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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

 

Una Memoria por recuperar

Jesús Membrado *

En Zaragoza todavía tenemos 44 calles cuyas denominaciones hacen referencia al pasado régimen franquista: desde militares y civiles que prepararon la sublevación de 1936 a las batallas libradas.

En abril se cumplen 75 años de la proclamación de la II República y, en julio, 70 desde el inicio de la Guerra Civil. Este debe ser un año en que el recuerdo sirva para reparar la injusticia del olvido de nuestro pasado. A los treinta años de la muerte del dictador, la democracia española está en la obligación de avanzar en la reconciliación que obligatoriamente conlleva el agradecimiento y reconocimiento de los hechos y sobre todo de las personas que fueron derrotados primero y perseguidos después, por defender la democracia. El olvido de estos gestos y estas gestas sigue siendo la continuación de su derrota. Por eso, y porque seguro que habrá celebraciones y numerosos actos, es un buen momento para recuperar el tiempo perdido y dar pasos para restaurar la memoria y solucionar numerosas injusticias pendientes.

Una de las primeras medidas de este Gobierno fue la creación de una Comisión Interdepartamental para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. Tanto la recopilación de información como el avance de los trabajos, excepto algunas actuaciones como las realizadas para dignificar la situación de los llamados "niños de la guerra" se han retrasado, en parte por la propia dificultad de la tarea y, porqué no decirlo, por la agitación política que su sola constitución supuso. Estoy seguro que este año veremos avances que nos alegrarán, no por satisfacción nostálgica, sino por justicia democrática.

LA IZQUIERDA ha sido muy prudente en el tratamiento de estos temas. La fragilidad de nuestra democracia en la transición y la búsqueda de entendimiento por encima de convulsiones históricas ha primado el qué hacer en esta materia de los gobiernos socialistas anteriores. Tanto es así que los nacionalistas monopolizan en gran parte esta memoria que usan para dar a sus reivindicaciones patente de democracia y libertad que con algunas actuaciones o declaraciones se podrían cuestionar.

Tanto la consolidación de nuestras instituciones como el deseo expreso de este gobierno dan garantías de que vamos a ir avanzando en recuperar esta parte de nuestra historia, desconocida por gran parte de nuestros jóvenes. La permanente reivindicación de afectados, familiares y asociaciones, así como el cada vez mayor compromiso de historiadores e investigadores, es una garantía de que así va a ser.

Pero dar pasos en este sentido no será fácil. ¿Quién podía imaginarse la tremenda polémica suscitada por la devolución del patrimonio histórico, incautado en la guerra a los sindicatos, o por el traslado de los papeles robados al finalizar la misma del archivo de Salamanca a sus dueños ó instituciones? Cualquier actuación que se haga en parecido sentido tendrá un coste social por la posición de la derecha política anclada en el numantismo ideológico. Sin embargo, la deuda que tenemos pendiente debería anteponerse a estas dificultades, porque condenar al olvido nuestro pasado sería una enorme injusticia.

Hay muchas formas de recuperar la memoria. En esta ciudad todavía tenemos 44 calles cuyas denominaciones hacen referencia al pasado régimen franquista y las tenemos de todo tipo. Aquellas dedicadas a militares y civiles que prepararon en Zaragoza la sublevación de 1936, las de militares franquistas destacados durante la Guerra Civil, las de acciones militares y batallas de esa época o las de personajes ilustres del franquismo y de hechos de relevancia antidemocrática.

LA SUPRESIÓN de esta toponimia preconstitucional y contraria a los valores de respeto y convivencia en libertad, sería un paso importante y una muestra del deber moral e higiene democrática que la Zaragoza de la Expo 2008 se merece.

Hace un año que la Fundación Bernardo Aladrén hizo esta petición al Ayuntamiento. Estoy seguro de que la falta de respuestas no significa rechazo, sino un olvido que los aniversarios antes mencionadas pueden despertar. Seguimos deseando que de la misma forma que los barrios nuevos tendrán un delicioso callejero con los nombres de las más prestigiosas películas de la cinematografía, recuerden también la memoria de los demócratas que soñaron, se esforzaron y, en muchos casos, murieron por defender los ideales de una sociedad libre, tolerante y justa. Somos muchos a los que nos gustaría que en Valdespartera, lugar de infausto recuerdo de la represión fascista, la nueva toponimia recuerde en alguno de sus principales trazados a todos los que merecen un justo reconocimiento. Porque como decía Plinio el Joven "es una noble misión rescatar del olvido a quienes merecen ser recordados".

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* Portavoz socialista en el Congreso de los Diputados. Presidente de la Fundación Bernardo Aladrén

 

 

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