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El olvido y la memoria

Virginia Martín Jiménez/Historiadora

 

El Norte de Castilla 27 de Febrero de 2006

LEYENDO un libro de Walter Benjamin, descubrí un cuadro de Klee titulado 'Ángelus Novus'. En él aparece un ángel que se prepara para abandonar un lugar cuya contemplación le ha horrorizado. El protagonista de la pintura se aleja aterrado, mirando con los ojos bien abiertos, la boca desencajada por el dolor y las alas extendidas preparadas para emprender pronto el vuelo. Para este filósofo alemán, la obra de Klee puede representar al ángel de la Historia, un ser alado que vuelve el rostro hacia el pasado y ve en él solo una inmensa catástrofe. Las ruinas de un tiempo que ya quedó atrás se acumulan a sus pies creando un paisaje macabro y triste.

Según Benjamín, «bien quisiera él detenerse, despertar a sus muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja inevitablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso».

El historiador, cuando se enfrenta al pasado, siente algo parecido a lo que nos cuenta Benjamín de su ángel, aunque sabe muy bien que no puede modificar lo que pasó, sino que tan solo puede analizarlo y contarlo con rigor y exactitud, sin faltar a la verdad. En los últimos años se ha vuelto muy popular la recuperación de la memoria histórica, es decir, rescatar del olvido todo aquello que merece ser recordado.

El periodo histórico en el que se han centrado estas investigaciones ha sido fundamentalmente la dictadura franquista que sufrió España desde 1939 hasta 1975. Esto se debe sobre todo a la trayectoria política que ha seguido nuestro país. Durante la dictadura, las muertes e injusticias sufridas por las personas que lucharon en el bando nacional fueron reconocidas y se contaban con total libertad porque el Gobierno así lo permitía. Sin embargo, todos aquellos que padecieron lo mismo, pero en el bando republicano, tuvieron que guardar un largo silencio, mezclado con vergüenza y terror. Tras la muerte del dictador llega la transición, que pide a los españoles que olviden lo sucedido, que no levanten ampollas porque en esas circunstancias el país necesita unión y consenso. Pero los años van pasando y llega un momento en el que parece que los españoles están preparados para afrontar su pasado con madurez y sinceridad. Por eso comienza a creerse que se puede entregar a todas esas víctimas de la historia lo que el pasado de nuestro país nunca les quiso o les pudo dar. Pero, como todas las buenas ideas, siempre encierran algo que lo complica todo y enturbia lo que simplemente consistía, en este caso, en recordar a los que el tiempo había enterrado para siempre en el olvido, porque con ello llegan los resentimientos y se resucitan odios pasados.

La generación que vivió la guerra se acostumbró a callar y a dejar sus recuerdos escondidos en algún lugar de su mente. No había más remedio que seguir adelante, como le sucede al ángel del cuadro de Klee. Pero ahora las nuevas generaciones que no hemos vivido la guerra, e incluso en algunos casos ni el franquismo, nos enfrentamos a la ardua tarea de recuperar la memoria de un episodio bastante vergonzante de la historia de nuestro país.

Que sean las nuevas generaciones las que investiguen parece positivo, porque al no haber protagonizado ese momento se tiene más perspectiva histórica y más objetividad, pero por otra parte se pierde, en parte, la visión real de lo sucedido. Muchas de las personas que vivieron la guerra civil saben que luchar en un bando u otro no era ni siquiera, en la mayoría de los casos, una cuestión de ideologías y que el que era tu enemigo en las trincheras podía ser tu amigo e incluso tu hermano. Y en la posguerra sucede lo mismo, había mucha gente que, aunque estaba obligada a callar ante lo que sucedía en el país, nunca lo aceptó ni se aprovechó de las circunstancias para llevar a cabo venganzas y represalias. Detrás de cada persona hay una vida diferente que debe observarse más allá de la política o de las ideologías.

Ha llegado el momento de dejar hablar a muchos españoles olvidados que protagonizaron una parte de la historia. Habrá quien piense que es mejor que el ángel del cuadro de Klee cierre los ojos y siga adelante; y es cierto que todos ante episodios históricos como estos estamos tentados de actuar así porque no es sencillo elegir entre recordar y olvidar. Ya lo dice el genial Sabina, «más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria». Pero es que la historia nos contempla a cada paso que damos y el futuro nos va a pedir cuentas de nuestros silencios y cobardías; por eso hay que dejar hablar al pasado, callar los rencores y seguir adelante.

 

 

 

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