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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

Las víctimas de ETA tienen tumba, la víctimas de Franco no se sabe

Manuel F. Trillo

Insurgente 4 de Diciembre de 2006


Vamos a hablar de víctimas

Que  ETA ha causado muertes no lo niegan ni los propios. Que el franquismo haya asesinado a mansalva unos cientos de miles lo niegan. Que las víctimas de ETA -en 1968, el primero por mala suerte Pardiñas, el segundo a conciencia Melitón Manzanas- son 816 nadie no lo niega, nadie. Que las víctimas de Franco y de los franquistas han sido más de 192.000 lo sabemos unos cuantos, pero lo quieren desconocer los militares franquistas, los falangistas, los afiliados del PP, los obispos y los curas.

 

Las víctimas de ETA tienen tumba conocida, se les hacen homenajes, se les recuerda cada sábado y cada domingo. La víctimas de Franco -por resumir, lo diremos de este modo- no tienen tumba conocida. En Málaga, por ejemplo, en el cementerio de San Rafael están excavando una tumba colectiva en la que de momento se han contabilizado más de 3.756 cadáveres. Sin ánimo de querer pasar factura, sin ánimo de revancha, solamente cito el número de víctimas de ETA en sus cuarenta años de existencia (816) y los muertos contabilizados en Málaga capital (3.600) y los arqueólogos temen que haya muchos más. No contabilizamos los cadáveres en Nerja, Antequera, Ronda (ciudad hermosa con un parque que tiene un mirador magnífico que lleva el nombre del “Balcón del Coño”, y desde donde se arrojaba al abismo a los antifranquistas, tampoco dejen de admirar el puente sobre el tajo del río Guadalevín, pues fue prisión y desde sus balcones se arrojaron prisioneros, murieron muchos, algunos huyeron.).

 

Eran víctimas, por sus venas corría la sangre, tenían familia, padres, hermanos, hijos, amigos... Su crimen era uno: habían votado al Frente Popular. Algunos eran sindicalistas, otros eran simplemente rebeldes que habían protestado ante el cacique de turno. Otros sólo eran maestros, profesores de secundaria, lectores nocturnos en el ateneo obrero. Otros eran solamente hombres y mujeres con una dignidad de tal calibre que ya quisiera para mí la mitad de la que ellos tuvieron.


Hablemos de víctimas sin tumba, sin honores y sin memoria. Matados como si fueran perros sarnosos, como si fueran cerdos apestados. De momento, están censadas 2.400 fosas comunes.



Hablemos de víctimas

 

51 Cadáveres en la Fosa de Andaya (Lerma-Burgos)

La foto del genocida F.F. Bahamonde


Será acusado de crímenes contra la Humanidad

 

En Guijo (Córdoba) se han exhumado los cadáveres de  Juan Aperador García, de 42 años y pastor, Rafael Fernández Muñoz de 36 y porquero –ambos naturales de El Guijo– y Pedro Castillo Fuentes de 65, casero de un cortijo y natural de Pedroche, todos ellos asesinados en la madrugada del 18 de diciembre de 1948 y de de los 22 fusilados en el cementerio de La Guijarrosa (aldea de Santaella).

En Valencia  el equipo de gobierno municipal está realizando obras en el Cementerio General, que afectan a una fosa común en la que fueron enterradas más de 4.500 víctimas.

Mérida fue un centro de internamiento durante la represión franquista,  se calcula que fueron enterrados entre 2.000 y 4.000 republicanos de los que la ARMH, en colaboración con la Universidad de Extremadura, ha identificado ya a unos 1.200.

Priaranza del Bierzo, 13 cadáveres en una fosa común que ha servido para alimentar a un nogal durante más de 60 años (Juan Francisco Falagán Álvarez, ferroviario hijo de un guardia civil; César Fernández Méndez; Blas Fernández Mauriz; Gaspar Uría Mauriz y su yerno Victoriano García Castaño; Emilio Silva Faba, 44 años y seis hijos, autodidacta y entusiasta de la enseñanza pública, Enrique González Miguel, zapatero de 25 años; Manuel Lago González, jornalero de 23 años... éstos son algunos nombres, pues los asesinos disparaban sobre personas con nombre propio, todos tenemos -aunque a veces se olvide- un nombre).

Ocho  fosas localizadas en el municipio de Cubillos del Sil (León).

Hay fosas en la comarca pacense de La Serena, donde la investigación de varios historiadores empieza a sacar a la luz la existencia de lo que el catedrático de Historia sevillano Antonio Miguel Bernal ha llamado recientemente «un auténtico campo de exterminio».

En las bocas de las antiguas minas de plomo y plata existentes junto al campo de concentración de Castuera (Badajoz) a principios de 1939 (fue clausurado en marzo del 40) sirvieron de sepultura a muchos de los más de 10.000 presos (se realizaban prácticas de exterminio como la llamada cuerda india -con una cuerda amarraban a varios prisioneros y empujaban al primero dentro la mina, unos arrastraban a otros y luego les arrojaban bombas de mano por si seguían vivos, o se procedía con las visitas de falangistas de los alrededores para elegir, entre los presos formados ante ellos, a quiénes se llevaban para fusilarlos como entretenimiento).

