Todos
iguales
Octavio
Alberola
8 de Noviembre de 2005
Nadie
puede negar ya que la asignatura pendiente de la “transición” sea la que se
presenta con el título de “memoria histórica”, aunque se aborde desde ángulos
no siempre coincidentes. Estos últimos días, en EL PAÍS se han expuesto
diversas interpretaciones en artículos y cartas al director: ¿Una
segunda transición?, “Memoria y reciprocidad”, Uso y abuso de la historia:
La Guerra Civil, etcétera..
Pues
bien, aunque la imposibilidad de obtener justicia aún no venga solo de la
amnesia y el rechazo de inventario, es saludable recordar a la sociedad los
oscuros mecanismos que llevaron, llevan y pueden llevar a los seres humanos a
desear la aniquilación del otro y a sofisticar los medios para llevarla a cabo.
Pero esto no quiere decir que sea suficiente con recordarlo y acusar a los
responsables para que en la sociedad se despierte la exigencia de justicia. Y más
en estos momentos en que hay tantos intereses opuestos a la reconsideración del
pasado y a dejar correr el tiempo…
Además,
no es posible esperar que estos intereses reconsideren su actitud simplemente
porque se les denuncie y acuse. Está probado que no se obtiene nada con la sola
acusación, salvo a incitarlos a la búsqueda de cabezas de turco, de chivos
expiatorios…
Lo
que hay que recordar a la sociedad es que si la “transición” se hizo para
acabar con casi cuarenta años de negación y aniquilación del otro, sin que
eso pusiese en peligro su futuro, ahora puede ya reconocer en su seno la
existencia del otro, reconociéndole todos sus derechos jurídicos y
constitucionales, sin que tampoco peligre su futuro.
Y
el “otro” son todos los españoles a los que la Constitución de la
democracia les reconoce esos derechos, pero que la justicia de esta misma
democracia sigue considerando “bandoleros”, “terroristas”, etc.
Para
que todos los españoles puedan ser hoy iguales
la justicia de la democracia debe anular esta acusación que el régimen
franquista utilizó para perpetuar institucionalmente la existencia de las dos
Españas. Reconocer al otro todos sus derechos es reconocer los derechos de
todas. Y esto es lo que deben hacer los que tienen en sus manos el presente y
futuro del pueblo español: el Gobierno y el Parlamento.— Octavio
Alberola. París, Francia