Miedo a la
Historia
Lorenzo Cordero
www.lavozdeasturias.
11
de Enero de 2006
No
es normal alejar la guerra civil de la memoria colectiva hasta enviarla a una
sima cósmica.
Cabrearse porque este año
se recuerde que hace setenta años la derecha extrema, irritada violentamente
por el triunfo electoral del Frente Popular, en febrero de 1936, provocara aquel
tremendo fenómeno hipostático (confundiendo la salvación de la patria con sus
particulares intereses), que desencadenó la Guerra Civil, me parece una
tontería superlativa. Sin embargo, son muchos los españoles que se enojan
tontamente; cuando sería facilísimo evitar ese cabreo ideológico entusiasmándose
con otra efeméride coincidente en el mismo año: el nacimiento en Salzburgo, en
1756, de Wolfgang Amadeus Mozart. Entre la música épica de las marchas
militares de los desfiles de la Victoria, y la música de aquel genio austriaco,
prefiero las sonatas y las sinfonías mozartianas. Pero esa preferencia no me
exime de interesarme por la historia de una de las mayores --si no es la mayor--
catástrofes (políticas) de la Historia de España. Incluso, creo que se podía
conmemorar aquella trágica efeméride escuchando el Requiem de Mozart.
Por qué le molesta tanto
a alguna gente que se recuerde la Guerra Civil? Sobre todo, cuando algunos de
los que se enfadan por ese acontecimiento tienen bien asumido que aquel tremendo
desastre goyesco fue provocado por la República española. No me parece normal
que se ponga tanto empeño en alejar de la memoria colectiva ese tiempo --que
todavía es una parte de este actual--, hasta conseguir precipitarlo en la sima
cósmica que se abre al otro lado del horizonte. Yo creo que a la historia se la
teme cuando uno no está muy seguro de poder manipularla según le convenga,
como se manipuló --y se sigue manipulando-- en este país con la impunidad con
que se hizo durante casi medio siglo. Aquella cruel y bárbara lucha cainita es
un episodio tan trágico, que tardará mucho tiempo en ser olvidado.
A LA GUERRA Civil le queda
el sitio que le corresponde: la historia. No me parece lógico --mucho menos,
justo-- que se le niegue ese derecho a permanecer. Ni es un deseo legítimo
provocar su olvido; sobre todo, cuando se sabe que ese deseo obedece a razones
políticas inconfesables. Lo que pasó, fue; y lo que fue, ni debe ser ignorado,
ni ocultado, ni pretender desdibujarlo para que los nuevos españoles --la
tercera generación de los vencidos-- crean que aquello que les cuentan no es
más que el cómic de los abuelos... Esto me parece indecente.
Sobre todo, cuando quienes
desprecian ese tiempo histórico --que lo es, precisamente por viejo: 70
años--, saben que esa defensa de la memoria no se la han inventado los rojos
resentidos, sino que se trata de un acuerdo tomado entre varias fuerzas de
la oposición al régimen de la dictadura, incrustadas clandestinamente en la
sociedad española de la época, (por un lado, democratacristianos, liberales y
monárquicos; por el otro, el PSOE en el exilio), entre cuyos puntos principales
figuraba uno que decía: Asimilación de la Guerra Civil como un hecho
histórico. El documento se firmó en Madrid, el 19 de enero de 1957. Luego, uno
de los miembros del grupo corrió el riesgo de llevarlo a París para
entregárselo a Rodolfo Llopis.
Pensaban, los que
conspiraban en Madrid, que había que unirse con el resto de las fuerzas de la
oposición en el exilio --excepto con los comunistas, claro-- para evitar, en lo
posible, que el poder político del régimen --fundamentalmente, en manos de los
falangistas-- encontrara una "peligrosa solución de continuidad". En
aquella época, se sospechaba que el futuro del país ya estaba decidido de
antemano: se proclamaría en su momento, la monarquía. Los antifranquistas de
la derecha, reunidos en Madrid, trabajaron sobre tres hipótesis: a) la forma de
gobierno sería elegida libremente por el pueblo; b) se formaría un gobierno
impuesto, sin consulta popular posible, y c) el sistema de gobierno sería
impuesto de facto, y, posteriormente, sería legitimado mediante una
consulta plebiscitaria. Como se sabe, cuajó la tercera hipótesis: Franco
decidió de facto quién sería su sucesor, a título de Rey.
En 1957, cerca de mil
estudiantes se encerraron en la Universidad de Barcelona; en Madrid, los
universitarios se manifestaron por las calles; hubo huelgas en Vizcaya; el PCE
puso en marcha su plan para la Reconciliación Nacional; un antiguo ministro de
la II República, Manuel Giménez Fernández, funda en Madrid el partido
Izquierda Demócrata Cristiana, en el que se integraron numerosos profesores
universitarios y estudiantes católicos progresistas.
EN AQUELambiente el grupo
de la oposición citado temía que la situación que se vivía en el país
acabara llevándolo hacia un totalitarismo de derechas, con una supresión
radical de las libertades, y que, en ese ambiente, tan enrarecido, se
aprovecharan los "elementos avanzados socialmente", para implantar un
régimen totalitario de tipo comunista. En su propuesta a los socialistas se les
decía que "más vale pactar ahora, que humillarse después".
Rodolfo Llopis,
viejo zorro de la política, dudaba: preguntaba si para legitimar esa situación
"de facto" se le concedería algún día la palabra al pueblo
español. En su opinión, le parecía que con una monarquía impuesta así,
"las izquierdas no conseguirían nada desde dentro, y, en cambio, se
esterilizarían". El tiempo le acabó dando la razón al veterano dirigente
socialista. Setenta años después de haber sido obligada a emprender un largo
peregrinaje por el desierto, la izquierda socialista alcanzó el poder desde
adentro; pero antes tuvo que someterse a un duro proceso de esterilización
ideológica. En general, los españoles tenemos pendientes tres análisis de la
historia sucesivos: la Guerra Civil, la Dictadura, y la reforma del franquismo
llamada Transición. Por qué temer a la Historia?
*Periodista.
|
|