¿Reconciliación
sin memoria?
José
Luis Pitarch
UCR
0ctubre
2004
Volvemos a la carga, querido lector, tras el ínterin del verano. Siempre
con la fiebre de escribir (y de comunicar). El don y el látigo, se decía de
Truman Capote. Poor me, no me comparo, para eso lo haría (desde mi parva
altura) con uno de mis dioses, Quevedo, el enemigo viviente del linaje
gubernamental. Conque, amigo Bono, si traes al desfile a uno que luchó bajo
uniforme de la Wehrmacht de Hitler, ¿por qué no a un guerrillero maqui
hispano, que combatía en los mismos cuarenta contra el fascismo; y por qué
no traes una bandera de la República, junto a la borbónica-constitucional, si
se trata de reconciliación? Lo que pasa es que hay reconciliaciones y
reconciliaciones, como suegras y suegras (o suegros). Son ellos, la secta
aznarita -–“ignorantes de fe”, diría el joven García Lorca-- quienes no
aceptan el abrazo de Vergara. Si no, ya habrían dado pensiones y desagravio a
las pocas decenas de supervivientes
del maquis antifranquista y republicano. Sus equivalentes en Europa son héroes
(en Francia, Holanda, Dinamarca, Serbia...) y tienen, por ello, medallas.
La República, gran tabú, que estamos arrancando de garras del olvido.
Como en París, el pasado 24 de agosto, conmemorando la hazaña de los “republicanos
españoles” (sic, así reza la placa que instaló el Ayuntamiento de
la capital francesa, así lo señaló su gran alcalde, B. Delanoë), aquellos épicos
soldados de “la Nueve”, casi todos españoles, vanguardia de la
División Leclerc y la 4ª División americana de Barton, primeros en llegar al
corazón de la ciudad que arrancaban del general Von Choltitz. En ese acto a
orilla del Sena me encontré con Hervás, el concejal republicano de Segorbe,
con Sanchis Girbés y Vicent Garcés, con Alegría Just, hija del diputado
blasquista valenciano y ministro de la República Julio Just. Y comí con Andrés
Páramo y Cova, del Ateneo Republicano de Galicia, por curiosidad, una supuesta
paella bajo título “Risotto à la Valenciana façon paella”, en un bistro
italiano de rue Saint Denis. Mezclada con mantequilla, ¡uf!
Queremos, sí, reconciliación, pero no puede haberla sin memoria, sin
reparación, y con monumentos sólo a los “vencedores” en la rebelión del
36-39. <<Ínclitas
guerras paupérrimas, sangre infecunda>>, escribió Blas de Otero. Aún
van, en sitios donde gobierna el PP, como Cuerva (Toledo), exhibiendo banderas
con el escudo franquista en fiestas
patronales. Más valiera al estólido Acebes (se ve que está ahí porque él no
es nadie, sólo la voz de quienes lo ponen ahí) desfascistizar sus huestes, en
vez de irse contra quien sí es alguien por sí, como Gallardón. Lo que, claro,
no le puede perdonar el “aparato”. (Me recuerda en algún aspecto a la
doliente EUPV).
Dos líneas sobre Irak. Cuanto más sigan los soldados USA allí, en su
expedición colonial, más resistencia armada habrá. No se puede imponer la
democracia desde fuera, sin haber cuenta de la cultura, la religión autóctona,
etc (vale para Afganistán). No funcionarán las elecciones seudodemocráticas
con un resultado previo amañado por EEUU. ¡Ah!, y quienes más conducen a un
choque de civilizaciones son los Bush y Sharon (y algún soplagaitas como Aznar
ayuda en lo que puede).
José Luis Pitarch