catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universitat de
Barcelona.
El Periódico de
Catalunya 4-1-2004
En
la historia de Catalunya, la derrota del Ebro fue tanto o más determinante que
la de 1714. Todavía hoy se arrastran las consecuencias. Nuestro presente está
mediatizado por la guerra civil, y es por ello que es preciso repensar, conocer
y saber lo que ocurrió. La ocultación de la historia no es nunca una solución
para superar los problemas derivados del pasado. Por toda Europa se están
produciendo interesantes procesos de revisión crítica de las ya lejanas
confrontaciones bélicas del siglo XX que se convirtieron, entre 1914 y 1945, en
una auténtica guerra civil europea.
En Europa se han iniciado todo tipo de estudios sobre ese periodo, pero entre
ellos destaca la proliferación de estudios arqueológicos. En efecto, a pesar
de que la documentación textual, iconográfica, cinética, así como las
memorias personales, son importantes para conocer el periodo, los restos
materiales generados por la investigación arqueológica también se nos
desvelan capitales para obtener información histórica. La excavación de
trincheras, campos de batalla, fortificaciones, espacios logísticos, zonas
bombardeadas, etcétera, ofrece información precisa sobre los más diversos
aspectos tecnológicos y de condiciones de vida de los combatientes y civiles de
aquella época.
Por otro lado, la ampliación del conocimiento ha venido acompañada de la
recuperación del patrimonio. Los europeos han sido capaces de mirar su difícil
historia cara a cara. Todo sale a la luz y el patrimonio sirve para formar a las
jóvenes generaciones. Hoy los europeos podemos visitar terribles campos de
concentración, como el de Mauthausen, convertidos en museos; las trincheras del
Somme o los búnkers de Normandía. El terror forma parte de la historia: ni se
puede ni hay que ocultarlo.
Como las dos guerras mundiales, la guerra civil española también ha generado
patrimonio. A diferencia de lo que sucede en la mayor parte de Europa, este
patrimonio no se considera como tal, se oculta y no se utiliza para educar en
los valores científicos y democráticos a las nuevas generaciones.
Desgraciadamente, en algunos sectores políticos dirigentes todavía existe la
idea de que la mejor forma de mirar aquella lejana guerra es con la actitud del
avestruz, con la cabeza bajo tierra. Ello implica que el patrimonio generado por
la guerra civil está poco considerado y mayoritariamente desprotegido.
Sin embargo, se trata de un patrimonio que tiene unicidad, a pesar de la
diversidad de sus componentes: artefactos y documentación de todo tipo;
trincheras y fortificaciones efímeras; fortificaciones estables y lugares de
mando; campos de aviación; refugios antiaéreos; paisajes históricos, y
obviamente también forman parte de este patrimonio las fosas de soldados y de
personas represaliadas o víctimas de las más diversas violencias provocadas
por la guerra. Este patrimonio tiene que ser preservado y estudiado con garantías
científicas, todo es importante para conseguir una visión completa y global de
aquel conflicto lejano. La guerra ya es historia y por lo tanto su estudio es un
asunto científico y en ningún caso tiene que politizarse.
Desgraciadamente, en Catalunya se sufre un importante atraso en lo que respecta
a la consideración, tratamiento y estudio de este patrimonio. Buena parte de
los espacios patrimoniales de la guerra civil están sin protección y todavía
no se han iniciado investigaciones arqueológicas sistemáticas para
documentarlo. Contrariamente, la Generalitat de CiU politizó vergonzosamente un
tema científico. Así, la Conselleria de Cultura no otorgó permisos de
excavación arqueológica sobre objetos de estudio de la guerra civil y tomó
decisiones contra natura, como vincular el estudio de las fosas comunes a la
Conselleria de Presidència. Esta conselleria, por otra parte, puso
trabas el verano del 2003 a investigadores de universidades catalanas que querían
iniciar un trabajo arqueológico sistemático que debía empezar en la fosa de
Albinyana.
Estamos sometidos aún a percepciones arcaicas sobre el conocimiento y usos de
la historia. Algunos poderes han creído que es útil ocultar la historia, lo
cual es un error profundo. La ocultación es una inmoral falta de respeto contra
la ciudadanía de hoy y contra la que, en su momento, sufrió la barbarie
desencadenada por Franco, Hitler y Mussolini. Y, obviamente, un país
que ni respeta la historia ni se respeta a sí mismo no tiene muchas opciones de
futuro.