En Valencia, 7.168 cadáveres enterrados en tres fosas del Cementerio General. 

La Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra ha dado a conocer el hallazgo de las tumbas de 203 presos. 

En Orihuela  catorce republicanos de la Vega fusilados junto al cementerio en el aniversario de José Antonio Primo de Rivera el 17 de noviembre de 1939.

En Sevilla se han estudiado 32 localidades pertenecientes a las comarcas del Aljarafe, Corredor de la Plata, Sierra Norte y Vega del Guadalquivir y en 29 localidades se ha confirmado la existencia de 52 fosas comunes, destacan por su macabra magnitud las fosas de Lora del Río, Constantina, Cazalla de la Sierra y Tocina, todas ellas con varios centenares de víctimas.

En Huelva, las comarcas de la Sierra, el Andévalo y el Condado, detectando, hasta el momento, la existencia de 56 fosas.

Lomo de La Faya, en el pinar de Fuencaliente (Palma- Canarias), 13 cadáveres (sus nombres: Miguel Hernández Hernández, Floreal Rodríguez Pérez, Víctor Ferraz Armas, Sabino Pérez García, Vidal Felipe Hernández, Antonio Hernández Guerra, Eustaquio Rodríguez Cabrera, Manuel Camacho Lorenzo, Dionisio Hernández Cabrera, Aniceto Rodríguez Pérez, Segundo Rodríguez Pérez , Ángel Hernández Hernández).

En Burgos, la fosa de Andaya (Lerma), 51 esqueletos hallados en una fosa.

Parrillas y Navalcán, junto a Talavera de la Reina (Toledo).

Caso particular es el de Órgiva (Granada) donde  hay enterradas en una fosa común más de 4.000 personas; en la provincia de Granada rondan las 6.000.

Badajoz (2.000 fusilados en la plaza de toros).

Teruel (unas 1.000 en los Pozos de Caudé).

Madrid (más de 2.000 muertos en el cementerio de la Almudena).

El Bosque, Ubrique y Benamahoma (Cádiz) aparecieron 21 personas.

En Palomares del Río (Sevilla) otras cinco y en Santaella y La Guijarrosa, 5 y 17, respectivamente.

La Generalitat de Cataluña calcula que más de 9.000 personas están enterradas en 157 fosas comunes, de las cuales 115 ya han sido localizadas y 104 se hallan dentro de cementerios.

En Euskadi, según la historiografía, 2.500  personas murieron fusiladas y 5.000 desaparecieron.

Un dato sin importancia sobre una localidad vasca (Hernani): “Una comunicación de la Comandancia de la Guardia Civil, fechada en Hernani el 17 de junio de 1958, asegura que fueron enterrados en dos fosas comunes del cementerio de la localidad un total de 197 cadáveres. Se citan los nombres de siete sacerdotes ejecutados: Martín Lecuona, Gervasio Albisu, José Ariztimuño, José Adarraga, Celestino Onaindía, José María Elizalde y Gabino Alustiza. Asimismo se añade: «Se hallan enterrados juntamente con los reseñados anteriormente unos 190 individuos más aproximadamente, cuyos nombres se desconocen totalmente, los cuales también fueron ejecutados por las Fuerzas Nacionales».

Cerca de 1.000 gallegos están enterrados en fosas comunes repartidos en cada una de las cuatro provincias. 

En la fosa común de Oviedo, de los 1.600 que se calcula que fueron sepultados se conocen los nombres de 1.316. El “pozu” Fortuna es la tercera fosa común localizada con éxito en Asturias, tras las de Valdediós (Villaviciosa) y la de Cabañaquinta (Aller).

 

Según datos estimativos, las víctimas del franquismo,  pueblo a pueblo en 24 provincias completas y en cinco parciales, arroja 78.949 muertos. Si se extrapolan a todo el país, podrían ser 130.000 los asesinados por el franquismo, y conste que hablamos siempre de víctimas civiles, no de combatientes.

Llegados a este punto y con el fin de no ser exhaustivo, pues quien quiera consultar datos sobre la cuestión puede dirigirse a asociaciones como el Foro por la Memoria, a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Asociación de Familiares y Amigos de Represaliados de la II República; 
www.todoslosnombres.org (aquí se puede ver el mapa de las fosas de Andalucía, con un censo hasta el momento de 12.530 víctimas), (http://www.nodo50.org/republica/enlaces.htmla, aquí se ven los enlaces de asociaciones locales por la memoria histórica), y un sinfin más de  asociaciones y colectivos en toda la geografía peninsular.

Un asesinato político no es asunto de familia

Enterrem la nit,/ enterrem la por. / Apartem els núvols que ens amaguen la claror./ Hem de veure-hi clar,/ el camí és llarg/ i ja no tenim temps d'equivocar-nos”.  Lluís Llach



Aurrera!

(Esto es una “lisensia” ante horror)

Hay un aspecto que supone una afrenta imposible de soportar: se pretende que los asesinatos políticos del franquismo queden reducidos al ámbito familiar, a la recuperación de la memoria del padre o del abuelo que fue masacrado junto a otros hombres y mujeres, y luego arrojado a una maldita fosa común para que fuesen olvidados. Ni a un perro se le trata igual, pues su tumba se recuerda y reconoce a lo largo del tiempo.

Los crímenes fueron políticos por quienes pretendían ser una nación, un gobierno, dirigentes de un país, reconocidos como tales por Hitler y Mussolioni en principio, y en 1953 por USA al ratificar el tratado de la bases norteamericanas en España. El reconocimiento por parte de la ONU, ciertamente que después de calificar de “fascista” el régimen de Franco en 1946, supuso algo terrible para los antifascistas españoles, ya que se venía -por la vía internacional de hecho- a otorgar legitimidad a un régimen cuyos dirigentes deberían haber comparecido en un tribunal internacional para responder por sus crímenes, semejantes a los crímenes nazis. Por ello es inaceptable que la búsqueda de los cadáveres, de las víctimas, se reduzca al ámbito familiar exclusivamente.

Los crímenes cometidos durante cuarenta años son delitos que no han prescrito, pues tanto en el derecho internacional, como en el derecho interno, son imprescriptibles. Hablamos sólo de los asesinatos a sangre fría, de aquellos que se produjeron del modo mas abyecto, sacando a las víctimas de sus casas para matarlos en un paraje o en la tapia del cementerio. No incluimos aquí, de momento, las mal llamadas “ejecuciones” judiciales por sentencia de una banda de criminales con uniforme del ejército español, y que han pasado por ser decisiones judiciales.

Aquí lo más escandaloso es el caso de Julián Grimau en que intervienen dos sujetos que participaron en más de 4.000 procesos-farsa (Eymar y Fernández Martín, éste fingió ser abogado durante más de 25 años). Pero estos juicios-farsa, nulos de pleno derecho a pesar de las estupideces jurídicas que dice el fiscal general del Estado, serán en su momento objeto de consideración, y cuáles pueden ser los mecanismos procesales válidos para que se imponga el  Derecho y no la arbitrariedad propia de una banda de delincuentes liderados por su caudillo (jefe de la banda).

Las víctimas del franquismo son numerosas, y de muy diversas maneras: el tiro en la nuca; el fusilamiento en las tapias; asesinatos en las cunetas; arrojados vivos a una sima para luego arrojar bombas y reventarlos con granadas; matados a palos y con torturas insufribles e inhumanas...


La víctimas del franquismo reclaman la voz de todos los habitantes decentes de este país. Hay una línea que separa a unos de otros, que nos separa a unos de aquellos otros, y está trazada delante de las fosas comunes y los prisioneros y de los combatientes, de los guerrilleros y de los que les daban apoyo. La línea de la decencia se haya delante de esa inmensa multitud de muertos que reclaman aún un lugar en la historia de este país, pues estén enterrados donde estén enterrados desde allí lanzan un grito que se oirá más allá de los siglos.


Recientemente, Amnistía Internacional se ha pronunciado respecto a la Ley de memoria histórica, y señala lo que es evidente, que “no se eliminen los nombres de los presuntos autores de crímenes cometidos durante la guerra civil y el régimen franquista y que todos los ciudadanos puedan acceder a los archivos y obtener información de los documentos que les conciernan o a los cuales demuestren tener interés legítimo” y que “este Proyecto de Ley, de continuar tal y como está, puede suponer un peligroso antecedente de impunidad frente a otros abusos contra los derechos humanos que puedan cometerse en el futuro o que se hayan cometido en el pasado”.


Las víctimas de ETA tienen su tumba, sus familiares tienen el reconocimiento y tienen hasta indemnizaciones por parte del Estado, y desde ese punto de vista puede considerarse que la sociedad repara y reconforta a quienes hayan padecido en su cercanía familiar tal desgracia. Sea. Pero estos mismos que salen a la calle cada sábado y cada domingo, jaleados por Aznar, Botella, Rajoy, Acebes y toda la caterva de la ultraderecha españolista, dolidos por sus muertos, y no en menor medida que los muertos del franquismo, me pueden decir: ¿para cuándo harán una “manifa” por las víctimas -también son víctimas- durante los cuarenta años de fascismo español? Ese día se habrían convertido en personas, mientras tanto me reservo decir en qué estadio evolutivo se hallan.

En demasiadas ocasiones he pensado qué hubiera sido de este país si hubieran vencido los criminales del 23 de febrero de 1981, y en otras tantas he supuesto que las fosas comunes se habrían multiplicado. Y por supuesto, no habrían consentido que hubiera una asociación de víctimas del terrorismo de Estado. También he pensado si en esa España, Juan Carlos de Borbón hubiera tenido la dignidad de exiliarse -todos los monárquicos presumen de que es un rey demócrata- o ¿hubiera seguido sentado en el trono? Es muy probable que yo estuviera muerto junto a cientos de miles y enterrado en una fosa común, y que este artículo nunca hubiera podido escribirse.

 

 

 

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